LA FRASE

"VOLVÍ PARA OFRECERLE AL PRESIDENTE MI COLABORACIÓN PARA RESOLVER EL PROBLEMA DE LOS CANDIDATOS QUE PROPUSO PARA LA CORTE." (FABIÁN RODRÍGUEZ SIMÓN)

jueves, 15 de diciembre de 2011

EN BUENOS AIRES TAMBIÉN SE CONSIGUE

Ayer nomás -como decía Lito Nebbia- contábamos lo que pasa con la Policía acá en Santa Fe, y como se le retoba al poder político (en este caso al gobierno provincial socialista) y no acepta ser mandada por él; cuando ese mismo poder recula y la deja que se maneje sóla.

Por supuesto que los muchachos de la Bonaerense tienen una larga tradición al respecto, y algún que otro fiambre han tirado (antes y después de Cabezas) a los pies del gobernador de turno, cuando creían amenazados sus privilegios, o su poder.

El caso este de los palazos a los pibes de la Cámpora (para colmo, justo a ellos) en el acto de asunción de Scioli derivó como todos saben, en el pase a disponibilidad de los efectivos que participaron de la refriega, y un autocacuartelamiento de los milicos de la PBA:

 
Por supuesto que en el asunto se cruzan todo tipo de cuestiones y/u operaciones, que la supuesta interna Scioli-Mariotto, que el avance de la Cámpora en la Legislatura bonaerense y la mar en coche.
Pero el "Chino" Navarro pone la lupa donde -nos parece- está el asunto:


Después de años de dejar que la Bonaerense se maneje sóla (y aun ratificando al impresentable de Casal como ministro) Scioli parece estar empezando un cambio de rumbo, para retomar lo que en su momento intentarán Arslanián y Marcelo Saín: fortalecer la conducción civil sobre la fuerza policial (aclaración: chiste sobre Scioli y la mano dura, abstenerse).

Tal como lo dice el "Chino", el episodio disparador del conflicto (aun estando la Cámpora de por medio) no parece de una envergadura tal como para generar la reacción que generó dentro de la policía bonaerense: efectivos desplazados por excederse con el garrote ha habido miles antes, y habrá muchos otros después, seguramente.

Ni hablar de los tristemente célebres casos de gatillo fácil a los que es habitué la fuerza policial de la provincia más grande de la Argentina.

El asunto viene entonces por otro lado y allí está la verdadera discusión que cabe dar, no sí los de la Cámpora son o no pistolas, o se hacen o no los porongas en los actos (que parece que sí, aunque no en este caso, pero ése es otro cantar).

El tema es como encarar en serio y a fondo la democratización de las fuerzas de seguridad, una de las mayores deudas de calidad institucional que arrastramos los argentinos a casi 30 años de haber recuperado la democracia.

Y no sólo pasa con las policías provinciales: ahí está el caso de la Federal, la muerte de Mariano Ferreyra, y las dificultades que enfrente Nilda Garré cuando se pone las polleras y pone manos a la obra para transformarla.

Para colmo, dentro de las propias fuerzas políticas que compiten en el sistema democrático, hay quinta columnistas como Macri, que -no escaldados aún por papelones como el del "Fino" Palacios- reinciden en esto de dejar que la Policía sea atendida por sus propios dueños, y no por las mejores manos justamente:

 

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