Hace exactamente tres años atrás, cuando celebrábamos el bicentenario de la declaración de la independencia y Macri nos prodigaba aquel histórico papelón del "querido rey", decíamos en esta entrada: "Hoy hay quiénes insisten en reducir la cuestión de la independencia a una formalidad jurídica, cada vez más vaciada de contenido y reducida a las exterioridades (el himno, la bandera); o una idea anticuada por la que no tiene sentido pelear, en un mundo "globalizado".
Otros -en cambio- suponemos que es un punto de partida y no de llegada, por el cual a esa declaración formal hay que llenarla de contenidos concretos en lo político, económico y social, todos los días; para afuera (en la relación del país con el mundo) y para adentro, en la capacidad de ese mismo país de incluir a la mayor parte de sus habitantes. "
Tres años después, impresiona ver como el gobierno de Macri vino socavando en los hechos el contenido y los alcances concretos de nuestra independencia política, desde el acuerdo Duncan-Foradori por el que resigna el reclamo soberano por Malvinas a cambio de la presunta "lluvia de inversiones", hasta el acuerdo con el FMI por el cual el país ha visto intervenida su política económica, y no puede decidir por sí mismo; aun cuando el manual de recetas del Fondo coincida en un todo con el credo de la banda gobernante.
Que decir del modo en que sus políticas han desintegrado la cohesión social, profundizando la verdadera grieta, la de la injusticia social y la distribución equitativa del ingreso.
Que decir, también, del alineamiento incondicional con las directivas de la política exterior de los Estados Unidos y su Departamento de Estado, de lo que se siguió que cumpliéramos el lamentable papel de fuerzas cipayas coloniales en la ofensiva contra el gobierno de Venezuela; pero que al mismo tiempo le sirvió al gobierno para legitimar el retorno velado de la doctrina de la seguridad nacional, alentando institucionalmente la participación de las fuerzas armadas en tareas de seguridad interior, bajo la doctrina de las "amenazas múltiples" del Comando Sur del ejército norteamericano.
Por estos días la entrega de otro jirón de nuestra independencia real toma la forma de acuerdo de libre comercio con la Unión Europea, en el cual el país entrega su industria y su mercado interno en el altar de los negocios (magros en el intercambio, pero negocios al fin) de nuestra oligarquía agropecuaria diversificada; como en la Década Infame y los tiempos del pacto Roca-Runciman.
Antes, y respondiendo siempre a la presión de los intereses extranjeros y de los negocios de sus aliados internos, el macrismo resignó el plan satelital y el plan nuclear, capituló ante la usura internacional arreglando con los fondos buitres, resignó soberanía jurídica en la emisión de nueva deuda y en la sanción del oprobioso régimen de los "contratos de participación pública privada"; y el Estado argentino ya casi no defiende en los tribunales decisiones de política soberana que tomaron algunos de sus gobiernos, como las expropiaciones de YPF o Aerolíneas Argentinas, por no decir que sus políticas van en desmedro de los intereses de esas empresas, y del país en definitiva.
"Política de cielos abiertos" en materia aeronáutica, promesas de un acuerdo de libre comercio con los Estados Unidos, destrucción concienzuda y deliberada del proceso de integración regional, abdicación de toda potestad regulatoria del mercado financiero para poder ser admitido como "mercado emergente" o ingresar a la OCDE, en fin; en su afán de "reintegrarnos al mundo" el macrismo no se ha ahorrado ningún sacrificio de la independencia declarada en Tucumán hace 203 años, que le resulta en definitivas un escollo molesto para concretar sus planes.
El gobierno de los CEO's se siente como suponía Macri que estaban los congresales de 1816: angustiado por tener que conducir un país formalmente independiente, y no integrado definitivamente, con armas y bagajes, al dominio pleno de los poderosos de la tierra. Lo peor es que muchos argentinos se sienten así, y aun sostienen que no debimos haber rechazado a los ingleses cuando vinieron a invadirnos, porque nos hubiera ido mucho mejor.
Después de haber nacionalizado el Banco Central y los depósitos bancarios, el comercio exterior y haber creado el IAPI, repatriado la deuda externa y nacionalizado los servicios públicos, crear la flota mercante y tomar el control de los seguros y reaseguros, Perón declaraba en Tucumán el 9 de Julio de 1947 la independencia económica. Y con la clarividencia política de siempre, había señalado antes que si de un país le daban a controlar el Banco Central, él les regalaba el ejército y la escuadra de guerra. porque a ese país lo manejaba él: que lejos estamos de eso, hoy.
Pero precisamente por eso, en otro contexto, con otras dificultades y con una relación de fuerzas descomunalmente adversa, el desafío electoral que está a las puertas es una apelación a generar en los argentinos la conciencia de la necesidad de un profundo cambio de rumbo, una empresa no solo de reparación social de los estragos del macrismo, sino de recuperación nacional de nuestra independencia real, objetiva y concreta; más allá de los símbolos patrios o las exterioridades de un Estado formalmente soberano. En agosto y en octubre tenemos que ir, también, por una segunda y definitiva independencia.
1 comentario:
Hace un rato le explicaba a mi hija que la Argentina no es el único país que celebra dos veces su independencia, que de hecho esa es la norma y no la excepción. Porque los países usualmente tienen dos fechas clave: el día que empezó el quilombo (llámenlo guerra de independencia si quieren), y el día en que ese quilombo se convirtió en una independencia formalmente declarada.
También le explicaba que, a diferencia de la mayor parte de los países, el nuestro se puede gloriar de que declaró la independencia en el momento menos adecuado imaginable: casi toda la América española había sido independiente, casi toda había sido reconquistada al iniciarse 1816, quedábamos sólo nosotros y los Cambiemos de la época sólo pensaban en cómo volver a ser colonia. Y entonces esos casi treinta dementes le tiraron a la cara a su majestad el Rey que de ninguna manera iban a ser colonia de nuevo, le mojaron la oreja e incluso lo nombraron a él en la misma declaración.
Y todo para que doscientos años más tarde, un imbécil hable de angustias y del querido rey desde el cargo de presidente de la Nación.
Hoy estamos de nuevo en la misma posición, o podemos llegar a estarlo: con todo el poder económico del mundo en contra, tenemos que ser capaces de mandarlo al carajo, mojarle la oreja, independizarnos. Si me preguntan a mí, no creo que seamos capaces de hacerlo, pero al menos tenemos que empezar a querer hacerlo.
Feliz día a todos.
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