CON ESTE PERONISMO, HAY SOCIALISMO PARA RATO

 

¿Qué está pasando en el país desde el 23 de octubre para acá?

Que los dueños del poder económico tratan de condicionar al poder político,  y hacer como si no hubiera habido elecciones, o Cristina no hubiera sacado el 54,11 %.

Y entonces fugan capitales, y presionan para que haya una devaluación, y una corrida de depósitos bancarios.

¿Qué hizo el gobierno entonces?

Ejercer en plenitud todo el poder político que tiene, poniendo en marcha el capital electoral y el mandato otorgado por el pueblo, para torcerle el brazo a la movida especulativa y mantener el control de la economía.

¿Qué sucedió entonces?

Que afortunadamente -y al menos hasta ahora- lo está logrando, para defender el crecimiento económico, el trabajo y el salario de los argentinos.

¿De qué se discute hoy en la Argentina?

De muchas cosas, entre ellas, como reordenar el sistema de subsidios a las tarifas de los servicios públicos, para que les lleguen a los que verdaderamente los necesitan, y para que los que pueden pagar por los servicios lo que valen, lo hagan.

Profundización del modelo, sin ir más lejos.

¿Qué está pasando en Santa Fe?

Que Bonfatti arma su futuro gobierno, recomponiendo las fracturas que provocaron las elecciones nacionales entre radicales y socialistas, y las que el propio Binner produjo incluso después del 23 de octubre; como en el caso de Vialidad Provincial.

Y no lo hace mal, todo lo contrario: subestimar al adversario es un clarísimo error político.

Chequera y apertura del aparato estatal mediante, tiene a los radicales comiendo de su mano y conformes por la participación que tendrán en el futuro gobierno (a diferencia de lo que les pasó en el de Binner, donde fueron sistemáticamente marginados), porque además les llega en un momento en que vienen de protagonizar un papelón electoral, y de matarse entre ellos, en una convención nacional que terminó en escándalo.

¿Y qué otra cosa más está pasando en Santa Fe?

Que el gobierno de Binner en retirada está allanándole el camino al de Bonfatti haciendo el trabajo sucio: dispuso aumentos de las tarifas del transporte público de pasajeros del 16,54 %, de la luz del 23,2 %, y planea un aumento del agua del 138 %; todos antes de que el gobierno nacional anunciara que reduciría los subsidios a algunos sectores.

Pero hizo más el gobierno provincial: mentir, como es su costumbre, y con una caradurez absoluta, invertir el orden en el que las cosas sucedieron, echándole la culpa a Cristina y al gobierno nacional de los tarifazos que ellos mismos dispusieron.

¿Qué hizo al respecto la dirigencia del PJ provincial?

Nada, no asumió ni la defensa del bolsillo de los santafesinos que deberán pagar los aumentos de tarifas, ni del gobierno de Cristina al que Binner, Bonfatti y todo el Frente Progresista le cargan la romana por las medidas que ellos tomaron.

¿Y en que andan entonces los dirigentes del PJ, que no tuvieron tiempo o ganas de hacer algo al respecto?

Discutiendo entre ellos por los medios para ver quien se queda con la presidencia de la Cámara de Diputados de la provincia; unos porque piden pureza de sangre, los otros porque se creen con derechos adquiridos al liderazgo.

Un tema de tremenda importancia estructural, decisivo para el futuro de la Argentina, como cualquiera sabe: no van a comparar tamaño asunto con las pelotudeces de las que hablamos antes.

Es más: no nos digan que no se cruzaron en la calle con gente que les preguntó que opinan al respecto, porque a juzgar por la actitud de la dirigencia del PJ provincial, pareciera que los santafesinos no están preocupados por otra cosa que no sea quien preside la Cámara de Diputados.

¿Y qué puede pasar si la discusión sigue y no llega a buen puerto?

Que el oficialismo provincial retenga la presidencia de la Cámara (con sólo 15 diputados sobre 50) y -peor aún- que el peronismo se rompa en cuatro o cinco bloques, y la mayoría electoral que los santafesinos le otorgaron el 24 de julio, se diluya por completo.

Y además que Bonfatti los agarre de a uno (como las hormigas saliendo del hormiguero) para negociar su mano levantada para las leyes que le interesen.

A lo mejor es lo que algunos están buscando, y a lo mejor también así se entienden cosas como la “campaña propositiva”, “no pegarle a Binner”, las leyes cajoneadas por meses que ahora salen de golpe en tiempo récord o los pliegos de la Defensoría del Pueblo.

¿Cuál es la conclusión entonces de todo esto?

Que tendremos que reírnos menos de lo que les pasa a los radicales: por lo menos ellos tuvieron su convención para juntarse, hacer catarsis por el desastre electoral y decirse lo que pensaban.

Mientras tanto, otros estamos acá esperando la misma oportunidad desde el 24 de julio, porque pasaron cuatro meses y no sólo parece que entonces ganamos, sino que se hizo todo bien, y no hay nada que corregir. 

Es más: hay algunos que después de las elecciones provinciales querían tomar el PJ y hacer tronar el escarmiento, y ahora de golpe se volvieron mudos, o verticalistas ortodoxos. 

A fin de cuentas si algo queda clarísimo es que, si el peronismo provincial sigue por este camino, será el propio peronismo el que garantice que haya socialismo para rato.