(*)
Aunque los analistas
clásicos no lo terminen de reconocer, Cambiemos es, antes que nada, una máquina
de ganar elecciones. (Pasa que se quedaron encerrados en esa idea de que son
básicamente una manga de garcas hijos de puta) Los sucesivos triunfos de
Mauricio Macri en la ciudad de Buenos Aires podrían ser considerados como los
antecedentes básicos. (Ahí ganaron De La Rúa y Rodríguez Larreta también, o
sea que medio que no daría para darle certificado de “máquina” as nada, salvo
de hacer boludos) Pero ya, entre los verdaderos profesionales de las
campañas, nadie duda que sus candidatos, los de Cambiemos, son los más serios,
disciplinados y aptos para competir y, eventualmente, triunfar. (Claro, como
Miguel Del Sel, Garro, Arroyo o Mc Allister. Y eso que todavía no le dieron la oportunidad que
se merece al Mago Sin Dientes) Tienen, por caso, los dispositivos de
encuestas más sofisticados para saber adónde y entre quienes pueden ir a pelear
el voto que les falta. (Y para saber por donde no tienen ni que aparecer
porque los cagan puteando, como en los timbreos) El marketing político es
el más moderno y copiado de todos. Y, como si esto fuera poco, ni el presidente
Mauricio Macri, ni la gobernadora María Eugenia Vidal, ni el jefe de gobierno
porteño, Horacio Rodríguez Larreta, y mucho menos el jefe de gabinete, Marcos
Peña, ni el asesor Jaime Durán Barba tienen la menor duda de tomar una decisión
audaz, e incluso con la que no estén del todo de acuerdo, con tal de conseguir
los votos que se necesitan. (Exacto, son básicamente inescrupulosos,
amorales y totalmente carentes de todo prejuicio ético. El tema es que se
disfrazan de abanderados de la moral republicana)
El lanzamiento de la
tarjeta de descuento del Banco Provincia se puso en discusión hasta que Vidal
hizo entender a su equipo que se trata de una ayuda extraordinaria para una
etapa de emergencia. (De emergencia electoral: venían terceros en el
conurbano en las encuestas) La decisión del Presidente de lanzar créditos
para el consumo de quienes reciben Asignación por Hijo por un total de $ 50 mil
millones se encuentra en las antípodas de la ideología antipopulista del jefe
de Estado y buena parte de su equipo económico. Pero lo hará, entre otras
cosas, porque no tiene otra manera de convencer a los decepcionados y a quienes
no les alcanza el dinero para vivir. (O sea que la principal herramienta
política de la máquina de ganar elecciones para ganar una elección es
hacer...populismo. Perfecto, sigamos) Los que viven en la Tercera sección
Electoral. Los habitantes de La Matanza y su zona de influencia. (O sea, los
que van a votar a Cristina) Y, entre ellos, los que podrían llegar a votar
a Sergio Massa, porque hace rato que ya le dieron la espalda a Cristina
Fernández. (Que conforme a la descripción que hiciste, serían algo así como
el unicornio azul de Silvio Rodríguez: una criatura mitológica, perdida y que
no la encuentran)
Esta será una campaña
electoral sin demasiados escrúpulos, ni disquisiciones morales. (Eso, nada
de hacer como en la anterior, que hicieron un montón de promesas sabiendo de
antemano que, cueste lo que cueste, las iban a cumplir escrupulosamente) A
matar o morir. O ellos o nosotros. (No sé si advertiste, Luis, que estarían
faltando unas comillas de modo tal que lo dicho no te sea atribuido como una
opinión personal, sino la de una fuente. Hay que cuidar ciertas formas) Haciendo
lo que hay que hacer, más allá de los principios. Lo demás, lo discutimos
después de celebrar. (Siguen faltando las comillas. Y los escrúpulos. Al
final la “nueva política” es peor que el peor de los intendentes del conurbano)
Las expectativas, antes de asumir el actual Presidente, eran enormes. (Depende
a quien le preguntes: Franco Macri, por ejemplo, no esperaba mucho, conociendo
el paño) Iban a llegar inversiones de inmediato. La economía iba a crecer
sin demoras. (Y Gaby Michetti volvería a caminar) El equipo de comunicación política del Gobierno no informaría el
desastre con el que se encontró para no tirar mala onda. (Que buenos que son, cualquier otro en lugar de ellos hubiera apelado a culpar de todo "a la pesada herencia") Pero pronto se dieron
cuenta que era todo más difícil de lo que parecía. (Y claro, había que
levantarse temprano, no alcanzaba con timbrear y boludear en las redes
sociales, tenían que dedicarle en un día las horas que estaban acostumbrados a
trabajar en una semana. Así a cualquier se le complica) Entonces
resolvieron insistir sobre el pasado, pero lo hicieron tarde y mal.
Transformaron
a Cristina Fernández en el mejor ejemplo para no volver al pasado. Y en el
mejor instrumento para explicar la identidad constitutiva del oficialismo. (O
sea básicamente el viejo antiperonismo gorila misógino y garca de siempre, con
nuevo envoltorio) Pero la inflaron demasiado. La marioneta empezó a
funcionar de manera autónoma. (Claro, porque Cristina empezó en política
cuando desde “Cambiemos” la empezaron a inflar. Dále, Luis,
ponéte las pilas) Ahora la ex presidenta tiene
posibilidades de ganar. Los números no mienten. Se convirtió, más que en una
excusa funcional, en amenaza. (¿Pintó cagazo de golpe, o es una impresión
nuestra?) Entonces los estrategas de campaña de Cambiemos pegaron un
volantazo (Y se fueron al pasto. Ah, no, pará: ya estaban ahí) y
volvieron a empezar. La cuestión, a partir de ahora, ya no será más,
confrontar, directamente, con Cristina y su Unidad Ciudadana. Lo mejor será
esmerilar a Sergio Massa, líder de 1País, para ganarle el voto blando que
todavía no abandonó ni a Macri ni a Vidal. (Ah, para eso son los créditos de
3000 pesos a beneficiarios de la AUH, que como sabemos son la base electoral de
“Cambiemos”)
En los
próximos días le dirán al ex intendente de Tigre ventajita. (Uuuhhh, que
duro) Repetirán que se trata de un dirigente poco confiable. (Tedible,
nos acota acá Bonelli. ¿No será mucho, Luis?) Lo criticarán por su reclamo
de bajar el déficit y sus propuestas simultáneas que, para Cambiemos, implican,
en especial, subir el mismo déficit que dicen querer disminuir. (Bueno,
viniendo de los que van a fundir la ANSES dando créditos para ganar una
elección, no suena muy coherente) Le enrostrarán no haber dicho ni mu sobre
la corrupción de Néstor y de Cristina mientras fue su jefe de gabinete, (Cosa
que no les preocupó antes, cuando lo fueron a buscar cada vez que necesitaban
aprobar una ley en el Congreso) y unos cuántos años después. Y, si al
final, con todo eso no resulta suficiente, comenzarán a agitar la campaña del
miedo. (¿Cuál, la de Scioli antes del balotaje, ésa?) El miedo al
regreso de Cristina. El miedo a que Argentina se parezca a Venezuela o la
provincia de Santa Cruz. (O a las colas en los supermercados de La Plata por
el descuento del BAPRO. Ah, no, pará. Debe ser por eso que quieren rajar por
decreto a la procuradora, como pasó en Santa Cruz y Venezuela. Ah, no, pará de
nuevo, rebobinemos) El miedo a que retorne el autoritarismo y la
megacorrupción. La persecución de la AFIP y el insoportable clima de guerra
política contínua. (¿No será “continúa” Luis?)
Durán Barba y Peña confían. Admiten el actual empate
técnico, (O sea, van perdiendo, mal) pero suponen que cuando Macri y
Vidal acrecienten su apoyo directo a Esteban Bullrich y lo hagan más conocido,
Cambiemos le sacará a Cristina por lo menos cinco puntos en agosto, y dos o
tres punto más en octubre. (¿Esto es posta posta como la lluvia de
inversiones y la pobreza cero, o más chanta aun?) Y si en agosto todavía
las papas siguen quemando, la campaña del miedo a la vuelta a la locura se
acrecentará, a niveles altísimos. (¿Qué piensan hacer Luis, cargarse un
fiscal y tirarnos el fardo a nosotros, o Aranguren anunciará nuevos tarifazos y
Macri una reforma laboral? Ah, no, pará, cierto que eso ya lo hicieron) El
oficialismo está tan concretado en la campaña, (Que no le queda tiempo para
concentrarse en gobernar, y así salen las cosas después: la “máquina de ganar
elecciones” versus “la máquina de hacer cagadas”) que sus cuadros más
comprometidos (¿El rabino Bergman y Dujovne, que están pintados?) ni
siquiera se preguntan cómo será el día después. (Es que saben que, según
como salgan las cosas, puede que no haya un día después) Desde el punto de
vista de las mayorías legislativas, nada cambiará demasiado. (Es cierto:
salvo que el pichettismo se les pare de manos, si les empieza a sentir olor a
cala, nada cambiará demasiado) Por eso deberían plantear una estrategia
concreta para salir de la decadencia de manera más rápida y menos gradual. Es
verdad que para hacerlo necesitan de un triunfo muy claro, pero también es
cierto que si no muestran determinación, (O sea, si no tienen los huevos
para ajustar igual, aunque pierdan por paliza) los próximos dos años los
argentinos seguiremos discutiendo sobre cuestiones atinentes al siglo pasado. (Como
los derechos laborales o las jubilaciones, ponéle)
(*) Las negritas son nuestras, el original acá.
2 comentarios:
Son muy cruele con luisito y omiten su enorme contribución - a casi la mitad de la maravillosa revolución de la porquería - para hacer realidad los delirios virreinales sobre crecimiento y desarrollo, sí, señores, están minimizando el hecho de que luisito es la UNICA máquina produciendo a pleno, ustedes dirán que produce boludeces, pero produce y produce.... por favor, sean justos.
Che, que merca estará consumiendo Luisito? Porque delira mal...
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