Se suele decir que el de Macri (como todo gobierno neoliberal) es un gobierno sin presente: ante la falta de resultados concretos de gestión para exhibir, el discurso político del oficialismo se centra en el pasado o en el futuro.
En el primer caso apelando
siempre a la excusa de la “pesada herencia recibida” para explicar la falta de
resultados, y ofreciéndose como la garantía para impedir el retorno de la
bestia populista.
En el segundo, para pedirnos
sacrificios y esfuerzos hoy, para poder alumbrar un mañana venturoso, con metas
que se van corriendo: el segundo semestre, la luz al final del túnel.
O al menos así era hasta hace un
tiempo, cuando ya ni se hacen las habituales promesas difusas de que “estamos
mal, pero vamos bien y vamos a estar mejor”.
Por el contrario, cada día con
mayor asiduidad voceros oficiales u oficiosos del gobierno, y los propios
medios hegemónicos que forman parte del dispositivo político del oficialismo
nos están diciendo que “Cambiemos” necesita un triunfo en las elecciones de
éste año, para sentirse legitimado para emprender un ajuste feroz, más profundo
incluso que el que ya hizo.
Por supuesto que la ingeniería
comunicacional del duranbabismo aconseja no mentar en público y con todas las
letras la soga de ese ajuste en la casa de los ahorcados/posibles ajustados
(jubilados, beneficiarios de planes sociales, empleados estatales, usuarios de
los servicios públicos); pero si se saben leer las señales, ahí están.
La televisación del fútbol será
gratis pero hasta el momento en el que se abran las urnas, y se cuenten los
votos: a partir de entonces las consecuencias de haber eliminado el “Fútbol
Para Todos” se harán sentir en los bolsillos.
El presidente (nos cuentan)
recogió al vuelo las sugerencias de los Melconianes varios que reclaman atacar
el déficit fiscal drásticamente, y les pide a sus ministros un fuerte recorte
de gastos (que tendrá impacto social, no caben dudas al respecto) para el 2018,
cuando las elecciones sean un recuerdo.
Acaso en un intento de
simplificar el análisis de los resultados de las elecciones presidenciales del
2015, o de ganarse la simpatía de los que votaron a Macri y hoy se sienten
defraudados, nosotros mismos solemos caer muchas veces en la teoría del
“engaño” de los votantes; tomando como ejemplo paradigmático las desmentidas
del propio Macri en el debate televisivo entre los candidatos al balotaje, a
las advertencias de Scioli sobre lo que haría. La propia Cristina lo hizo hace
poco en el reportaje en C5N, y por la misma senda transitó el documento de presentación de "Unidad Ciudadana".
Algo dijimos en su momento acá al respecto, y a ello nos remitimos: sin descartar de plano la
teoría del “engaño”, sería un grave error político suponer que ella sola
explica el cúmulo de votos que obtuvo Macri para llegar a la Rosada. Las causa
fueron múltiples y más profundas, como se señaló entonces.
Sin embargo y aun tomando como
buena la idea de la “estafa electoral” , todo indica que en el caso de las
elecciones de éste año será difícil poder volver a hablar de eso cuando se nos
está advirtiendo que el gobierno saldrá a buscar el voto para luego
interpretarlo como un mandato para hacer lo que siempre quiso: profundizar el
ajuste.
Más aun: hay quienes sostienen
que el gobierno se comporta como si fuera inmune a los resultados electorales
(algo de eso deslizó Dujovne, el ministro comentarista), e incluso computando
la posibilidad de perder las elecciones, ratificó su rumbo de antemano.
Así las cosa entonces y
-reiteramos- aun admitiendo que la primera vez muchos fueron “engañados” si
vuelve a pasar (como dicen) ya no podremos ni podrán echarle la culpa a Macri y
al gobierno: será pura y exclusiva responsabilidad de cada uno, y de lo que
decida hacer con su voto.
2 comentarios:
Siempre sostuve que hay que ser muy bruto o muy hdp para votar al gobierno actual. Pero según como veo que va la corriente, me decanto por lo último. Este país está lleno de reaccionarios hdp que no soportan ver que otros tengan derechos, que otros tengan beneficios, que otros puedan sacar la cara del fango. Son tan hdp que prefieren estar mal, si ven que los demás están peor.
Los neoliberales tienen un discurso claro para la gente: sufran ahora, que en el futuro se verán los frutos. Mientras tanto, con los frutos se quedan ellos.
Igual que la iglesia con los pobres, sufran ahora, que de ustedes será el reino de los cielos.
Sufrimiento sumiso y actual a cambio de puro humo, de algo incomprobable.
¿Se puede ser tan pelotudo? ¡Sí, se puede!
El Colo.
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