Pocas cosas demuestran tanto como el
presente de la industria automotriz la dirección y los límites del programa
económico de Macri, y las mentiras de su gobierno.
La automotriz es
una industria (como se dijo acá) con sus propios
problemas estructurales, ninguno resuelto por las políticas desplegadas desde
diciembre del 2015, ya que por el contrario se han profundizado; como por
ejemplo el déficit que genera en el intercambio comercial bilateral con Brasil,
o su impacto sobre la balanza de pagos, demandando muchas más divisas de las que aporta.
Si bien la
industria del ramo instalada en el país (todas terminales de firmas
multinacionales que operan en escala global) generaba buena parte de las
exportaciones industriales argentinas, el fuerte de las ventas del complejo
automotriz estaba en el mercado interno; a partir de las políticas de fomento
del consumo del kirchnerismo, tratando de que los salarios reales de los
trabajadores le ganaran a la inflación.
Frente a éste
panorama y con los mercados externos en los cuáles la industria colocaba su
producción (Brasil, en primer lugar) el gobierno de Macri eliminó las
retenciones a las exportaciones industriales, pulverizó el salario real con los
tarifazos, la devaluación, la eliminación de las retenciones a las
exportaciones de los “bienes salario” (carne, lácteos, trigo y sus derivados),
forzando paritarias a la baja con pérdida del salario frente a la inflación y
tratando de imponer reformas flexibilizadoras.
Con ese combo logró
que la producción industrial en todas sus ramas se desplomara (por caída de las
ventas en el mercado interno, no compensada en ningún caso por algún eventual
repunte de las exportaciones), y tenga hoy una capacidad instalada ociosa
promedio superior al 40 %.
La industria
automotriz está incluso por debajo de ese promedio (el uso de su capacidad
instalada hoy ronda el 31 %), y la producción viene cayendo
ininterrumpidamente, mientras crecen las ventas en las redes de concesionarias,
claro que comparadas con un año pésimo como el 2016.
Para eso es
fundamental el aporte de las importaciones, que en el caso de los autos
representan actualmente casi el 70 % de las ventas y patentamientos: el
gobierno eliminó las restricciones y mira para otro costado mientras las
automotrices violan impunemente el régimen automotriz del MERCOSUR; importando
el doble o el triple de lo que éste les permitiría mientras las ventas externas
siguen cayendo.
Ante esto el
gobierno impulsó en el Congreso (con el apoyo del SMATA y el massismo) una “ley
de promoción del autopartismo”, que hasta acá ha sido letra muerta; y también
un acuerdo sectorial con metas de producción (una expresión de buenos deseos,
sin sanciones concretas en caso de incumplimientos), que consisten en llegar
hacia 2019 (es decir al final del mandato de Macri) a los niveles de producción de autos que el
país tenía en 2011, cuando se inició el segundo mandato de Cristina.
Pero esos acuerdos
sectoriales (como el de Vaca Muerta con las petroleras) traen bajo el poncho el
cuchillo de la “baja del costo argentino”, vía la introducción de los
mecanismos de flexibilización laboral y recorte de derechos a los trabajadores;
a través de los cuáles el gobierno se hace cargo de la principal demanda (junto
a la rebaja de impuestos) de las multinacionales que operan en el país.
A las que además en
el caso que logren volver a exportar su producción, les ha garantizado no solo
repatriar sus utilidades a las casa matrices sin límite alguno (incluidas las
que obtienen por convertirse en importadores, aun al costo de reducir la
producción), sino tomarse hasta 10 años de plazo para liquidar las divisas que
pudieran obtener por exportar, en el mercado de cambios en el país.
Y en el mientras
tanto, nada: siguen las importaciones, no hay ningún curso de acción oficial
ante las masivas suspensiones que ya han dispuesto las automotrices (como
Volkswagen o General Motors), que son el preludio de despidos masivos, o
acuerdos flexibilizadores.
A cambio de tantos beneficios el gobierno ni
siquiera obtuvo (más bien ni siquiera pidió) de las automotrices que operan en
el país compromiso formal y exigible alguno de sostener puestos de trabajo, o
incrementarlos. Acaso un ejemplo más de cómo funciona la “revonversión
industrial” que pregona.
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