Es más o menos conocido como funciona el quiosquito éste de las calificadoras de riesgo, que son las creadoras de invenciones como el "riesgo país": en total connivencia con los bancos que están siempre ansiosos por colocar deuda, sea actuando como colocadores a cambio de jugosas comisiones (29 millones de dólares en el caso de los bonos que acaba de lanzar el gobierno), sea prestándote plata ellos mismos (como el "repo" de 5000 palos verdes con tasa de 7,5 % a 11 meses que contrató Sturzenegger), sea comprando los bonos en el mercado secundario (como acaban de hacer con los bonos apenas lanzados, con una ganancia de 350 millones de dólares); o todo eso junto y al mismo tiempo.
En el casino de la timba financiera y el endeudamiento las calificadoras cumplen un rol importante, porque establecen la ficción de la "opinión independiente" que dice si una deuda es buena o mala, o si una economía es aconsejable para invertir o no, y no lo hacen gratis, sino que cobran; y sus buenos morlacos.
La imagen que encabeza el post es una captura de pantalla de la edición de Ambito Financiero del viernes pasado, de la noticia que daba cuenta de que Moody's (una de las calificadoras más famosas) le había "subido la nota" a la deuda argentina, porque el gobierno estaba a punto de cancelar la deuda con los buitres; y por los "progresos" que notaban en la política económica de Macri: eliminación de los controles de capitales, devaluación, aumento de las tarifas de los servicios públicos; en fin, el menú conocido y siempre recomendado por ésta gente.
Sus opiniones a su vez determinan no sólo las decisiones que toman los inversores, sino la tasa de interés que pagarán los emisores de deuda: con una "buena nota" los intereses serán más bajos, y a la inversa; por lo que alguien podría suponer que la "suba de la nota" de Moody's del viernes pasado haya influido en algo en la tasa que el gobierno terminará pagando por los bonos que acaba de lanzar al mercado.
Pero a su vez esta "mentira consensuada" entre todos los que piensan exactamente lo mismo (bancos, fondos de inversión, calificadoras, el FMI y ahora también el gobierno) funciona atrayendo a endeudarse cada vez más, para mantener vivo el negocio de prestarle plata a otro, y sus derivados. Como el de las calificadoras.
Apenas dos días antes del informe de Moody's sobre la deuda argentina (el miércoles 13 de éste mes) salió publicada en el Boletín Oficial la Resolución 136 de Prat Gay por la que contrataba a otra calificadora (Standard & Poor's) de entre tres presentadas (entre ellas Moody's) porque "es la única de las entidades contactadas dispuesta a suscribir un contrato regulado por ley argentina y sometido a la jurisdicción de los tribunales locales", según decía textualmente la resolución.
En el medio vino la "buena nota" que nos sacamos en el momento en el que se definía el lanzamiento de los nuevos bonos, y en el Boletín Oficial de hoy nos encontramos con la Resolución 144 del mismo Prat Gay, por la que contrata en forma directa (sin licitación ni nada parecido) por 1.080.000 dólares (unos $ 15.660.000 al tipo de cambio de hoy) a Moody's para intervenir en "las operaciones de cancelación de deuda como de emisión y colocación de los nuevos títulos públicos," hechas en el marco de la Ley 27.249, es decir la que autorizó el acuerdo con los fondos buitres.
En el anexo de la resolución publicada hoy están no solo los honorarios que el gobierno le pagará a Moody's (no los menciona la resolución) sino la legislación aplicable al contrato, y los tribunales competentes para cualquier conflicto derivado del mismo; que no son otros que los del Estado de Nueva York.
O sea que Moody's no aceptaba la legislación y los tribunales argentinos el 13 de abril y por eso no la contrataron -según dijo Prat Gay en su primera resolución- y ahora (apenas una semana después) tampoco, pero el gobierno cambió de opinión y la terminó contratando igual.
En el medio, lo único que cambió fue que Moody's "subió la nota" de nuestra deuda para que el gobierno pudiera lograr una menor tasa de interés para los nuevos bonos, y vender la operación como un éxito como hizo Prat Gay.
Lo que demuestra que Macri sigue con una vieja costumbre, adquirida en sus años de colegio en el Cardenal Newman y de universidad en la UCA: pagar, para obtener mejores notas.
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