LA FRASE

"LAMENTAMOS MUCHO LA MUERTE DE ROBERTO GIORDANO, NOS QUEDA EL CONSUELO QUE ANTES DE SU PARTIDA PUDIMOS CUMPLIRLE EL SUEÑO DE DISOLVER LA AFIP." (MANUEL ADORNI)

sábado, 20 de enero de 2018

HAY QUE SER GUAPO PARA PUBLICAR UNA NOTA EN LA NACIÓN ELOGIANDO A MITRE, EH; NO ES PARA CUALQUIERA


(*)

El 19 de enero de 1906 moría Bartolomé Mitre y, según los biógrafos, sus últimas palabras fueron "no me embalsamen". (Claro, tenía miedo que lo metan detrás de un cristal como a Lenín) No me constan los motivos prácticos o teóricos de ese pedido, (¿Y si te constaran en qué cambiaría la cosa?) pero en términos históricos y políticos Mitre no está embalsamado. El hombre que hizo de la historia y la política la razón decisiva de su existencia (“Las” razones, son dos: la historia y la política. A menos que vos compartas la idea de Jauretche, que decía que el mitrismo era una “política de la historia”) no podría permitirse la licencia (Claro, no era como Macri) de renunciar a seguir gravitando con sus ideas. (¿Ves? A Mauricio cuando excepcionalmente se le cae una idea, es de escasísima gravitación) Como Sarmiento, como Alberdi, con quienes sostuvo tantas coincidencias y tantas disidencias, Mitre mantiene una rigurosa actualidad. (Y un riguroso diario de actualidad, digamos todo) Sus ideas, sus proyectos, incluso sus esperanzas, están presentes en nuestros debates públicos, en nuestras diferencias, en nuestros dilemas. (Y sus disparates y sus crímenes, ni te cuento) La nación, el Estado, la ley, las libertades, son temas en los que Mitre siempre tiene algo para decirnos. (De la guerra del Paraguay o los degolladores uruguayos en cambio, prefiere no hablar)
Primera lección. Creyó en este país y nos enseñó a creer en él. (¿Cómo no creer en un país donde semejante mediocre llegó a presidente primero, y a prócer en vida después?) Imposible pensar la política, ayer y hoy, sin esa fe laica que Mitre tuvo en la Argentina y en los argentinos. (Bueno) Esa convicción provenía de su mirada histórica, de esa lucidez para transformar la historia en conciencia histórica, (Y en herramienta política de adoctrinamiento, más que nada) como escribió José Luis Romero. La nación forjada en la crisis y pensada como el alma misma de la política. Y la historia nacional como un fragmento de la historia universal. (Esta última una idea original de él, seguro. A nadie se le había ocurrido antes) Segunda lección. La condición necesaria para hacer posible este destino es la sabiduría política, esa combinación virtuosa de teoría y práctica, inspiración y raciocinio. (Y un poco de Rémingtons, obuses, milicos y empréstitos ingleses, también ayudan. Digamos todo) Fue exigente consigo mismo y con sus contemporáneos, pero en el vértigo de una crisis profunda escribió este consejo que hoy merecería estar presente en la memoria de todo político: "Debemos tomar a la Argentina tal cual la han hecho Dios y los hombres, para que los hombres con la ayuda de Dios la vayamos mejorando". (Una soberana idiotez, hueca y vacía de contenido, como todas las que solía decir. Pero celebrándola te garantizás seguir escribiendo en este diario para siempre)
Tercera lección. Nunca se dejó subyugar por las utopías, (Salvo cuando nos mandó a la guerra del Paraguay en nombre “de los apóstoles del libre comercio”) pero nunca renunció a las esperanzas. (Que Cohelo estás hoy, Rogelio) Pensó la política con los pies plantados en la realidad y con los ojos mirando hacia las cumbres. (Se habrá cagado golpeando contra las puertas y las paredes, por no mirar al frente) Aceptó los rigores de lo posible, pero jamás perdió de vista que sin reformas materiales y culturales no hay reformas políticas perdurables. (Dios mío, cuanto todo de nada) "Un pueblo pobre no puede ser libre; un pueblo sin instituciones no puede tener idea de sus derechos y deberes; un pueblo con malos códigos no puede tener una buena constitución; (El tema es que los Códigos vinieron después de la Constitución, y si la cagaban los codificadores ¿qué culpa tenían los constituyentes?) un pueblo con un mal sistema de hacienda no puede tener un buen sistema político; (Y un pueblo sin tetas, más que pueblo es un amigo) un pueblo que no goce de bienestar es en vano que tenga escrito en un papel sus liberutades". (Fue un protoperonista, digamos) ¿Se entiende por qué es nuestro contemporáneo? (No se entiende nada, pero metéle) Cuarta lección. En tiempos de faccionalismos, refriegas y turbulencias, (¿Vos decís que entonces había grieta también?) apostó al acuerdo, al entendimiento y a la educación. (Claro, como el entendimiento con el Paraguay y el acuerdo con el “Chacho” Peñaloza para que se dejara degollar) No desconocía el conflicto y lo asumió con coraje, (Siempre mandando a pelear a otros) pero su talento se desplegaba forjando los grandes acuerdos (Ah, por eso desde que dejó de ser presidente protagonizó tres revoluciones armadas contra los gobiernos elegidos) porque "de estos males todos somos responsables y solidarios". Creía en los estadistas, (Más bien se creía un estadista) pero rechazaba la noción del líder providencial. (Claro, para eso estaba él) Detestaba la demagogia en todas sus manifestaciones: (Por eso no se tomó el trabajo de llegar al gobierno por el voto, sino por la fuerza primero, y el fraude después) "Nunca he gobernado con los gritos de la calle -advirtió-, pero he consultado los movimientos de opinión". (Era como Durán Barba: hacía focus group) Estaba convencido de que la educación contribuía de manera decisiva a la perfección moral e intelectual de los pueblos. "El número de analfabetos debería estar escrito en las paredes del Congreso para quitar el sueño de los legisladores", (Que feo eso de andar ensuciando las paredes de los edificios públicos, parece trosco o de los capuchitas de la SIDE) escribió. Hoy podría exigirse algo parecido. (Lo que pasa es que si pintás paredes te meten en cana ahora)
Quinta lección. Fue, como le gustaba decir, un hombre de principios, (Pero si no te gustaban, tenía otros, como Groucho Marx) es decir, de ideas y convicciones, pero esos principios nunca fueron dogmas. (Salvo el del libre comercio y la relación privilegiada con Inglaterra, ninguno) Fue un liberal de medios (Claro, como el corte de cabezas o el apuñalamiento de adversarios políticos, como en Cañada de Gómez y Villamayor) y de fines. Su liberalismo se confundía con la moderación, pero también con la curiosidad y el asombro. (¿?) Siempre fue un político que en los momentos de crisis dijo lo que pensaba y siempre creyó que la política no podía reducirse a consignas esterilizantes. (¿Estaba en contra del doctor Albino?) El liberalismo de Mitre se sostenía en la certeza de que la realidad siempre es más rica, más estimulante que las ideologías. (Nada más falso: si hubo en la Argentina un ideólogo abstraído por completo de la realidad, fue Mitre. Que por eso admiraba a Rivadavia -un extraviado como él- al punto de proclamarlo “el más hombre civil de la tierra de los argentinos”) Como dirigente definía lo fundamental, pero luego dejaba abiertas zonas amplias de ambigüedades para que la vida se encargara de dibujar los últimos trazos. (Y sobre todo para lavarse las manos de las cagadas y los crímenes, como en sus cartas a Sarmiento pidiéndole que “haga guerra de policía” en el interior contra los caudillos federales) Sus convicciones moderadas le ganaron enemigos históricos. (Claro, como el “extremista” Felipe Varela, o el “subversivo” Alberdi, ponéle) Los fascistas y los católicos integristas no le perdonan la república liberal; (¿Cuál, la que solo pudo garantizar una elección sin fraude 10 años después de que él muriera, la de las intervenciones federales, la de la ley residencia, ésa?)  los izquierdistas no le perdonan la república burguesa. (Pero son todos mitristas, a la hora de estudiar la historia argentina) En ambos casos, lo que no le disculpan es su condición de liberal en el sentido más noble de la palabra. (Acá correspondería citar a Alberdi, y lo que opinaba respecto al “liberalismo” de Mitre y los liberales argentinos)
Sexta lección. El historiador Hugh Trevor-Roper escribió que "los mejores políticos son aquellos que han estudiado la historia, y los mejores historiadores son los que han participado en política". (Una idiotez que andá a chequearla a la Academia Nacional de la Historia) Pensamiento ajustado estrictamente para Mitre. Fue un historiador exigente (Salvo los mitristas, nadie piensa eso, justamente se le critica su absoluto desapego por escribir historia sin base documental) y un político eficaz que percibió las señales del pasado, captó las luces del futuro y supo de las decisiones cotidianas que se deben tomar todos los días, decisiones que exigían ese "golpe de vista" que permite comprender en la confusa y vertiginosa complejidad de lo real aquello que corresponde hacer en cada instante. (Que chupada de culo monumental, sin mencionar un solo ejemplo de su obra de gobierno que demuestre lo que estás diciendo) Esa inspiración provenía de su sensibilidad, de su experiencia en el trato con los hombres, pero se apoyaba en una reflexión rigurosa acerca de las tareas a realizar para constituir un sistema de poder. (Dále que ya estás terminando, tiráte un ejemplo, debe haber) Mitre pudo equivocarse, (Una o dos veces, ponéle. Como cuando calculó el cronograma de lo que iba a durar la guerra del Paraguay y le erró por cinco años) pero en todas las circunstancias siempre supo dónde estaba parado y, sobre todo, siempre supo lo que deseaba para la Argentina. Ese sentido histórico de lo real, esa certeza acerca de lo que se debe hacer en cada momento, ese talento para establecer diagnósticos adecuados y soluciones posibles, es lo que distingue al político de todos los tiempos.
Séptima lección. Su vida propiamente dicha. Ese trajinar cotidiano entre las borrascas de la política, los rigores de la investigación (Bueno, tampoco era Herodoto precisamente) y los imponderables íntimos de la existencia. (Los dolores de próstata, o no encontrar la chata de noche y a oscuras, ponéle) También en estos planos Mitre tiene algo que decirnos. Tradujo la Divina Comedia; (Bastante como el culo, por cierto) fue el primer historiador argentino (Lo cual supone que Vicente Fidel López no existió); escribió poemas, novelas y ensayos. (Horribles la mayoría, tanto que ni en este diario los publican) Sus artículos en los diarios fueron un modelo de reflexión y criterio. (Para terminar dándole una columna a Majul, mirá a lo que llegamos) José Hernández le dedicó La vuelta de Martín Fierro. (Y bien dedicado que estaba: "La vuelta" describe al gaucho derrotado e integrado al sistema triunfante en Caseros y Pavón, que desistió de caudillos, revoluciones y montoneras. A menos que fuera una ironía) Fue austero por temperamento y por convicción. El lujo, la riqueza y la ostentación le eran indiferentes. (Pero vivía en una casa comprada “por suscripción popular”, digamos todo) Era serio y formal, comprensivo y tolerante. (Pregúntale a Saldías) Prefería la soledad a las multitudes, el estudio a la disipación. La victoria o la derrota no alteraban su estado de ánimo. (Sobre todo porque nunca ganó nada: en Pavón Urquiza abandonó, y en la guerra del Paraguay los brasileños le pidieron que se volviera para poder ganarla, porque decían que era “un hombre que todo podrá ser, menos general) Era valiente, pero no se ufanaba de su coraje; asumía los riesgos como si no le importaran las consecuencias. (Sobre todo porque no los asumía, y por eso no le importaban las consecuencias) Como los héroes de Hemingway, cultivaba la elegancia en el sufrimiento y, como los personajes de Borges, crecía en la derrota. (Se la pasó creciendo toda su vida entonces) En su prolongada vida política conoció las victorias y las derrotas; los arrullos del poder y sus ingratitudes. (Sigue la nada, ¿lo vio Escribano a esto antes de que lo publiquen? Hasta para él es empalagoso) En todas las circunstancias, nunca dejó de ser Mitre: algo taciturno y melancólico, valiente sin fanfarronería, inteligente sin ostentación. (Joya, nunca taxi) Octavio Amadeo lo recuerda en sus últimos años, "con su barba rala y el chambergo, parecía un viejo pescador escandinavo escapado de la tempestad". (Escandinavo, claro, no podía ser correntino o entrerriano) De esas tempestades Mitre sabía mucho.
(*) Las negritas son nuestras, el original acá. 

2 comentarios:

Colorado del Monte dijo...

Junto con Urquiza, tremendo par de HdeP que le cagaron la vida a 20 generaciones de argentinos.
Un sorete con cartel de calle (y diario, claro)
Abrazo militante!!!

Pocoloco dijo...

Quiero a Degrossi de diez en mí equipo