LA FRASE

"VOLVÍ PARA OFRECERLE AL PRESIDENTE MI COLABORACIÓN PARA RESOLVER EL PROBLEMA DE LOS CANDIDATOS QUE PROPUSO PARA LA CORTE." (FABIÁN RODRÍGUEZ SIMÓN)

sábado, 16 de julio de 2011

APUNTES SOBRE EL DEBATE


Por Raúl Degrossi

Pasó el debate televisivo entre los candidatos a gobernador de la provincia, y cabe que analicemos que impresión nos dejó.

Aclaro un punto: no creo en este tipo de debates, básicamente por dos razones: el formato que impone la televisión -especialmente en el manejo de los tiempos- empobrece la discusión política porque prevalece la consigna efectista sobre el razonamiento argumentado, y el público que se interesa por verlo está politizado; y por ende casi en su totalidad ha definido su voto con anterioridad; con lo cual las proyecciones electorales del asunto son bastante relativas.  

Cada uno de los candidaros se ciñó al libreto con que venía haciendo la campaña, especialmente Miguel del Sel: siempre girando en torno a la anécdota personal (al estilo de los Cacho y María de Macri, con sus tocadas de timbre), en el lenguaje común del hombre de la calle ("vagos", "pibes", "muchachos"); que es lo que sin dudas lo coloca hasta acá en la perspectiva electoral que tiene, buscando la identificación con el votante común, como si uno de ellos mismos fuese el candidato.

Simplote, antipolítico, pero sin dudas efectivo; cabalgando en las anécdotas de las carencias sociales fruto de la desidia o la inacción de los sucesivos gobiernos, logra empatía con los votantes. Resolver los problemas que describe es bastante más complejo, y cuando trató de incursionar en eso hizo agua por los cuatro costados: "después de las elecciones tengo cinco meses hasta asumir, y ahí me voy a informar de como está la cosa", llegó a decir en un momento; o refiriéndose a las carencias en obras públicas: "sacar plata de donde sea".

Cuando sale del personaje que ha construído -como por ejemplo cuando quiso sacar chapa de político diciendo que fue a Nueva York a reunirse con Giuliani-, la cosa desmejora bastante para él; como lo recalcaron en el cierre los periodistas del panel.

Insisto en un punto: no desarrolló una sola propuesta concreta (la más de las veces coincidió con otras dichas por Rossi, como en la escolaridad de jornada completa) ni siquiera en el nivel de enunciación, mucho menos en una somera descripción de metas, plazos y recursos; pero sus votantes no esperan nada de eso, y los que no lo votan, es justamente por esos agujeros.   

Se podrán decir muchas cosas del hombre del PRO, menos que no se expuso en toda su crudeza tal cual es; con todo lo que eso significa: el atractivo que le encuentran sus votantes, la decepción que nos causa al resto la aparición de tamaña muestra viviente de la despolitización de los 90', en plena era kirchnerista de presunta repolitización de la sociedad, algo que el resultado de las elecciones porteñas ha puesto en entredicho para muchos.

Corrijo la afirmación: en todo caso hechos como el triunfo de Macri o el ascenso electoral de Del Sel, nos deben hacer reflexionar que la sociedad está efectivamente repolitizada, pero de un modo más complejo; y sino acertamos a desentrañar como funciona, tendremos problemas en el futuro, y no me refiero a las elecciones de octubre (no por lo menos sólo a eso).  

Volviendo al debate, en todo caso si se pueden anotar cambios, hubo uno en la estrategia de Agustín Rossi: al caracterizar el gobierno de Binner (al fin y al cabo es opositor, y aspira a desplazar al oficialismo del Frente Progresista) eligió confrontar los dichos de Bonfatti (que no son más que la reiteración de la abrumadora propaganda oficial) con datos y cifras concretas que los refutan.

Me vienen a la mente la cuestión de la famosa "creación" de 236 escuelas, el nuevo esquema de formación policial (aprobado en tiempos de Obeid), o los escasísimos porcentuales de ejecución efectiva de obra pública (¡mencionó los números de los acueductos que están aca, el Chivo lee Nestornautas!), que serían menores sin el aporte del Fondo Soja; o cuando demostró que la evolución de la mortalidad infantil es un proceso homogéneo en todo el país, fruto de la mejora de las condiciones socioeconómicas, más que un mérito del socialismo y algo que sólo se dio en Santa Fe.

Buena estrategia, pero adoptada tarde; debió haberla seguido con perseverancia desde el inicio de la campaña sin poner tanto el acento en la identificación con el gobierno nacional, no porque eso no sume (en determinados sectores refractarios al kirchnerismo claramente resta, pero ése es otro asunto), sino porque ese aspecto suyo nadie lo desconoce.

Economía de esfuerzos, que le dicen; había que concentrarse en lo que el electorado no sabía o no alcanzaba a percibir, o que intuía pero necesitaba confirmación argumental: que el gobierno de Binner es bastante mediocre, y que su gestión no marca un cambio sustantivo respecto de las anteriores.

Del mismo modo le apunto dos errores, uno al inicio y otro al final del debate: primero cuando se enfrascó en una discusión estéril con los moderadores sobre el reglamento y como funcionaban las réplicas (contribuyendo a fortalecer una idea que los medios alimentan respecto al kirchnerismo y su poco apego a las reglas), que remedaba los tropiezos de Filmus en la campaña porteña en torno a TN sí o TN no.

Luego cuando cerró con un speech claramente guionado y aprendido que le restó soltura y autenticidad; más considerando que competía con un tipo como Del Sel experto en componer personajes: el que le toca ahora es el del candidato "de la gente", y no lo hace mal.

Una lástima -sobre todo el yerro del final- porque en el nudo del debate estuvo muy bien en mi opinión, fue claramente el más estructurado en sus ideas y -por lejos- el que logró, en los apretados tiempos de un debate en televisión, delinear cuatro o cinco propuestas concretas; sobre temas puntuales y transmitiendo la idea de que se pueden llevar a cabo y él las puede ejecutar.

Insisto: no creo en el formato, pero para los que sí le dan validez como herramienta de construcción política con incidencia en el electorado, allí se anotó Agustín un punto, y no menor.

Bonfatti me pareció el más incómodo de los tres; casi como expresando corporalmente la incomodidad de estar allí cuando puntea en las encuestas, y exponiéndose al debate tenía más para perder que para ganar.

Puesto en el mismo lugar con dos candidatos opositores (uno de ellos como Del Del que a su vez comparte con él su oposición al gobierno de Cristina) no pudo desplegar su herramienta favorita de campaña: la victimización constante, haciendo eje de las quejas contra el gobierno nacional, como la única razón por la cual Binner no hizo cosas. Lo reemplazó (tratando de atajar pelotazos) con reproches al peronismo provincial en la Legislatura, por presuntamente sabotear proyectos del Ejecutivo.

En ese sentido, el discurso anecdótico de Del Sel (señalando repetidas veces "estuve en tal lado y pasa esto, falta lo otro, se quejan de aquello") y el más estructurado argumentalmente de Agustín (que no dejó pasar la oportunidad de la anecdota, como cuando ejemplificó con un caso de Ceres sobre la migración de empresas a otras provincias), hicieron repetidas veces blanco en Bonfatti, que se aferró a la enumeración de datos y cifras de los presuntos logros de la gestión del Frente Progresista.

Allí la cosa entra en el puro terreno de la mayor o menor credibilidad de cada uno (como cuando polemizó con Agustín sobre si funcionaban o no los consejos de seguridad ciudadana); algo que es muy difícil de medir porque depende de cada televidente/votante; pero tengo la impresión que le sucedió al candidato socialista lo que suele sucederle a Cristina cuando apela al mismo método: los convencidos aprueban la veracidad de lo que dice, los demás la cuestionan de plano a partir de la pura y simple experiencia personal.

Y allí el discurso de Del Sel es muy efectivo, sin dudas; y ya que apunto este dato anoto otro: no hubo cruces entre el candidato del PRO y Agustín Rossi, salvo en tono jocoso al final cuando recordaron el episodio del gasoducto en TN; pero en al menos dos oportunidades fue Bonfatti el que cruzó al Midachi.

Una, intentando desarticular su discurso simplote del "hay que..." constante con una referencia a que -en política- no existen las soluciones mágicas y es cuestión de planes, equipos y trabajo a largo plazo; la otra cuando lo cuestionó ideológicamente emparentándolo con los 90' y -desde allí- celebrando irónicamente que hubiera descubierto ahora la pobreza, que las políticas menemistas generaron.

Las dos respuestas de Bonfatti fueron acertadas y uno las habría suscripto sin reservas; es dudoso en cambio que tengan alguna eficacia electoral porque son en sí cerradas en lo metodológico y conceptual, y como tales más aceptables para el propio electorado que para los independientes o indecisos. 

Pero me quedo con esta reflexión en el final: los dos mandobles del candidato de Binner contra el de Macri no eran necesarios en el contexto de la línea argumental en que venía desarrollándose el debate; que Bonfatti haya elegido lanzarlos igual revela que eran parte de una estrategia preconcebida esperando la oportunidad.

Y si eso fuera así, demostraría que el caudal electoral de Miguel Del Sel se está construyendo no sólo a expensas del voto peronista-reutemanista -como muchos suponen-, sino que estaría empezando a horadar la cosecha del Frente Progresista.

El 24 veremos que hay de cierto en todo esto.

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