LA FRASE

"VOLVÍ PARA OFRECERLE AL PRESIDENTE MI COLABORACIÓN PARA RESOLVER EL PROBLEMA DE LOS CANDIDATOS QUE PROPUSO PARA LA CORTE." (FABIÁN RODRÍGUEZ SIMÓN)

sábado, 19 de marzo de 2016

EN QUE OCUPA SU TIEMPO LIBRE EL SECRETARIO DE COMERCIO BRAUN


Sobre la inminente visita de Obama, leemos en El Cronista: “El primer sherpa PRO en desembarcar en suelo estadounidense para allanar el camino de regreso de los Estados Unidos a la Argentina fue Miguel Braun, el actual secretario de Comercio. En febrero pasado, y a lo largo de cuatro días, una conferencia en el Atlantic Council fue la excusa perfecta para iniciar el solapado roadshow a la caza de inversiones en áreas que el actual Gobierno busca fomentar e interesan al país del Norte: agroindustria, energía limpia y comunicaciones.
Como carta de presentación, Braun comentó en sus rondas uno de las movidas que el Gobierno negocia impulsar en el Mercosur para tejer acuerdos de libre comercio con bloques y países, entre ellos, los EE.UU. Se trata de flexibilizar la regla del consenso homogéneo hacia una de mayorías con la ayuda, en principio, de Paraguay y Uruguay. Música para los oídos de Washington que, frustrado su ensayo de un Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA) hace una década, se abocó a tejer acuerdos de naturaleza similar, pero formato bilateral, con la región.” (las negritas son nuestras)
No leyeron mal, no hay error: en momentos en los que en el país se más que duplicaba la tasa mensual de inflación como consecuencia de medidas tomadas por el gobierno de Macri (devaluación de la moneda, eliminación de las retenciones), el Secretario de Comercio Interior -o sea, el responsable oficial de hacer algo al respecto y defender los derechos de los consumidores argentinos, a los que está abandonando sistemática y planificadamente- andaba de gira por los EEUU comprometiendo el ingreso del país a los tratados de libre comercio que impulsa el gobierno yanqui; incluso ofreciéndose a fracturar el bloque regional del MERCOSUR.
Ayer nomás el mismo funcionario decía queSe han alineado las estrellas para avanzar hacia un acuerdo entre el Mercosur y la Unión Europea (UE). Todos los países por distintas razones están muy interesados en avanzar, es algo que no se daba previamente”, dijo ayer el secretario de Comercio, Miguel Braun. El funcionario se reunió en Bruselas con representantes de la UE para avanzar en la elaboración del mega acuerdo de libre comercio del Viejo Continente con el Mercosur. Las partes tienen que hacer concesiones, Argentina está dispuesta a hacerlas”...
Se sabía -y las noticias lo confirman- que el triunfo de Macri en las elecciones implicaba -entre otras cuestiones- un drástico giro en la política exterior del país, y una vuelta a las “relaciones carnales”. Lo que probablemente no sea tan conocido son las implicancias concretos que eso trae aparejadas.
A poco más de 10 años del rechazo al ALCA en la cumbre de Mar del Plata, la Argentina de Macri está emitiendo señales inequívocas de ingresar al área de las nuevas iniciativas estratégicas con que la administración Obama (y quien quiera que lo suceda en la Casa Blanca a partir de enero del año que viene) pretende reemplazar aquel fallido intento, pero a una escala global.
En efecto, en octubre del año pasado EEUU sucribió con un grupo de países que representan el 40 % del PBI mundial (entre ellos y de la región, México, Chile y Perú) el TTP (Tratado Trans Pacífico), una iniciativa tendiente a contrarrestar la reciente influencia de China en el área del Pacífico y desde allí, a América Latina. Sobre este punto recordemos los dichos del propio Macri sobre su idea de revisar los acuerdos firmados por la Argentina con el gigante asiático en el gobierno de Cristina.
Los TTP y sus correlativos TPI (el acuerdo entre EEUU y la Unión Europea) y TISA (acuerdos sobre servicios, fundamentalmente financieros y de comunicaciones) son básicamente un conjunto de prerrogativas y privilegios a obtener por las grandes corporaciones empresariales estadounidenses en sus inversiones en el exterior; a cambio de algunas supuestas concesiones recíprocas a los países firmantes para colocar sus exportaciones en los EEUU, accediendo al sistema de preferencias del país del norte.
La mención que hizo Braun a Paraguay y Uruguay (en el contexto de buscar una alianza con ellos para negociar por fuera del MERCOSUR el ingreso a los TTP) es relevante porque ambos participaron de las rondas de negociaciones impulsadas por la administración Obama; y de hecho Paraguay aun continúa participando, aunque no ha firmado los acuerdos. Uruguay se retiró por la fuerte oposición interna de sectores del gobernante Frente Amplio a las tratativas impulsadas por Tabaré Vázquez.
Los TTP son una verdadera caja de Pandora que abrirían una serie de peligros muy concretos para el desarrollo económico y social de los pueblos de América Latina, en un momento en el que los procesos populares abiertos en la primera década del siglo afrontan amenazas políticas y económicas; en un ciclo internacional de caída de los precios de sus principales productos exportables, inducido también desde los mismos EEUU.
Los países que firmen los tratados acceden a crear instancias supranacionales de resolución de las controversias con las empresas norteamericanas (algo parecido al tristemente célebre tribunal arbitral del CIADI), pero también a establecer un “derecho de los tratados” que se aplicaría a esas controversias, por encima de la legislación nacional en materia impositiva, laboral (bienvenida flexibilización), ambiental o en general, de cualquier regulación pública que limite el despliegue del capital privado.
Se comprometen por ejemplo a permitir el acceso indiscriminado de las compañías norteamericanas a las compras estatales (adiós regímenes como el de “compre nacional” o similares), a respetar las patentes medicinales con exclusividad para la producción de medicamentos por un lapso de hasta 12 años (adiós leyes de prescripción de genéricos, e intentos de producción pública de medicamentos) y a liberalizar absolutamente todas las normas sobre servicios financieros, comunicacionales y uso y transmisión de datos por Internet; o eventualmente a permitirle a las compañías yanquis acceder a la propiedad de medios audiovisuales en sus respectivos territorios (adiós a las regulaciones de la ley de medios que sobrevivieron a los decretazos de Macri). Para más información, ver éste interesante artículo de Atilio Borón de diciembre pasado.
Amenazas concretas al empleo y los derechos de la población del país que firme el tratado, a su desarrollo industrial y desenvolvimiento autónomo, a sus recursos naturales: el viejo cuento del imperialismo colonialista, con nuevos ropajes y negociado en el más absoluto secreto; para rehuir el escrutinio y debate públicos.
¿O acaso se sabe que alguien le haya preguntado al gobierno de Macri que piensa al respecto, qué compromisos está asumiendo en nombre del país, qué instrucciones ha dado a su Secretario de Comercio Interior y por qué razón es ese funcionario quien conduce las negociaciones y no -por ejemplo- la cancillería?
Como dato de color, no solo para ver que onda hay con el ingreso de la Argentina a los TTP es que viene Obama al país. La misma nota de El Cronista dice que “Obama traerá sus propias preocupaciones a la Casa Rosada, algunas de ellas recogidas en el capítulo argentino sobre Clima de Inversiones 2015 del Departamento de Estado. Allí se hace particular énfasis en cuán extendida se encuentra la piratería y el contrabando en el país, desde la violación de copyright hasta la existencia de La Salada, "el mercado negro más grande de Sudamérica" y la venta ambulante en las calles. Cuestiones en las que ya trabaja el gobierno de Macri para satisfacer a su invitado. ” (la negritas son nuestras)
Ya sabemos entonces a pedido de quien el gobierno porteño la está emprendiendo contra los manteros de Caballito.

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