Parece que los amigazos de la Mesa de Enlace creen a pie juntillas en aquel dicho de "cuando veas las barbas de tu vecino cortar, pon las tuyas a remojar", y tomaron nota de que el nuevo régimen de los peones rurales (además de hacer efectiva la libertad de vientres declarada por la Asamblea del Año XIII), termina con el RENATRE, una "cajita" de 340 millones de pesos anuales manejada por el "Momo" Venegas.
Es verdad que, desde el conflicto agrogarca del 2008 para acá, vienen escaldados con el kirchnerismo en cuanto al cierre de "cajitas felices"refiere: recordar la quita a la Federación Agraria de la comercialización de las cartas de porte que pasaron a la AFIP (cuando decían ademá que se iba a paralizar el comercio de granos, y sobrevendrían las diez plagas de Egipto).
Según nos dice acá La Política On Line, ahora temen que el Estado (el insaciable depredador de Biolcatti), personificado en el siniestro (y "polémico") Guillermo Moreno, meta mano en el Instituto de Promoción de la Carne Vacuna Argentina (IPCVA), que manejaría otra "cajita feliz" de 40 millones anuales.
¿Qué es el IPCVA?
Uno de los tantos engendros heredados del menemismo, aunque en realidad en este caso fue creado por la Ley 25.507 en noviembre del 2001 (o sea, mientras el país se caía a pedazos) como un ente público no estatal (que sería pagado por fondos públicos, o que debería administrar el Estado, pero que manejan los privados, en este caso, las corporaciones de ganaderos), con el objeto de promover el consumo de carne vacuna entre la población.
No faltará quien diga que a esos mismos fines (que la gente coma carne) son mejores instrumentos las paritarias, la AUH y la movilidad jubilatoria, pero bueno, no se puede conformar a todo el mundo; y el Instituto tiende a que coma carne la gente, pero de otros países.
Esos 40 millones anuales de presupuesto de los que habla LPO se conforman con una contribución obligatoria equivalente a la suma en pesos de hasta el 0,20%) del valor índice de res vacuna en plaza de faena, publicado en el Boletín Oficial por la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Pesca y Alimentación, por vacuno con destino a faena (contribución a cargo del propietario del animal) y otra contribución obligatoria equivalente a la suma en pesos de hasta el 0,09% del valor índice de res vacuna en plaza de faena, publicado en el Boletín Oficial por la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Pesca y Alimentación del Ministerio de Economía, por animal faenado (a cargo del establecimiento frigorífico que realice la operación de faena).
La propia ley de creación del IPCVA (como que fue gestada por las cámaras empresariales del sector) establece que los fondos provenientes de las contribuciones deben ser depositados en el Banco Nación a su orden, y que bajo ningún concepto pueden ser apropiados por el Tesoro Nacional, de allí que los buenos muchachos del campo agiten ahora el fantasma de la intervención: de lo contrario para que el Estado maneje ese dinero, habría que modificar la ley.
En el Consejo de Administración del Instituto el Estado está en franca minoría, como se puede ver acá en el enlace a la página oficial: la mayoría de los representantes corresponden a las cuatro entidades de la Mesa de Enlace, otras entidades ruralistas menores, la industria frigorífica y los exportadores.
Considerando el aumento sostenido del precio de la hacienda en pie de los últimos años, no es descabellado pensar que los fondos que ingresan al IPCVA serían bastante más que los 40 millones anuales de los que habla la nota; y también es vox pópuli que buena parte de esos recursos se destinaron durante el 2008 y los años subsiguientes, a financiar las actividades de la Mesa de Enlace (al igual que los aportes al RENATRE), habida cuenta del fracaso del "fondo solidario" instrumentado por las entidades para los productores financiaran su funcionamiento.
Ahí está la razón de la preocupación (más allá de que la iniciativa que le atribuyen al gobierno sea cierta o no): se trataría de otra "cajita feliz", que en este caso viene (al igual que las de MC Donalds) con hamburguesa y sorpresita.
Y más allá también de algunos discursos pseudo izquierdosos de tipos como Buzzi, que usufructuan de estos pocos claros beneficios al igual que CRA o la Rural, a las que también acompañaron en oponerse al nuevo régimen de los trabajadores del campo:
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