Después del urnazo del 14 sigue la catarsis en los medios hegemónicos, en lo que La Nación lleva la delantera: agitando el fantasma de la Quinta Tiranía, los muchachos se ponen nerviosos y escriben una columna de opinión tras otra, que parecen sacadas de las páginas de "Selecciones del Reader's Digest" de la década del 50', en plena Guerra Fría.
Como pasa con esta nota de Sergio Berensztein, el director de Poliarquía; la consultora estrella del establishment argento.
El artículo repasa prolijamente todos los lugares comunes que desde las elecciones se vienen ensayando; como el peligro de la hegemonía kirchnerista, que el título de la nota revela como una preocupación del autor, pero el desarrollo plantea como estrategia opositora.
Es lo que pasa después del desastre que resultó para todo el arco anti k el 14 de agosto: los muchachos están descuidados, y se olvidan de los detalles, como sacar de foco al tipo que desde atrás les sopla al oído el libreto a Sanz y los demás opoxitracios.
Cuando Berensztein hace referencia al evento "cisne negro" (aquí sería en realidad "perro verde", algo que no existe ni podría existir), y lo parangona con el atentado de Atocha (es decir el imponderable que cambia súbitamente el curso previsible de los acontecimientos), hace como que por suerte acá algo así no podría suceder, pero la verdad, no suena muy creíble.
Pareciera más bien lamentarse de que Duhalde o el "Pata" Medina sean tan torpes que dejen muy visibles las pezuñas cuando queman trenes en el Roca, por decir un ejemplo.
Es curioso que luego de catalogar (sin mayores argumentaciones, pero los lectores de LN no las necesitan al parecer, saben de los que les habla) al sistema institucional argentino como "sumamente frágil y de pésima calidad", párrafos más abajo plantee casi esperanzado que se intente un atajo a la reforma política que impuso las primarias para ordenar a la oposición -alianzas mediante- en torno a la candidatura de Binner: "especialistas en legislación electoral están explorando los posibles vericuetos", dice el director de Poliarquía; vericuetos de lo que él mismo denomina "un improbable camino legal".
Lo que no dice es quiénes, y por encargo de quién están explorando; ¿de La Nación tal vez?, pero queda claro que -de hallarlo- él lo aprobaría porque después de todo, se trataría de salvar a la patria de "desvíos hegemónicos, personalistas y populistas"; para lo que menta el ejemplo del socialismo independiente en tiempos de Yrigoyen, algo que ya se hizo acá.
Para qué detenerse a discutir sandeces como las posibilidades de que la Argentina bajo el kirchnerismo vire hacia un sistema de partido único como el PRI mexicano, o a un régimen parlamentario (da todo lo mismo para el politólogo de oferta), o cuando dice que gobiernos como el de Chávez (que arrastran once o doce elecciones, en otros tantos años de gobierno) practican "un leve maquillaje de competencia electoral": no es la legislación venezolana la que impide formar partidos opositores a Chávez Berensztein, el problema es que la gente no los vota; o no al menos en el número suficiente para ganarle las elecciones al chavismo.
Resulta además según el director de Poliarquía, que es responsabilidad de Cristina contribuir a reconstruir la oposición, que suponemos se habrá autodestruido.
La pobreza del análisis que hace de lo que denomina "sociedad civil" (así, con comillas) es una muestra del grado de deterioro de determinados ámbitos de las ciencias sociales durante la década del 90', cuando la hegemonía del discurso único del neoliberalismo obturaba toda circulación de ideas que enriqueciera el debate político.
De todos modos hay en la nota un intento por salvar el rol de los medios como productores de sentido e influenciadores de la opinión pública (cuando elogia el dispositivo de medios "estatales y paraestatales" montado por el kirchnerismo), que parece más dirigido a aquéllos en lo que Berensztein es invitado o columnista habitual.
Claro que corre el riesgo de que sea leído como una crítica a los formatos tradicionales de La Nación o Clarín, cuya prédica incesante contra el kirchnerismo se reveló ineficaz en términos electorales.
Pero lo sorprendente es el final de la nota: "El dilema es entonces particularmente dramático: se puede ganar mucho dinero y preservar el patrimonio de los riesgos confiscatorios que traen consigo todos los gobiernos hegemónicos. Sin embargo, la gran pregunta que deberán hacerse los empresarios argentinos es si están dispuestos a sostener las fuentes de pluralismo, diversidad, independencia y espíritu crítico que requiere la sociedad argentina para que no se extinga la llama de la libertad.".
De paso: lo de la llama de la libertad dicho después de "efectivas usinas de formación de contenidos particularmente diseñados para atraer a los jóvenes" marca un contraste un poco fuerte, eh.
¿Cuál es la preocupación del amigo Berensztein, que Poliarquía se quede sin auspiciantes, porque los empresarios que la solventan adviertan que con el kirchnerismo la levantan con pala, y estarían tirando la plata en bancar a tipos cuyos análisis suelen errarle como a las peras?
Para qué detenerse a discutir sandeces como las posibilidades de que la Argentina bajo el kirchnerismo vire hacia un sistema de partido único como el PRI mexicano, o a un régimen parlamentario (da todo lo mismo para el politólogo de oferta), o cuando dice que gobiernos como el de Chávez (que arrastran once o doce elecciones, en otros tantos años de gobierno) practican "un leve maquillaje de competencia electoral": no es la legislación venezolana la que impide formar partidos opositores a Chávez Berensztein, el problema es que la gente no los vota; o no al menos en el número suficiente para ganarle las elecciones al chavismo.
Resulta además según el director de Poliarquía, que es responsabilidad de Cristina contribuir a reconstruir la oposición, que suponemos se habrá autodestruido.
La pobreza del análisis que hace de lo que denomina "sociedad civil" (así, con comillas) es una muestra del grado de deterioro de determinados ámbitos de las ciencias sociales durante la década del 90', cuando la hegemonía del discurso único del neoliberalismo obturaba toda circulación de ideas que enriqueciera el debate político.
De todos modos hay en la nota un intento por salvar el rol de los medios como productores de sentido e influenciadores de la opinión pública (cuando elogia el dispositivo de medios "estatales y paraestatales" montado por el kirchnerismo), que parece más dirigido a aquéllos en lo que Berensztein es invitado o columnista habitual.
Claro que corre el riesgo de que sea leído como una crítica a los formatos tradicionales de La Nación o Clarín, cuya prédica incesante contra el kirchnerismo se reveló ineficaz en términos electorales.
Pero lo sorprendente es el final de la nota: "El dilema es entonces particularmente dramático: se puede ganar mucho dinero y preservar el patrimonio de los riesgos confiscatorios que traen consigo todos los gobiernos hegemónicos. Sin embargo, la gran pregunta que deberán hacerse los empresarios argentinos es si están dispuestos a sostener las fuentes de pluralismo, diversidad, independencia y espíritu crítico que requiere la sociedad argentina para que no se extinga la llama de la libertad.".
De paso: lo de la llama de la libertad dicho después de "efectivas usinas de formación de contenidos particularmente diseñados para atraer a los jóvenes" marca un contraste un poco fuerte, eh.
¿Cuál es la preocupación del amigo Berensztein, que Poliarquía se quede sin auspiciantes, porque los empresarios que la solventan adviertan que con el kirchnerismo la levantan con pala, y estarían tirando la plata en bancar a tipos cuyos análisis suelen errarle como a las peras?
5 comentarios:
La paliza que le están pegando los comentaristas a LN es legendaria.
Capaz que Berensztein tenga razón. Que hasta en LA NACION haya hegemonía de comentarios favorables al gobierno debe ser bastante preocupante. ¡Que no se extinga la llama de la libertad!
¡Volvió Barullo!, bienvenido cumpa.
Creo que Berenztein es la pata más floja, por lejos, de Poliarquía. La nota a la que te referís lo confirma.
Pero es el que tiene más prensa, y más llegada al mundo empresarial Gerardo; gracias por pasar.
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