* Hay muchas interpretaciones posibles para el tono épico del discurso presidencial en la apertura de las sesiones del Congreso, y por supuesto nosotros tenemos la nuestra: si bien en tanto mensaje público puede tener destinatarios diversos (la oposición política, el electorado en general), nos parece que fue más para adentro, que para afuera: aunque el tono fue imitado luego en el discurso de Vidal y hasta en el del cocinero intendente de Quilmes (lo que habla a las claras de una estrategia general), parecía que Macri hablaba a los propios, incluyendo a sus socios en la coalición oficialista como los radicales.
Y les estaba diciendo que él no es De La Rúa (lo cual en sí es todo un dato de la gravedad de su deterioro), y que no tolerará desafíos internos, ni competencia por la candidatura oficial, ni condicionamientos. En respuesta, y en demostración de la creciente debilidad presidencial, desde Corrientes los radicales exigen cambios en la política económica.
* Con su último discurso en el Congreso como presidente, Macri cerró el círculo de las promesas incumplidas de la campaña electoral del 2015: a la "pobreza cero" de entonces se le contraponen los espantosos números actuales de la economía, "unir a los argentinos" devino en apostar a profundizar la grieta como casi exclusvo recurso discursivo y político para afrontar la campaña; y para peor, pasó de "combatir el narcotráfico" a un furcio célebre, en el que pareció agradecer su cooperación.
* Aunque Macri insistió -una vez más- en que la madre de todos los males del país es el déficit fiscal, y el ajuste del gasto la única salida posible de la crisis, el principal anuncio (si no el único) del discurso fue el aumento del 46 % de la AUH, anticipando los tramos de aumentos previstos en la ley, para todo el año: en una claro ejemplo de "Al Dios del ajuste rogando, pero con el mazo del populismo dando", el gobierno que venía de no prorrogar la devolución del IVA a los jubilados por imposición del FMI, obtuvo del Fondo una licencia para inyectar recursos al fondo de la pirámide social, en un intento desesperado por evitar el incendio electoral.
* Sin embargo, y al mismo tiempo, ratifican la política de tarifazos y aumentos, que se concentrarían a partir de éste mes y en el trimestre previo al cierre de listas para las PASO, intentando repetir la estrategia que les diera buenos resultados en las elecciones legislativas del 2017.
Como eso no hará más que alimentar la hoguera de la inflación pese al "apretón monetario" de Sandleris (que seguirá hundiendo a la actividad), habrá que ver como inciden en la campaña el malestar social, y el previsible recrudecimiento de la protesta: ingresamos en el período del año en el que prevalece la dinámica propia de las paritarias, y las pujas sindicales sectoriales por la defensa del salario mandan a un segundo plano la quietud de la CGT, o los movimientos de los sectores más combativos del sindicalismo por -finalmente- reemplazar a su conducción, e imprimirle otra dirección a la central, más confrontativa con el gobierno. Dicho de otro modo: aun con los restos del triunvirato asentados en Azopardo, la conflictividad social irá en alza, y marcará el tono de los meses que vienen.
* En espejo con la impostada energía del discurso presidencial dirigido (en nuestra opinión) más a las propias filas que a las adversarias, el apuro muy visible por acelerar la instalación de Lavagna es claramente más contra el ascenso de Cristina en las encuestas, que por el deterioro de la imagen de Macri. Y si quedara alguna duda al respecto, repasar las definiciones del hombre de las sandalias, que se esfuerza en cada oportunidad por repartir por igual palos al macrismo, y a los gobiernos kirchneristas posteriores a su eyección del gabinete de Néstor: ahí anda por ejemplo quejándose de las moratorias jubilatorias, y el aumento del gasto previsional durante el kirchnerismo.
* El cambio del humor social de cara a las elecciones es perceptible, más allá de las encuestas: pasamos del contundente y categórico "No vuelven más" (verbalización de la certeza de una larga hegemonía macrista", al no menos asertórico "Si gana Cristina, me voy del país".
Y en la misma línea, pasamos de "Cristina, la candidata que le conviene a Macri", a "Macri, el candidato que le conviene a Cristina"; sin lo cual no se entienden las conjeturas y operaciones para reemplazar al presidente como peso muerto electoral para el oficialismo, los movimientos de la UCR y -como se dijo- los gritos destemplados de Macri en el Congreso.
* Pero la construcción opositora no está exenta de tensiones: por ejemplo (y al menos a nosotros) hace ruido ésta nota de Alberto Fernández en Infobae días pasados, donde vuelve sobre ciertos tópicos caros al "pensamiento autocrítico", pero en clave personal: la ley de medios fue un error que terminó en que ahora Clarín haya comprado Telecom (?), o el no haberle dado internas a Randazzo en la provincia de Buenos Aires en el 2017 nos trajo a Macri (??). Es decir, el kirchnerismo "revisitado", en clave de transmitir señales de tranquilidad al establishment: la bestia negra volverá "domesticada", porque aprendió las lecciones del pasado.
Si esa no era la intención, así sonó, recomendamos leer la nota. Lo cual nos lleva a lo siguiente: una cosa es darse una estrategia electoral inteligente, tratando de ser amplios y sumar, con el fin de derrotar a Macri, y evitar -en la medida de lo posible- los quilombos. Otra muy distinta, es pensar que no los habrá, sobre todo si llegamos al gobierno: aunque nosotros no tuviéramos más ganas de pelearnos con -por ejemplo- Clarín, eso no implica que del otro lado estén dispuestos a enterrar el hacha; y que no lean cierto "revisionismo histórico", como muestra de debilidad.
* Lo dicho nos lleva a otra discusión, que es que significó el kirchnerismo, como se construyó como sujeto político (en lo cual las disputas que emprendió fueron cruciales: con Clarín, con las patronales agrarias, con los fondos buitres, con la corporación judicial), y por que a tres años de haber dejado el gobierno, Cristina sigue siendo Cristina.
Y más importante aun: nos plantea la necesidad de tener "sintonía fina" para detectar con precisión que es lo que la gente que vota (no los factores de poder, que inciden, pero no votan) le pide al kirchnerismo y a Cristina que cambien, y hasta donde; y por contraste, que le reclama sostener y profundizar. O sea: no trafiquemos demandas corporativas, disfrazadas de reclamos de la sociedad.
* Si tuviéramos que apostar, a partir de la percepción del clima social que podemos tener como cualquiera, lo que la gente está buscando (sumergida en las preocupaciones cotidianas apremiantes a las que la empujó la crisis) es alguien o algo que les devuelva la esperanza, porque se muestre capaz de resolver los problemas que Macri ha creado; haga o no "autocríticas".
La insistencia en éste punto (además de traficar intentos de moldear un kirchnerismo y una Cristina a la medidade los gustos personales de cada uno) altera las prioridades políticas del momento.
* Para concluir, todo esto se vincula con la exacta incidencia y peso que tienen, en la etapa de construcción electoral, los "operadores", "armadores" o "voceros": su eficacia se mida al interior del dispositivo político, para acercar figuras, tender puentes, facilitar diálogos, o eventuales acuerdos. No necesariamente para sumar votos, que por otro lado nadie tiene escriturados, como para transferirlos.
Y aun así, permítasenos pensar que no es que los "armadores" sumen votos, sino que se ofrecen para "armar" allí donde los votos están yendo; sumado a que, si de voceros hablamos, Cristina es su propia vocera, como quedó en claro lo otros días, en su discurso en el Senado. Aunque hable con (casi) todos, con muchos o con los que hace tiempo no hablaba, y está bien que lo haga.
3 comentarios:
Lo del "Difunto Correo" es una genialidad.
Sumo una preocupación: si los radicales de Corrientes piden un cambio en la política económica, ¿es tiempo de esconder las escrituras?
Suelo tener coincidencias muy grandes con las reflexiones y posiciones del blog, pero me parece que sustentar una opinión sobre alguien, en este caso Alberto Fernández, sobre la síntesis que hace Infobae de un "extenso reportaje" es un poco temerario.
Por otro lado, si -como se dice con frecuencia en el blog- lo importante son los posicionamientos respecto de Macri y su gobierno, AF nunca ha dejado dudas al respecto, y me atrevería a decir que desde antes del ballotage.
1) Lo de que la opinión se sustenta sobre la síntesis corre por tu cuenta. Nosotros leímos toda la nota, y pusimos el enlace invitando a todos a que hicieran lo mismo. Y AF dijo lo que dijo. 2) El post no cuestiona su oposición o no a Macri, sino la idea que expone de lo que tiene que hacer el kirchnerismo. Si hablamos de cosas distintas, es difícil ponerse de acuerdo, pero tampoco estar en desacuerdo es la muerte. Saludos.
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