LA FRASE

"VOLVÍ PARA OFRECERLE AL PRESIDENTE MI COLABORACIÓN PARA RESOLVER EL PROBLEMA DE LOS CANDIDATOS QUE PROPUSO PARA LA CORTE." (FABIÁN RODRÍGUEZ SIMÓN)

jueves, 7 de febrero de 2013

EL BRADENISMO SIGUE GANANDO ADEPTOS


Leemos acá al Julio Jorge Nelson de la república perdida alfonsinista; Luis Gregorich, transitando un tópico socorrido de los últimos tiempos: la necesidad de una (inviable) alianza de toda la oposición contra el kirchnerismo, con la patriótica finalidad de erradicar del país a la bestia populista.

Tan socorrido que hace poco menos de un mes lo transitaba acá el inefable Rogelio, apelando a que las fuerzas morales de la república dejaran de lado nimiedades tales como ponerse se acuerdo en un programa concreto de gobierno, que se pueda llevar a la práctica si ganaran las elecciones; con tal de responder al llamado de la historia.

Dice Gregorich (como si hubiera leído a Alaniz): "Cuando falta el carisma, no hay modo de fabricarlo, aunque una sustantiva exposición mediática modera las carencias. Y si la cultura de las individualidades no aporta, hay que darle lugar a la cultura de la coalición. En este contexto, frente a una poderosa y desprejuiciada coalición oficialista, lo más desafortunado resultan frases del tipo de "Mi límite es Macri?". Ningún dirigente opositor democrático, y menos el que aporta tropa propia, puede ser considerado un límite."

Es decir, reneguemos del carisma como medio de vinculación política no tanto porque sea malo o irracional, sino porque no tenemos ningún candidato medianamente carismático para ganar una elección usando recurso; y dado que los populistas se amontonan por conveniencia, hagamos nosotros lo mismo, con tal de ganarles, que es lo único que importa.

Y si para eso tenemos que subir al tren a impresentables (como Macri), pero que suman votos, hagámoslo: todo un manifiesto de realismo político, disfrazado de seudo academicismo. 

Cualquier puntero tradicional de la política opera con la misma lógica, sin tantas pretensiones intelectuales.

Sigue Gregorich: "El populismo latinoamericano tiene las mismas fronteras ideológicas que su detestada socialdemocracia (mejor distribución de la riqueza, aunque sin cambios estructurales en la sociedad). Es más gritón y prefiere las movilizaciones al consenso, y se somete religiosamente a líderes carismáticos, con lo cual reincide en la tradición del caudillismo continental.

Mientras la socialdemocracia tradicional suele estar conducida por profesionales de clase media, los caudillos populistas pueden provenir de cualquier estrato social. Lo demuestra el entramado reciente de jefaturas populistas latinoamericanas, en las que no han faltado ni millonarios rentísticos ni militares de carrera ni sindicalistas ni ex guerrilleros francamente aburguesados."

Es decir entonces que una categoría políticamente central y recurrente en los análisis de ésta gente (que a partir de ella poco menos que explica toda la realidad) como el famoso populismo, queda reducida a una simple cuestión de buenos modales;o al origen social de los dirigentes.

Punto en el cual pertenecer a la clase media purifica al parecer; en una vuelta de tuerca de aquélla creencia que deposita en la clase media la suma de las virtudes: la laboriosidad, el progreso como exclusivo resultado del esfuerzo individual, la familia "normalmente constituida" e incluso (en algunos sectores más sensibilizados políticamente), cierto rescate de bienes públicos proveídos por el Estado, como la educación o la salud.

Algo que ya era viejo en 1945 (porque no alcanzaba a explicar el país real), y quedó definitivamente atrás a partir de las profundas fracturas sociales que vivió la Argentina desde el 76' para acá; de resultas de las cuales la clase media ensanchó o encogió su volumen al vaivén de los cambios económicos y sociales, mientras entraban en crisis muchos de sus valores, y lo que había sido en muchos de sus integrantes una identidad definida (el anti peronismo) viró lisa y llanamente al autoritarismo pre político.

Con la paradoja de que, dentro de esa misma clase media, en aquéllos sectores que vieron con simpatía la experiencia alfonsinista -de la que Gregorich fue parte como funcionario- porque rescataba además ciertos valores (como la defensa de los derechos humanos), no son pocos los que adhirieron al kirchnerismo; mientras él propone ensanchar los límites de una eventual Unión Democrática modelo 2013-2015 para incluir a Macri; que expresa los nuevos valores dominantes en vastos sectores de la clase media: la exclusión, el desprecio por lo público, la escuela privada o la prepaga como salvataje individual de la crisis del Estado de bienestar, instrumentada por las políticas de la dictadura y el menemismo.      

Constata Gregorich: "A pesar de la mala gestión económica del Gobierno, con dilapidación de recursos, cepo cambiario, falta de inversión, pereza en proyectos de infraestructura (largo plazo en general), y graves errores en transportes y energía, la oposición no supo transmitir un contramensaje a la población. Binner quedó golpeado por la crisis narcopolicial de Rosario; Macri gastó mucho tiempo en (no) viajar en subte, y los radicales, ya se sabe, son buena gente, pero tienen sus límites. Ni Barletta, ni Cobos, ni Sanz, ni Ricardo Alfonsín han ido ganando el consenso que necesitan. Lilita Carrió, de gran temple ético, despreció por completo las estrategias políticas. Y eso se paga.".

Es decir los radicales son "buena gente" (¿incluso Barletta, Aguad, De La Rúa o Mathov?) pero inútiles, algo que implícitamente también serían Macri (incapaz de gestionar el subte) o Binner (responsable de la crisis narcopolicial de Rosario); y Carrió tiene un problema: es demasiado buena para estar en política, que es justo lo que ella misma cree, para seguir intentándolo pese al desprecio ciudadano expresado electoralmente; al que por supuesto, ni siquiera toma en cuenta.

¿Desde dónde entonces y con quiénes nos propone este nuevo cultor del bradenismo una nueva Unión Democrática como el presunto remedio a los males del país?

Despojado de empaques culturosos, queda claro que sólo desde el más rancio y tradicional anti-peronismo; que se obstina tanto en permanecer entre nosotros, como el peronismo; con sus complejidades, sus contradicciones y sus incoherencias. 

1 comentario:

Quilmeño dijo...

Gregorich,como la mayoria de los comentaristas politicos opositores ignoran o mejor dicho ,lo saben pero prefieren no decirlo,la simple aritmetica electoral donde 1 + 1 no es igual a 2,puede ser 1,8 o 2,2,pero nunca se sabe.
Si entre todos los candidatos sumaron el 46% de los votos,cual seria la logica politica que de como resultado que uniendose sacarian mas votos, los que por logica tendrian que migrar de los votos del oficialismo? Si la formula fuera,digamos Macri-Binner,sumaria mas del 46%? Los votantes de Macri puede ser que la voten,pero los del FAP tambien?
Si no fuera que no tienen nada de inocentes, a los Gregorich habria que mirarlos con ternura,por lo salame.