El aeropuerto de Sauce Viejo debe estar -objetivamente- más o menos en el puesto 100 del orden de prioridades en las necesidades de infraestructura pública a cubrir por el Estado provincial, en la ciudad de Santa Fe y su zona de influencia.
Al sólo título de ejemplo, pensemos que desde el 2007 para acá (cuando comenzaron los gobiernos del Frente Progresista) la provincia solo construyó una sola escuela nueva en la ciudad (en 2009, durante el gobierno de Binner), financiada íntegramente con el fondo sojero nacional en trance de desaparición; cuando el secundario es obligatorio desde el 2006 en todo el país, y la misma ley de educación que lo dispuso manda a extender a por lo menos el 30 % de las escuelas el régimen de jornada completa.
O pensemos también que los santafesinos venimos pagando desde el 2013 en nuestra facturas de Aguas Santafesinas un cargo solidario del 10 % destinado a ampliar la cobertura de la red cloacal, y aun hay alrededor de un 30 % de los habitantes de la ciudad que carecen del servicio.
Sin embargo, nadie en los medios se queja por eso. Pero con el aeropuerto la cosa es distinta: basta que aparezca el lobby de "los vivos de la fuerza" (Bolsa de Comercio, diario El Litoral, ADE, Unión Industrial, Centro Comercial) reclamando para que sea puesto en el primer lugar de las prioridades, y todos los niveles del Estado (nacional, provincial, municipal) se ponen a trabajar en el tema.
En ese tren hasta se llega al extremo de disparates tales como decir que mejorar el aeropuerto "favorecerá a los sectores de la producción", cuando no es una terminal de carga ni nunca lo fue, y su aporte al turismo es relativo: es más una preocupación de los santafesinos que tienen "resto" para pasear afuera y envidian a los rosarinos o cordobeses porque tienen vuelos directos al exterior desde sus ciudades, que de los turistas que puedan venir por acá viajando en avión. La clientela electoral de "Cambiemos" y del Frente Progresista, digamos.
Tampoco es que en realidad les preocupe realmente la conectividad aérea de la región: apenas arrancó el gobierno de Macri, Aerolíneas Argentinas rescindió el convenio que tenía con Sol Líneas Aéreas y la zona perdió vuelos que nunca recuperó. Pero luego aparecieron en el horizonte las "low cost" vinculadas a los negocios de los funcionarios del gobierno (empezando por el propio Macri y su familia con Avianca, y pasando por Quintana con Fly Bondi), y las cosas comenzaron a cambiar.
Se redobló la ofensiva para poner guita en el aeropuerto, para prepararlo para el desembarco de las nuevas líneas aéreas que nos iban a abrir las puertas al primer mundo; y así como en El Palomar el Estado se puso con 30 millones de dólares que deberían haber puesto los privados para transformar una base aérea en un aeropuerto comercial, acá la inversión corrió por cuenta de la provincia; que lleva gastados más de 190 millones de pesos que pudieron tener mejor destino, en obras que no se terminaron aun, ya que el propio Lifschitz les fijó por decreto un plazo de finalización al 31 de enero de éste año.
No debe sorprender ese gasto en manos de un gobernador cuya administración lleva gastados más de 110 millones de pesos en la remodelación de la plaza frente a Casa de Gobierno (en complicidad con Corral, que diseñó el proyecto) y el estacionamiento que está detrás. Se replica así en el caso del aeropuerto la misma lógica del proyecto de traslado del puerto, el "Parque Biblioteca de la Constitución" y otras obras del estilo: el grueso de los santafesinos no contamos a la hora de decidir cuáles son las prioridades en la inversión pública, derecho al que solo tiene acceso un puñado de privilegiados con capacidad de lobby sobre las estructuras del Estado.
Para peor, inversiones públicas decididas bajo un supuesto (la llegada de las "low cost" al aeropuerto de Sauce Viejo para operar desde allí) que está por verse si se verificará, porque las últimas noticias son que la única compañía que seguramente seguirá operando por acá será Aerolíneas Argentinas, con los mismos vuelos.
Y obras que -según nos informan- estarían mal hechas, aunque nadie propone sancionar a las empresas, porque eso queda para las de Lázaro Báez: en éste caso las adjudicatarias con habituales contratistas de la obra pública municipal (aportantes a la campaña de Corral, bah), cumpliendo así con el "loteo" de contratos del Estado pactado entre radicales y socialistas.
Para peor, inversiones públicas decididas bajo un supuesto (la llegada de las "low cost" al aeropuerto de Sauce Viejo para operar desde allí) que está por verse si se verificará, porque las últimas noticias son que la única compañía que seguramente seguirá operando por acá será Aerolíneas Argentinas, con los mismos vuelos.
Y obras que -según nos informan- estarían mal hechas, aunque nadie propone sancionar a las empresas, porque eso queda para las de Lázaro Báez: en éste caso las adjudicatarias con habituales contratistas de la obra pública municipal (aportantes a la campaña de Corral, bah), cumpliendo así con el "loteo" de contratos del Estado pactado entre radicales y socialistas.
En medio de todo eso, el "mega DNU desburocratizador" vino en realidad a burocratizar; porque en su artículo 42 transfiere el control del tránsito aéreo -entre otros aeropuertos- del de Sauce Viejo de la Dirección de Control de Tránsito Aéreo de la Fuerza Aérea (Ministerio de Defensa), a la Empresa Argentina de Navegación Aérea (EANA), del Ministerio de Transporte; y con esa excusa demoran la habilitación (según Lifschitz), aunque Corral lo atribuye a la demora en las obras, para de paso bancarle los trapos al gobierno de Macri.
El gobernador dice que se comunicó con Dietrich para imponerlo del tema, cosa que el ministro dijo desconocer, o sea no sabía que ahora el control de tránsito aéreo y por ende las habilitaciones técnicas del aeropuerto dependen de él. Lo que de ser cierto confirmaría que no sabe que firmó un DNU como manda la Constitución, pero estando de vacaciones en Suiza.
En el medio de todo este mamarracho (donde sobrevuelan las low cost que no arrancan a volar, como pasó esta semana con Fly Bondi, lo que no sería ajeno a la demora en la habilitación), los santafesinos seguimos careciendo no ya de un aeropuerto, sino de una clase política que esté a la altura de las circunstancias a la hora de fijar las prioridades de gobierno, y decidir en que invertir el dinero de nuestros impuestos. Porque en el sainete del aeropuerto, de eso nadie habla.
(Actualización: Corral fue a hablar con Dietrich y en un día consiguió que todo lo que estaba mal, pase a estar bien y habiliten el aeropuerto, pero por gestión suya):
(Actualización: Corral fue a hablar con Dietrich y en un día consiguió que todo lo que estaba mal, pase a estar bien y habiliten el aeropuerto, pero por gestión suya):
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