Sobre la inminente visita de Obama,
leemos en El Cronista: “El primer sherpa PRO en
desembarcar en suelo estadounidense para allanar el camino de regreso de los
Estados Unidos a la Argentina fue Miguel Braun, el actual secretario de
Comercio. En febrero pasado, y a lo largo de cuatro días, una conferencia
en el Atlantic Council fue la excusa perfecta para iniciar el solapado roadshow
a la caza de inversiones en áreas que el actual Gobierno busca fomentar e
interesan al país del Norte: agroindustria, energía limpia y comunicaciones.
Como carta de presentación, Braun comentó en sus
rondas uno de las movidas que el Gobierno negocia impulsar en el Mercosur para
tejer acuerdos de libre comercio con bloques y países, entre ellos, los EE.UU.
Se trata de flexibilizar la regla del consenso homogéneo hacia una de mayorías
con la ayuda, en principio, de Paraguay y Uruguay. Música para los oídos de
Washington que, frustrado su ensayo de un Área de Libre Comercio de las
Américas (ALCA) hace una década, se abocó a tejer acuerdos de naturaleza
similar, pero formato bilateral, con la región.” (las negritas son
nuestras)
No
leyeron mal, no hay error: en momentos en los que en el país se más que
duplicaba la tasa mensual de inflación como consecuencia de medidas tomadas por
el gobierno de Macri (devaluación de la moneda, eliminación de las
retenciones), el Secretario de Comercio Interior -o sea, el responsable oficial
de hacer algo al respecto y defender los derechos de los consumidores
argentinos, a los que está abandonando sistemática y planificadamente- andaba de gira por los EEUU comprometiendo el ingreso del país a
los tratados de libre comercio que impulsa el gobierno yanqui; incluso
ofreciéndose a fracturar el bloque regional del MERCOSUR.
Ayer
nomás el mismo funcionario decía que “Se
han alineado las estrellas para avanzar hacia un acuerdo entre el Mercosur y la
Unión Europea (UE). Todos los países por distintas razones están muy
interesados en avanzar, es algo que no se daba previamente”, dijo ayer el
secretario de Comercio, Miguel Braun. El funcionario se reunió en Bruselas con
representantes de la UE para avanzar en la elaboración del mega acuerdo de
libre comercio del Viejo Continente con el Mercosur. Las partes tienen que
hacer concesiones, Argentina está dispuesta a hacerlas”...”
Se
sabía -y las noticias lo confirman- que el triunfo de Macri en las elecciones
implicaba -entre otras cuestiones- un drástico giro en la política exterior del
país, y una vuelta a las “relaciones carnales”. Lo que probablemente no sea tan
conocido son las implicancias concretos que eso trae aparejadas.
A
poco más de 10 años del rechazo al ALCA en la cumbre de Mar del Plata, la
Argentina de Macri está emitiendo señales inequívocas de ingresar al área de
las nuevas iniciativas estratégicas con que la administración Obama (y quien
quiera que lo suceda en la Casa Blanca a partir de enero del año que viene)
pretende reemplazar aquel fallido intento, pero a una escala global.
En
efecto, en octubre del año pasado EEUU sucribió con un grupo de países que
representan el 40 % del PBI mundial (entre ellos y de la región, México, Chile
y Perú) el TTP (Tratado Trans Pacífico), una iniciativa tendiente a
contrarrestar la reciente influencia de China en el área del Pacífico y desde
allí, a América Latina. Sobre este punto recordemos los dichos del propio Macri
sobre su idea de revisar los acuerdos firmados por la Argentina con el gigante
asiático en el gobierno de Cristina.
Los
TTP y sus correlativos TPI (el acuerdo entre EEUU y la Unión Europea) y TISA
(acuerdos sobre servicios, fundamentalmente financieros y de comunicaciones)
son básicamente un conjunto de prerrogativas y privilegios a obtener por las
grandes corporaciones empresariales estadounidenses en sus inversiones en el
exterior; a cambio de algunas supuestas concesiones recíprocas a los países
firmantes para colocar sus exportaciones en los EEUU, accediendo al sistema de
preferencias del país del norte.
La
mención que hizo Braun a Paraguay y Uruguay (en el contexto de buscar una
alianza con ellos para negociar por fuera del MERCOSUR el ingreso a los TTP) es
relevante porque ambos participaron de las rondas de negociaciones impulsadas
por la administración Obama; y de hecho Paraguay aun continúa participando,
aunque no ha firmado los acuerdos. Uruguay se retiró por la fuerte oposición
interna de sectores del gobernante Frente Amplio a las tratativas impulsadas
por Tabaré Vázquez.
Los
TTP son una verdadera caja de Pandora que abrirían una serie de peligros muy
concretos para el desarrollo económico y social de los pueblos de América Latina,
en un momento en el que los procesos populares abiertos en la primera década
del siglo afrontan amenazas políticas y económicas; en un ciclo internacional
de caída de los precios de sus principales productos exportables, inducido
también desde los mismos EEUU.
Los
países que firmen los tratados acceden a crear instancias supranacionales de
resolución de las controversias con las empresas norteamericanas (algo parecido
al tristemente célebre tribunal arbitral del CIADI), pero también a establecer
un “derecho de los tratados” que se aplicaría a esas controversias, por encima
de la legislación nacional en materia impositiva, laboral (bienvenida
flexibilización), ambiental o en general, de cualquier regulación pública que
limite el despliegue del capital privado.
Se
comprometen por ejemplo a permitir el acceso indiscriminado de las compañías
norteamericanas a las compras estatales (adiós regímenes como el de “compre
nacional” o similares), a respetar las patentes medicinales con exclusividad
para la producción de medicamentos por un lapso de hasta 12 años (adiós leyes
de prescripción de genéricos, e intentos de producción pública de medicamentos)
y a liberalizar absolutamente todas las normas sobre servicios financieros,
comunicacionales y uso y transmisión de datos por Internet; o eventualmente a
permitirle a las compañías yanquis acceder a la propiedad de medios
audiovisuales en sus respectivos territorios (adiós a las regulaciones de la
ley de medios que sobrevivieron a los decretazos de Macri). Para más información,
ver éste interesante artículo de Atilio Borón de diciembre pasado.
Amenazas
concretas al empleo y los derechos de la población del país que firme el
tratado, a su desarrollo industrial y desenvolvimiento autónomo, a sus recursos
naturales: el viejo cuento del imperialismo colonialista, con nuevos ropajes y
negociado en el más absoluto secreto; para rehuir el escrutinio y debate
públicos.
¿O
acaso se sabe que alguien le haya preguntado al gobierno de Macri que piensa al
respecto, qué compromisos está asumiendo en nombre del país, qué instrucciones
ha dado a su Secretario de Comercio Interior y por qué razón es ese funcionario
quien conduce las negociaciones y no -por ejemplo- la cancillería?
Como
dato de color, no solo para ver que onda hay con el ingreso de la Argentina a
los TTP es que viene Obama al país. La misma nota de El Cronista dice que “Obama traerá sus propias preocupaciones a la Casa
Rosada, algunas de ellas
recogidas en el capítulo argentino sobre Clima de Inversiones 2015 del
Departamento de Estado. Allí se hace particular énfasis en cuán extendida se
encuentra la piratería y el contrabando en el país, desde la violación de
copyright hasta la existencia de La Salada, "el mercado negro más grande
de Sudamérica" y la venta ambulante en las calles. Cuestiones en las que
ya trabaja el gobierno de Macri para satisfacer a su invitado. ”
(la negritas son nuestras)
Ya
sabemos entonces a pedido de quien el gobierno porteño la está emprendiendo
contra los manteros de Caballito.
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