En 1816 se le daba forma jurídica explícita a algo (la independencia política) que estaba en la dinámica de los hechos desde mayo de 1810, aunque no todos estuvieran convencidos de dar el paso que se demoraba ya seis largos años. Algunos (como San Martín) forzaban la decisión, creyendo que no se podía dilatar más, y que era un sin sentido pelear con las armas contra el rey y sus ejércitos, sin dejar de formar parte de sus dominios.
Hoy hay quiénes insisten en reducir la cuestión de la independencia a una formalidad jurídica, cada vez más vaciada de contenido y reducida a las exterioridades (el himno, la bandera); o una idea anticuada por la que no tiene sentido pelear, en un mundo "globalizado".
Otros -en cambio- suponemos que es un punto de partida y no de llegada, por el cual a esa declaración formal hay que llenarla de contenidos concretos en lo político, económico y social, todos los días; para afuera (en la relación del país con el mundo) y para adentro, en la capacidad de ese mismo país de incluir a la mayor parte de sus habitantes.
Otros -en cambio- suponemos que es un punto de partida y no de llegada, por el cual a esa declaración formal hay que llenarla de contenidos concretos en lo político, económico y social, todos los días; para afuera (en la relación del país con el mundo) y para adentro, en la capacidad de ese mismo país de incluir a la mayor parte de sus habitantes.
Apenas declarada la independencia aquél 9 de julio, hubo quienes en el seno mismo del Congreso planteaban reducirla a una mera declaración, buscando el protectorado de algún Estado extranjero contra las previsibles represalias de España, de allí que apenas 10 días después -para despejar las suspicacias- se agregara al acta de la declaración el famoso "y de toda otra dominación extranjera"; para sortear aquéllo de Moreno de "mudar de tiranos, sin destruir la tiranía".
200 años después, hay quienes siguen pensando que el mejor modo de ejercer nuestra independencia es "integrarnos al mundo", poniéndonos a la sombra de los "países serios" y sus alianza e iniciativas estratégicas como los TTP o la Alianza del Pacífico, o los acuerdos de libre comercio; aunque para eso haya que ir dejando jirones de esa misma independencia en el camino.
Por suerte, también siguen existiendo los que piensan -como pensaba San Martín- que la independencia es una cosa demasiado seria como para confiarla a otros que no seamos nosotros mismos, peleando por ella si es necesario
Por suerte, también siguen existiendo los que piensan -como pensaba San Martín- que la independencia es una cosa demasiado seria como para confiarla a otros que no seamos nosotros mismos, peleando por ella si es necesario
El acta de aquél 9 de julio nos declaraba "libres e independientes del rey de España, los Borbones, sus sucesores y metrópoli". Hoy para celebrar el bicentenario de aquél hecho Macri invita al rey Borbón ñoqui de la metrópoli, y su ministro Prat Gay viaja a España para pedirle disculpas en nombre de los argentinos a las empresas metropolitanas; por haberles sacado lo que era nuestro.
No deja de ser una suerte que no hayan llegado antes al gobierno, o seguiríamos siendo colonia de España con todas de la ley; porque habrían dado marcha atrás con la independencia, atribuyéndola a "la pesada herencia recibida del Congreso de Tucumán".
El Congreso de 1816 sesionó bajo el temor de una invasión armada de España que entrara por la quebrada de Humahuaca, y para ganarse el apoyo de las provincias del Alto Perú, Belgrano propuso una monarquía coronando a un rey inca; porque ellos eran los legítimos dueños de estas tierras, que les fueron usurpadas por los españoles.
A los congresales y a nuestro territorio los defendían con sus propia sangre Güemes y otros patriotas como Juana Azurduy, mujer y medio chola.
En la víspera del bicentenario Macri vuelve de su gira por "el mundo" mendigando inversiones (la moderna forma del protectorado de 1816) tras haber calificado de "usurpadores" a trabajadores que defienden su fuente de trabajo. Entra por la quebrada de Humahuaca, y se reúne con Gerardo Morales, que gobierna Jujuy como un virrey o encomendero español; y tiene presa a Milagro Sala por mujer, negra e india.
Antes de irse de gira en busca de inversiones extranjeras (es decir extranjeros que pongan algo, para llevarse mucho), Macri modificó por decreto la ley de tierras, para que a los extranjeros les resulte más fácil quedarse con buena parte de nuestro territorio, sin necesidad de pelear.
La Santa Sede no reconoció nuestra independencia en 1816, porque la consideraba una violación de los derechos del rey, puesto en su trono por Dios mismo. Hoy el Papa es argentino, y les manda una carta a los obispos diciendo "la patria no se vende", cuando el presidente por decreto y hace pocos días dijo que -al menos una parte de ella- sí se puede vender a los extranjeros.
La Santa Sede no reconoció nuestra independencia en 1816, porque la consideraba una violación de los derechos del rey, puesto en su trono por Dios mismo. Hoy el Papa es argentino, y les manda una carta a los obispos diciendo "la patria no se vende", cuando el presidente por decreto y hace pocos días dijo que -al menos una parte de ella- sí se puede vender a los extranjeros.
Unos años antes de la revolución y la declaración de la independencia los Borbones españoles mandaron a talar y sacar los olivares y viñas del virreinato, porque competían con los aceites y vinos de España.
Ahora días antes de los festejos del bicentenario, Macri mandó a vaciar de naranjas los árboles de San Miguel de Tucumán, por temor a que las usaran como proyectiles en su contra, y del Borbón emérito.
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