LA FRASE

"VOLVÍ PARA OFRECERLE AL PRESIDENTE MI COLABORACIÓN PARA RESOLVER EL PROBLEMA DE LOS CANDIDATOS QUE PROPUSO PARA LA CORTE." (FABIÁN RODRÍGUEZ SIMÓN)

jueves, 8 de noviembre de 2018

EL PERONISMO DEL CARPATHIA (*)


La reforma previsional del año pasado marcó un punto de inflexión en lo que se suponía era una inexorable marcha del macrismo hacia su hegemonía política, con reelección de Macri asegurada. Una reforma que desató una extendida protesta social (incluso de parte de su propia base electoral, como los jubilados), pero que no hubiera podido salir sin el indispensable concurso de la “oposición responsable”, en este caso del “peronismo racional”, porque el massismo ya comenzaba a despegarse de su alineamiento automático con las iniciativas del oficialismo.

Incluso el sindicalismo dialoguista nucleado en la CGT se opuso a la medida, y el contexto político que creó la reforma paró la reforma laboral que el gobierno impulsaba, incluyendo los puntos que estaban consensuados con la dirigencia cegetista, pero no limitados solo a ellos: cual caballo de Troya, en el combo iban los que hasta el sindicalismo benévolo había rechazado.

Desde entonces para acá, el deterioro político del gobierno fue en paralelo con el de la situación económica, y sus implicancias sociales, cosa que por supuesto no es casual; hasta que se llegó al primer acuerdo con el FMI, su segunda versión y la discusión en el Congreso del presupuesto, aun pendiente de aprobación en el Senado. En el tránsito de una Cámara a otra, lo que ya se insinuaba como una incipiente rebeldía de un grupo de gobernadores del PJ que venían “apostando a la gobernabilidad”, se transformó en una fractura expuesta del bloque de Pichetto, con un número no menor de senadores que anunciaron públicamente que van a votar en contra.

Todo indica que finalmente el presupuesto será aprobado con los votos de “Cambiemos” y una parte del bloque de senadores que aun le responden a Pichetto, lo que agrava aun más el costo político que paga el rionegrino al acompañar el programa de ajuste del FMI, porque tiene menos gente con la que compartirlo. Inmune a ese hecho, el pre candidato presidencial se convirtió en la discusión en comisiones en un vocero de los intereses del gobierno, con más enjundia incluso que la que pusieron los propios senadores oficialistas; así como viene yendo más allá del gobierno (lo que es mucho decir) en otras cuestiones como la política migratoria.

Dejemos de lado por un momento el hecho de que Pichetto entienda que de ese modo capta un nicho electoral disponible por el “efecto Bolsonaro”, para concentrarnos en otro que es más relevante: el presunto rey del pragmatismo del partido pragmático por excelencia (es decir, el PJ), decide de ese modo asir definitivamente su suerte al proyecto político de un oficialismo menguante, de cuya continuidad electoral ya dudan todos, incluyendo a los propios y a “los mercados”.

Amén de las obvias coincidencias ideológicas con el gobierno, lo concreto es que ese sector del PJ ha decidido comportarse - hasta el final como parte integrante en los hechos de la coalición oficialista, cosa que corrobora el propio Pichetto al ofrecer su renuncia a la presidencia del bloque, y al sacudir a los gobernadores y senadores “rebeldes” con el sambenito de castristas (ese maccartismo sí se puede ver, Miguelo), siendo que aun sigue siendo el secretario de Acción Política del Consejo Nacional del PJ, puesto por ellos, para actuar como su nuncio ante el gobierno. ¿Afectado por el síndrome de Paladino Pichetto prefiere apurar los tiempos para que no le pase lo que al ex delegado de Perón ante Lanusse?

Otro tanto puede decirse de la conducción de la CGT, hoy reducida a un dúo (Daer y Acuña), tras la renuncia de Schmidt, por diferencias que ahora quedan cada vez más expuestas: cuando el avance implacable de la inflación sobre los salarios amenaza la posibilidad concreta de los trabajadores de llegar a fin de mes, y algunos gremios (judiciales, bancarios, camioneros) logran reabrir sus paritarias y obtener aumentos más en línea con la evolución de los precios, y desde el gobierno empezaban a alertar por el efecto inflacionario de una reapertura generalizada de las discusiones salariales, la conducción de la CGT le tira un salvavidas negociando un bono (como en el 2016) cuyas características definitivas aun están por verse, y que compensaba solo en una mínima parte el poder adquisitivo perdido; además de un gaseoso compromiso de “hacer algo” para limitar la ola de despidos.

O sea, una colaboración crítica en un momento muy oportuno (para el gobierno) para salvar el principal objetivo de su político económica: el retroceso de los salarios, como única ancla posible de la inflación, y la tolerancia a los despidos, como herramienta disciplinadora de las demandas para recuperar el terreno perdido en ese aspecto. Tan crítica como el aporte de Pichetto a la aprobación del presupuesto armado para ejecutar el ajuste del FMI, que es la moneda de cambio para que éste aceptara financiar la campaña de reelección de Macri, evitando (o tratando de hacerlo) un default de la deuda, antes de las elecciones de renovación presidencial.

Y hablando de financiamiento a la reelección presidencial: anotemos también entre los éxitos de Pichetto haber acompañado el proyecto para que las empresas puedan financiar las campañas de los partidos políticos y sus actividades en general, al mismo tiempo que se subirían los gastos máximos autorizados, y se disminuirían los espacios gratuitos en televisión para las distintas fuerzas políticas; en exclusivo beneficio de las empresas de medios.

Ambos (Pichetto y la CGT) desertan así de un compromiso opositor que nunca estuvieron dispuestos a asumir y de una representación que invisten en lo formal, pero se niegan a ejercer: la de los afectados por las políticas de Macri.; marcando así claros límites (una vez más, por si hiciera falta) a los límites posibles de la “unidad opositora ampliada, con todos adentro”.

Dicho esto porque no solo Pichetto sigue conservando su cargo formal en la nomenclatura de la conducción nacional del PJ, sino porque el propio Daer acaba de ser incorporado hace pocos días a la mesa de acción política del Consejo Nacional; que se supone que es el ámbito para diseñar las estrategias políticas a seguirse por el peronismo, hasta las elecciones y el final del mandato de Mauricio Macri.Tuit relacionado:

(*) El RMS Carpathia fue un transatlántico británico de la compañía naviera Cunard Line que fue construido en los astilleros de Swan Hunter & Wigham Richardson. Después de nueve años en servicio sin ningún incidente destacado, el Carpathia recibió las llamadas de socorro del RMS Titanic en la madrugada del 15 de abril de 1912 mientras realizaba su rutinaria travesía desde Nueva York hacia Fiume (Austria-Hungría) -en la actualidad Rijeka (Croacia)-. El capitán Arthur Rostron cambió el rumbo del barco para ir al rescate del Titanic, y rescató a setecientos cinco supervivientes al alba y regresó a Nueva York el 18 de abril.

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