LA FRASE

"VOLVÍ PARA OFRECERLE AL PRESIDENTE MI COLABORACIÓN PARA RESOLVER EL PROBLEMA DE LOS CANDIDATOS QUE PROPUSO PARA LA CORTE." (FABIÁN RODRÍGUEZ SIMÓN)

viernes, 25 de mayo de 2012

DE OPORTUNIDADES Y OPORTUNISMOS


Poco después del 54 % de Cristina en las elecciones de octubre pasado, los medios hegemónicos comenzaron con una campaña de desgaste basada en una estupidez conceptual, no siempre perceptible a primera vista: nos planteaban que la política y la economía son compartimentos estancos sin comunicación entre sí, de modo que lo que sucede en una, no necesariamente se replica o repercute en la otra.

Era, claro está, una forma de bajarle el precio a la contundencia del resultado electoral, como si nos dijeran "está bien, la gente votó a Cristina pero compra dólares y fuga capitales, y lo hace porque cree que más tarde o más temprano, todo estallará por los aires y el país se irá al carajo".

A esos medios (y a muchos de los lectores) los devora la impaciencia por el final del ciclo kirchnerista, que cumple 9 años justo hoy, y que vienen anunciando desde el momento en que Néstor Kirchner se preparaba para asumir como presidente;: recordar la histórica sentencia de Escribano en La Nación.

El fantasma de la profecía autocumplida sobrevuela los análisis y los distorsiona, y en los sueños húmedos de ese pensamiento los deseos se confunden con la realidad; mientras se opera sobre ésta -si está al alcance-, para convertirlos en realidad.

Se desea la catástrofe económica, y si se puede, se contribuye a provocarla; sea especulando con el dólar, fugando capitales, remarcando precios o promoviendo puebladas al estilo de la asonada agrogarca del 2008, si el Estado tiene la ridícula pretensión de ejercer su imperio sobre los que se creen dueños del país, cobrándoles impuestos.

En ese contexto se inscribe ésta editorial del diario del Loco Lindo (que sin dudas corresponde a la pluma del mismísimo Víttori), que de los recurrentes "rumores sobre una crisis económica" que parece inevitable a juicio de "muchos analistas", deriva una oportunidad política. 

Hace poco ensayaba otra del mismo tono apocalíptico, a propósito de episodios de violencia confusamente amalgamados como si fueran lo mismo.  

Oportunidad política (hay que leer la nota, lo dice sin tapujos) para dar por tierra con el pronunciamiento de la voluntad popular expresada mayoritariamente en las urnas el 23 de octubre, formando una especie de gobierno de coalición, en el que se incorporen aquéllos que fueron repudiados por la ciudadanía con su voto (recordemos como le fue a las diferentes fuerzas opositoras en octubre), en un pie de igualdad con los que obtuvieron el 54 %.

Como si la elección no hubiese pasado, porque la gravedad de la "crisis económica inevitable" (hasta aquí sustentada en rumores, y la opinión de "algunos analistas") así lo ameritaría: al parecer, un 54 % de los votos no garantiza "una coalición política amplia y consistente" a la europea, como la que reclama el editorialista.

Y como no se supone que los opositores adopten el programa del gobierno (que la propia nota dice sería el causante de la crisis), es de suponer que éste adopte el de aquéllos, traicionando su mandato electoral: ya no se trata entonces de la autonomía o separación absoluta de las esferas de la economía y la política, sino de la subordinación de ésta a los dictados de aquélla, interpretada a su vez desde determinado discurso ideológico.

Algo que los argentinos conocemos de memoria, como que fue la lógica que imperó en nuestro sistema político hasta el 25 de mayo del 2003, exactamente hace hoy nueve años: hasta que Néstor Kirchner llegó al poder, para ser más precisos.

De allí la alabanza del sistema político europeo (hoy más cuestionado que nunca por sus propios ciudadanos: la miopía del editorialista se vuelve falacia por sustracción en éste punto), porque en él las elecciones son apenas un compromiso institucional, del que no se esperan cambios políticos ni -mucho menos- económicos: gane quien gane en ellas, habrá de seguir el mismo rumbo, las mismas políticas, que expresan y favorecen siempre a los mismos intereses.

Que son justamente los causantes de la crisis, y por eso son repudiados los partidos y los políticos europeos; cosa que el editorialista omite.

Pero el transcurso del tiempo (ya son nueve años) sin que se cumpla la profecía de la implosión del kirchnerismo les hace perder los estribos y la corrección, y esbozan soluciones que parecen pensadas para la Argentina del 2001.

Y eso no signfica minimizar la voluntad popular que reeligió a Cristina para perseverar en un rumbo, sino lisa y llanamente desconocerla.

Algo que (más allá de las diferencias metodológicas que genera la consolidación de la institucionalidad democrática, y los límites invisibles de la corrección política) debe ser considerado como lo que es: un globo de ensayo conceptual del golpismo destituyente.

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