LA FRASE

"VOLVÍ PARA OFRECERLE AL PRESIDENTE MI COLABORACIÓN PARA RESOLVER EL PROBLEMA DE LOS CANDIDATOS QUE PROPUSO PARA LA CORTE." (FABIÁN RODRÍGUEZ SIMÓN)

domingo, 28 de julio de 2019

ELOGIOS VENENOSOS


A más de uno (nos incluimos) pudo haberle sorprendido que en la semana Guillermo Calvo, uno de los "gurúes" más respetados por la ortodoxia económica, elogiara a Cristina, y dijera que un triunfo de la fórmula que compone con Alberto Fernández sería lo mejor que podría pasarle al país.

Claro que si se entera de mayores detalles al respecto, y de las razones del elogio (por ejemplo leyendo esta nota de La Política Online), la sorpresa desaparece, y aparece el gato encerrado: no hay cambio alguno en la matriz de pensamiento económico de Calvo, ni un reexamen de su parte de la figura de Cristina, o de las políticas del kirchnerismo.

Lo que hay es, otra vez, una vuelta de tuerca sobre la vieja idea del establishment económico y el mundo de las finanzas (que incluye a los economistas que defienden sus intereses desde una supuesta asepsia teórica, como Calvo) de que las elecciones son apenas un contratiempo inevitable, o un pasatiempo para que la gente se entretenga de vez en cuando, y libere tensiones votando; con la ilusión de pensar que de ese modo puede cambiar algo.

O sea, el viejo cuento de escindir la política y la economía como si fueran compartimentos estancos sin comunicación entre sí, porque mientras en uno puede haber alternancia, en el otro hay solo una hoja de ruta posible de aplicar; que no es otra que la receta del ajuste perpetuo hoy, para asegurarse un futuro venturoso, mañana. En realidad, para generar los excedentes necesarios para pagar la deuda.

Alguno podría decir que ese es precisamente el plan que viene aplicando Macri y tendría razón, porque lo que está proponiendo Calvo es que un eventual gobierno de Alberto Fernández le de continuidad a ese mismo plan, porque además estaría en mejores condiciones políticas para imponerlo: podría apelar al apoyo popular al ajuste, haciéndolo ver como inevitable, echándole la culpa a la pesada herencia recibida del gobierno de Macri; que precisamente por eso no podría volver a utilizar el mismo recurso.

En términos económicos, las ideas de Calvo son mohosas de viejas, y no es preciso rebatirlas intelectual o teóricamente: es la misma realidad argentina actual las que las desecha, porque aplicadas de nuevo, produjeron los mismos resultados: destrucción de empleo y salarios, pérdida de empresas, recesión, aumento de la pobreza y además -pese a la matriz ortodoxa- altos niveles de inflación; más incluso que durante el kirchnerismo.

Pero en términos políticos lo que plantea Calvo (nostálgico de los años dorados del menemato, cuando su sueño fue realidad: el ajuste ganaba elecciones) es un disparate absoluto: Macri es la prueba viviente de que cuando comenzó a acelerar en la velocidad del ajuste, empezó a caer, primero en imagen y en las encuestas, y luego en las urnas, estrepitosamente, en la mayoría de las elecciones provinciales. 

Tanto, que está a nada de perder la reelección y Calvo lo sabe, y por eso dice lo que dice, para marcarle la cancha al futuro gobierno de otro signo. Por él no habla él, claro, sino "los mercados", para indicarle a un eventual gobierno de la hoy oposición, lo que debe hacer, si no quiere problemas. 

Pero el asunto es que para ese gobierno (sustentado esencialmente en el voto de los sectores populares, si nos atenemos a las encuestas y a sus apoyos públicos explícitos en el sindicalismo y los movimientos sociales) no le resultaría tan sencillo aplicar el "Plan Calvo" (ajuste con apoyo popular), precisamente porque pasó el menemismo primero (con su ilusión primemundista que explotó en el 2001), y Macri después; con su "pobreza cero", que terminó en cuatro millones de nuevos pobres.

Si bien Macri no ha exento del daño que causaron sus políticas a su propia base electoral del 2015 (y también tuvo votos en los sectores populares), cuando apela al sacrificio presente para alcanzar el bienestar futuro, recoge el apoyo en la cruzada de los que no se juegan nada vital en apoyar esas políticas: para los sectores populares no hay espacio para más ajuste, ni mayor lugar para privaciones.

De modo que un eventual gobierno de AF que tomara el consejo envenenado de Calvo se estaría suicidando no solo en términos económicos (profundizar el ajuste no hará sino profundizar el desastre), sino en términos políticos: estaría socavándose su propia base electoral, sin asegurarse el apoyo de otros sectores que le compensen la pérdida.  

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1 comentario:

Anónimo dijo...

Gracias Sr. Calvo.
Deje su número de teléfono, cualquier cosa lo llamamos.
El Colo.