Después del involuntario sincericidio de Macri sobre los factores extrainstitucionales que operan en la política, se suma al debate Lilita Carrió; armando el previsible revuelo del que da cuenta acá Página 12, y acá Ambito Financiero, por ejemplo.
Como si de golpe se hubiera vuelto kirchnerista, la mentalista dice que hay maniobras dentro del peronismo y de sectores empresariales para desestabilizar al gobierno, forzándolo a devaluar para generar un caos económico del cual obtener grandes beneficios; mientras en el PJ se dirime la guerra por la sucesión.
Al igual que todo lo que dice Carrió, siempre parte de algo de realidad, en éste caso el hecho objetivo (que ya a esta altura es poco serio discutir) de que los que mandan en la estructura económica de la Argentina están buscando -cada vez con menor disimulo- el modo de influir decisivamente en el rumbo futuro, tanto hasta el 2015 como -sobre todo- después de esa fecha.
Vieron en los resultados de las PASO una ventana de oportunidad porque el gobierno salió debilitado, y no la van a desaprovechar.
Pero no perdamos de vista que Carrió dice lo que dice, por las mismas razones que Macri: porque siente y sabe que el "círculo rojo" la excluye y se queda afuera; porque la interna de verdad, la que pesa, la que importa, se dirime (para bien o para mal) dentro del peronismo.
Hay en sus dichos un dejo de fastidio por haberse prestado por años a ser vocera (y vaya si lo fue) de intereses que nunca la tomaron realmente en serio, y hoy probablemente ni le atiendan el teléfono.
Ni en el esplendor de aquél 23 % del 2007 fue Carrió un prospecto elegible para el establishment vernáculo, pero no por su supuesta intransigencia moral, sino por su incapacidad de construcción política: nunca pudo garantizarles alinear detrás suyo un volumen considerable de estructura política con peso institucional, como para imponer una agenda de gobierno en línea con sus demandas. No es que Lilita no quisiera, sino que nunca pudo.
Y hoy mismo se vería partiendo en condiciones desventajosas en una interna del espacio "republicano" con Binner o Cobos; siempre que aceptara someterse a esas reglas, que sólo aceptó en la CABA porque estaba segura de ganar.
En este contexto y tal como lo dijo la propia Cristina el día del discurso de los "titulares" y "suplentes", la cosa sigue tanscurriendo en dos planos que a veces son paralelos, y a veces se superponen: la agenda del gobierno en el diálogo con empresarios y sindicalistas; tratando de mantener la iniciativa y tomar nota -al mismo tiempo- de demandas sociales que se expresaron en las urnas: cambios en Ganancias y el Monotributo, medidas sobre el sistema ferroviario, acciones sobre la inseguridad, por un lado; y los movimientos sinuosos en el peronismo, por el otro.
La eficacia en sí de cada una de las medidas que está tomando el gobierno, tanto en términos de posibilidad de incidir sobre la realidad, como en los resultados de octubre, es algo que está por verse; pero el kirchnerismo ha aprendido en estos años que gobernar es como andar en bicicleta: si te quedás quieto y perdés el impulso, te terminás cayendo.
De hecho los resultados de agosto fueron consecuencia en buena medida de una lectura equivocada del 54 %, que no tomaba registro de las nuevas demandas que iban apareciendo.
El sentido de mantener al gobierno activo y con iniciativa (aun volviendo sobre sus propios pasos en algunos aspectos), y las reiteradas definiciones de Cristina sobre que no esperen de ella cambios de rumbo (de lo que toma nota acá el espía Pagni en La Nación, en otro registro) no son hechos contradictorios, sino dos caras de una misma moneda: el gobierno necesita generar hechos para mejorar la cosecha en octubre, para retener o aumentar sus bancas en el Congreso y transcurrir -lo más tranquilo posible- los dos años que le quedan de mandato, sin problemas de gobernabilidad.
Y aunque no falten dificultades por el lado de la economía (los movimientos con el dólar, la inflación, la presión de los fondos buitres), las mayores provienen de la política; donde en el viscoso mundo del peronismo comienzan los movimientos para posicionarse de cara al 2015.
Hacia allí está apuntando Cristina con sus definiciones y sus medidas: en lenguaje crudo de poder (sin apelar a lealtades que en muchos casos sabe difusas) a que el complejo dispositivo del PJ comprenda que lo mejor que le puede ocurrir, de cara a sus aspiraciones para el 2015 (quienquiera sea que las tenga) es que al gobierno le vaya razonablemente bien; más allá de octubre.
De modo que todos aquellos que detentan un poder territorial (gobernadores, intendentes) perciban que del mismo modo que su situación relativa mejoró en todos esos años (pudieron olvidarse de penar para pagar sueldos, y dedicarse a hacer obras, sin ir más lejos), nada es eterno y los tiempos de estrecheces pueden estar a la vuelta de la esquina, si se toman las decisiones equivocadas; tanto en economía (por ejemplo si se cede en toda la línea a las presiones del "círculo rojo"), como en política (si se presta atención a los cantos de sirena destituyentes, que pueden provenir del mismo lado).
Si se sientan a pensar un poco, verán que vienen de 10 años en los que hubo un proceso de crecimiento económico que se reflejó en las cuentas públicas, y en que las transferencias del Estado nacional a las provincias (y por carácter transitivo, a los municipios) por coparticipación y otras remesas aumentaron más de un 50 %, en términos reales: del 6 al 9,4 % del PBI según acotaba acá Diego Rubinzal, y con el costo de subir la presión fiscal mayormente a cargo del mismo gobierno nacional como señalábamos acá: racionalidad instrumental pura, que le dicen.
Por otro lado el fenómeno Massa se manifiesta -al menos hasta hoy- en un torneo de saltos individuales con garrocha de tipos con volumen electoral variable (la mayoría escaso, e intenta salvar la ropa, sacando más que lo que pone del experimento), y en una catarata de generalidades disfrazadas como propuestas (tirando títulos que tocan temas sensibles para el electorado), a las que a poco de tirar, se les ven las costuras.
Probablemente eficaz en lo inmediato pensando en las urnas de octubre, está por verse cuanto de cara al 2015 cuando haya que dirimir en esas mismas urnas la sucesión de Cristina, hacia adentro y hacia afuera del peronismo.
Claro que la idea de Cristina de intentar mantener un razonable control del proceso tiene que ver también con sostener (y si es posible acrecentar) su capacidad de influir a futuro en esa disputa (como toma nota el propio Pagni, siempre en su propio registro), que además según como se de, le puede empiojar el gobierno: no es tan fácil disociar ambas cosas, porque la realidad es más compleja.
2 comentarios:
¿Donde hay que firmar Kumpa?
Nosotros somos Ella, abrazos
Massa, otro globo de ensayo del establishment,otra esperanza blanca.
Muertos (o nacidos muertos)Cobos, Macri,Carriò, Binner , recurren ahora a buscar un nuevo candidato en el PJ ¿Dónde si no?
Pero Massa es un suplente, y por eso sale a buscar el voto gorila.
Clarín conduce, Monsalto dignifica.
Ojalà el destino nos salve de los traidores.
El Colo.
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