La eficacia real de una movida política en
tiempos electorales solo puede medirse con precisión cuando se abren las urnas
y se cuentan los votos, y a veces ni aun entonces; desde que solo se puede
conjeturar por qué los resultados fueron los que fueron. Sin embargo, una
movida política -como la que hizo Cristina al bajarse de la candidatura
presidencial- se toma evaluando los factores a favor y en contra que existen en
ese momento, y suponiendo como puede modificar el futuro, en el sentido
deseado; incluyendo las opciones políticas de los ocasionales adversarios.
Desde esa óptica y
si nos atenemos a lo que vino pasando desde el sábado, la movida no pudo ser
más exitosa: sumió al gobierno en una confusión mayor a la que evidenciaba (a
punto tal que el tema dominante en la coalición oficialista eran los pedidos a
Macri para que se baje de la reelección), como se puede comprobar con solo leer
las descompuestas declaraciones de Durán Barba, o el insólito “interrogatorio”
de seis puntos de funcionarios del gobierno a un candidato opositor, que debe
pasar el filtro de las PASO.
Contra la opinión
mayoritaria (en la que nos incluimos) que daba por descontado que Cristina
dilataría su decisión hasta el cierre del plazo para oficializar candidaturas,
la anticipó, y les corrió a todos la “dead line” mucho más cerca: la fecha
clave es ahora el 12 de junio y no el 22, porque ese día es cuando hay que
oficializar las alianzas, es decir los sellos y armados al amparo de los cuales
se cobijarán las distintas candidaturas.
El lunes que viene
está convocada la demorada convención radical para definir la permanencia o no
del partido en “Cambiemos”, cosa que todo indica se ratificará: con el paso de
los días pierden fuerza al interior de la UCR las presiones para alinear al partido
con Lavagna; y los que barajan esa opción parecen carecer de fuerza para
imponerla al conjunto. Cuestión distinta son las condiciones que pongan los
radicales para seguir siendo socios del PRO, en especial en lo que tiene que
ver con la candidatura de Macri, o la integración de la fórmula presidencial.
Pero eso es harina de otro costal, y problemas de l gobierno, no de la oposición.
Pero donde la
movida de Cristina hizo más ruido fue, sin dudas, en el espacio del peronismo
no kirchnerista, entendiendo por tal a Sergio Massa, Alternativa Federal y
Roberto Lavagna: el lanzamiento de la fórmula “FF” agudizó sus contradicciones
internas, le vació el espacio de gobernadores del PJ y los forzó a acelerar las
definiciones, tanto que Lavagna ya se apuró a ratificar que es candidato, pero
que no aceptará ir a una PASO, lo que lo deja con dos y solo dos opciones: o es
el candidato único de AF (algo que hoy por hoy parece lejano e inviable), o se
aleja de allí en busca de su propio camino, junto a los “quioscos” progresistas
que poco suman; como Stolbizer o el socialismo santafesino. Ya se dijo que todo
indica que podrá morder poco voto radical, si el partido ratifica la
pertenencia a “Cambiemos”.
Como consecuencia
directa de la movida de Cristina, Schiaretti debió apurarse a dar pasos que
esperaba posponer para más adelante (recordemos que el día antes del anuncio de
la fórmula se despegaba de responsabilidades mayores diciendo que no era “el
macho alfa de Alternativa Federal”); y tuvo que decir que irán con fórmula propia,
sin acuerdos ni con el kirchnerismo, ni con el gobierno.
Pero acto seguido se reunió con Macri en respuesta a la "carta de los 10 puntos", lo que autoriza a suponer que sus movimientos estarán si no coordinados formalmente con los del oficialismo, son puestos sobre aviso a éste: llegado a jugar en las ligas mayores tras su contundente triunfo en Córdoba, e invitado a sumarse a una unidad opositora amplia (Gioja, la dirigencia del PJ y el propio Alberto Fernández fueron muy enfáticos al respecto), una vez más el ex empleado de SOCMA muestra los estrechos límites del “cordobesismo”. Hay rumores que van más lejos, y hablan incluso de un ofrecimiento del gobierno al sector para poner el vicepresidente en la fórmula de Macri: algunos fondos inversores están haciendo circular la versión, para pescar en río revuelto con el valor de los bonos de deuda que viene comprando.
Pero acto seguido se reunió con Macri en respuesta a la "carta de los 10 puntos", lo que autoriza a suponer que sus movimientos estarán si no coordinados formalmente con los del oficialismo, son puestos sobre aviso a éste: llegado a jugar en las ligas mayores tras su contundente triunfo en Córdoba, e invitado a sumarse a una unidad opositora amplia (Gioja, la dirigencia del PJ y el propio Alberto Fernández fueron muy enfáticos al respecto), una vez más el ex empleado de SOCMA muestra los estrechos límites del “cordobesismo”. Hay rumores que van más lejos, y hablan incluso de un ofrecimiento del gobierno al sector para poner el vicepresidente en la fórmula de Macri: algunos fondos inversores están haciendo circular la versión, para pescar en río revuelto con el valor de los bonos de deuda que viene comprando.
Por una extraña
deformación del ego, Sergio Massa parece disfrutar que todos los reflectores se
posen en él, y sigue haciendo equilibrio entre AF y los contactos con el
kirchnerismo, dilatando hasta el final su definición ya no sobre sus
aspiraciones personales (ha ratificado que quiere ser candidato a presidente),
sino sobre la canasta en la que terminará poniendo los huevos: no son pocos los
que dicen que esperará hasta último momento para definir eso, porque así como
apostaba a que Cristina no iría por la presidencia, intuye que también podría
bajarse a último momento de la fórmula.
Esto último es una
operación en desarrollo, que ya están instalando los medios oficialistas, y a
la que podrían prenderse algunos dirigentes del PJ que no quieren resignar
espacios, y siguen adscribiendo a la peregrina idea (que vienen ensayando desde
hace tres años) de que la unidad sea como la famosa anécdota de Perón del
negocio de los sándwiches de vaca y pollo: Cristina pone los votos, y
ellos los candidatos.
El antecedente de las elecciones
provinciales donde Cristina mandó a bajar los candidatos propios no sirve a
esos fines, pues allí donde eran competitivos y podían ganar (como en Chubut o
la intendencia de Santa Rosa) los sostuvo; y no hace falta aclarar quien es la
candidata verdaderamente competitiva, en el orden nacional. En palabras de
Alberto Fernández cuando ni siquiera soñaba con el ser el candidato
presidencial del kirchnerismo, “Con Cristina sola no alcanza, pero sin Cristina no
se puede”.
Su ausencia en la
fórmula presidencial sería, lisa y llanamente, un suicidio político del
peronismo, que le enajenaría sus chances de ganar en primera vuelta, y pondría
en zona de riesgo un eventual balotaje. Si en “Alternativa Federal” o lo que
queda de ella no han terminado de entender (o de aceptar) que el camino para
ganarle a Macri y a Cambiemos es competir en la PASO del PJ (si no es que lo
entendieron, y están apostando a otra cosa), en el grueso del peronismo han
demostrado hasta acá ser más razonables, en especial la mayoría de los
gobernadores: quieren ganar.
Y por último, un
tema no menor, en especial hacia la interna de “los peronismos”: el 12 de junio
como dijimos vence el plazo para presentar las alianzas electorales, las que de
acuerdo con el artículo 10 de la Ley 23.298 (modificado en el 2009, con la
reforma que creó las PASO), los partidos políticos nacionales (como el PJ) y de
distrito pueden constituir alianzas para elecciones nacionales, pero en el
segundo caso (partidos de distrito) deben hacerlo necesariamente con un partido
de personería nacional.
Hoy el “sello” del
PJ lo detenta el Consejo Nacional que preside José Luis Gioja, que definió hace
un tiempo en el congreso de Ferro (validad por los veedores de la justicia
electoral) su política de alianzas en lo que dio en denominar “Frente
Patriótico”, y los que quieran ir a las urnas con la boleta oficial del
peronismo deberán competir en las PASO de ese frente. Por esa razón el año
pasado Barrionuevo (con el indisimulado apoyo del gobierno y de otros sectores
como Duhalde) tomaron por asalto el partido, con una intervención digitada con
la complicidad de Servini de Cubría.
Si “Alternativa
Federal” y Sergio Massa por su lado (juntos o separados) van en fórmulas aparte, no podrán hacerlo bajo
el nombre, el escudo, los símbolos y los colores del PJ, y necesitarán basarse
en otro partido, con personería nacional. Sellos de goma sobran, pero eso no
quita que la cuestión debe estar dilucidada sí o sí para el 12 de junio. Tuits relacionados:
El machirulaje peronista es incorregible: pasaron tres días desde que CFK se bajó a la vice, y ya la quieren correr de la fórmula. Ojo chicos, que si ella no va en la boleta se lleva los votos. No se pasen de pistolas porque si no la cagan mal.— La Corriente K (@lacorrientek) 21 de mayo de 2019
Insistimos: si vuelven con la vieja idea de que el kirchnerismo ponga los votos pero resigne sus candidatos (en la nación y la PBA) la van a cagar. No entendieron nada el gesto de Cristina, o se hacen los boludos.— La Corriente K (@lacorrientek) 21 de mayo de 2019
No hay comentarios:
Publicar un comentario