Con la de este domingo ya son tres las
ediciones semanales de Página 12 en las que Horacio Verbitsky no publica su
habitual columna de análisis político e investigación periodística.
Es imposible
disociar el hecho de las apretadas públicas del gobierno contra Víctor
Santamaría (titular del SUTERH y propietario del diario) lanzándole la UIF con
una investigación por presunto lavado de dinero por manejo de cuentas en el
exterior en 2004 (sí, entonces, y sí, también: este gobierno investiga a
alguien por tener cuentas afuera).
La Nación y Clarín
-los responsables de ir señalando los blancos del ataque oficial- lo habían
colocado en sendas notas en la lista de los que Macri enviaría en un cohete a
la Luna, siguiendo el camino del “Caballo” Suárez y el “Pata” Medina.
Claro que en el
caso de Santamaría lo que le molesta a Macri no son los salarios de los
porteros porteños que –dicen- encarecen las expensas, sino la publicación que
Verbitsky hizo en Página 12 de toda la plata que blanquearon su hermano (más de
622 millones de pesos), y familiares directos del Secretario Legal y Técnico
Pablo Clusellas, el Jefe de Gabinete Marcos Peña entre otros; como sus
empresarios favoritos Marcelo Mindlin y Marcos Galperín (el de Mercado Libre).
Esa nota luego
replicada en “Economía Política” determinó el despido de Roberto Navarro de
C5N, y esa misma investigación es la que explica ahora el silencio de
Verbitsky, quien ha manifestado tener el listado completo de los que
blanquearon. El mensaje es claro: Macri parece dispuesto a tolerar críticas a
su gobierno y su política económica, y hasta la defensa de los derechos humanos
que tradicionalmente han encarnado Página y el “Perro”.
Pero lo que no va a
tolerar de ningún modo es que se revelen los detalles de cómo él, su familia,
sus funcionarios y sus amigos y empresarios favoritos (¿testaferros
presidenciales?) blanquearon dinero no declarado y de casi seguro origen
ilícito (como mínimo, de la evasión tributaria) a través del “sinceramiento
fiscal” que él hizo aprobar por ley del Congreso (por primera vez, sin la
obligación de repatriar la guita al país), y luego amplió por decreto para que
pudieran blanquear ascendientes y descendientes de los funcionarios, cosa que
la ley explícitamente prohibía.
El raje de Navarro
primero y el silenciamiento de Verbitsky después (condenados ambos a su
aparición en “El Destape” por Youtube) confirman no solo que lo publicado por
el “Perro” era cierto, sino que lo que no pudo llegar a publicar es aun mucho
peor: todo indica que la ampliación por decreto que introdujo Macri era para
que su padre y sus hijos blanquearan, de la propia y -sobre todo- de la de él.
Que se conozca
públicamente que además de los más de 600 millones de pesos que blanqueó su
hermano (que quintuplican su propio patrimonio públicamente declarado) hay
muchos más millones blanqueados por sus hijos monotributistas y sus parientes y
amigos empresarios sospechados como testaferros (Mindlin, Caputo, Calcaterra)
no se vería muy bien en un momento en el que el propio Macri convoca a los
argentinos a hacer un esfuerzo para sacar el país adelante (esfuerzo que como
sabemos él y su clase no están dispuestos a hacer), comprometerse a cumplir con
las leyes y dice llevar a fondo el combate contra la corrupción.
Menos cuando esa
nómina coincide como dos gotas de agua con la de los que figuran en los
“Paradise paper’s”.
Pero además Macri
sabe que hoy dispone de los favores de Comodoro Py, sin saber a ciencia cierta
hasta cuando o por cuanto tiempo: no sea cosa que cuando cambien los vientos
políticos esos manejos oscuros se le vuelvan en contra, en forma de causas
judiciales. Recordemos por ejemplo que en el gobierno de Néstor Kirchner su
sobreseimiento en la causa por el contrabando de autopartes fue uno de los casos
tomados como emblemática para depurar a la mayoría menemista de la Corte
Suprema.
Y si hiciera falta
más para darse cuenta de la importancia crucial que Macri le asigna a mantener
guardados bajo siete llaves los datos del blanqueo (recordemos que en el
proyecto original se penaba su difusión, aun por los medios), nos enteramos
ahora que el titular de la AFIP Alberto Abad está en la cuerda floja por las
filtraciones que publicó Verbitsky; no porque se le achaque la responsabilidad
de haberlos filtrado (al fin y al cabo Abad fue extremadamente diligente para
facilitar el blanqueo, yendo incluso más allá de la ley con varias de su
resoluciones), sino por no haber tomado los recaudos para evitarlo.
Claro que hay otras
causas que lo ponen a Abad en la picota, todas vinculadas a los negocios del
presidente, su familia y sus amigos, y en un segundo plano a los objetivos
políticos del gobierno: el reclamo de una deuda de 500 millones de pesos a
“Mercado Libre” de Marcos Galperín, las trabas de la AFIP al salvataje de OCA
(un as en la manga que el gobierno se guarda para apretar a Moyano, y vencer su
resistencia a la reforma laboral) y la negativa de Abad a convalidar la venta
de los medios del Grupo Indalo a Rosner y Mindlin (que actúan como testaferros
de Macri); precisamente porque el hostigamiento contra Cristóbal López comenzó
con la AFIP pidiendo y obteniendo su inhibición general por la deuda por
evasión del impuesto a los combustibles.
¿En qué quedaron
aquellos tiempos en los que una de los cargos más graves contra Boudou en el caso
Ciccone era haber intercedido ante Etchegaray para que la AFIP le concediera un
plan especial de pago de su deuda por impuestos? Ah, sí, quedaron en Boudou
preso sin condena y Etchegaray procesado por lo mismo que ahora quieren
obligarle a hacer a Abad.
Pero volvamos a la
filtración del blanqueo: la obsesión de Macri con “matar al mensajero” sea éste
Verbitsky o-por omisión- Abad revela también lo crucial que fue ese blanqueo
para la clase empresarial que él integra; en tanto la ventana de oportunidad que
les abrió su acceso al poder político formal les posibilitó hacer borrón y
cuenta nueva con años de sistemática evasión impositiva, fuga de capitales y
lavado de dinero, un verdadero rasgo sistémico y estructural de nuestra
burguesía criolla; y de cunto plan económico ensaya el neoliberalismo en
nuestra país, como ocurre actualmente.
Y la revelación de
la cuantía de lo blanqueado echa luz sobre ese aspecto, en el que ellos como es
natural, prefieren mantener sombras y oscuridad.
1 comentario:
Silenciarlo a Verbitsky es muy pero muy groso. Preocupa pensar dónde irá a parar este país, como sigan gobernando estos delincuentes. Y pensar que están en la cima del poder gracias al voto de unos cuantos millones de votantes que aún no se sabe si son muy brutos o muy hijos de puta.
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