Lo que está
ocurriendo con la industria automotriz en el país ilustra en buena medida sobre
las restricciones que enfrentaba el modelo productivo del país en los años del
kirchnerismo, que todo indica tienden a agravarse a partir de las decisiones de
política económica que viene tomando Macri desde que asumió.
Durante los
gobiernos de Néstor y Cristina, la industria automotriz fue una de las mimadas
de un modelo que apostaba fuerte al consumo interno, la generación de empleo y
la recuperación de tejido industrial, con sus beneficios y costos.
Por el lado de los
beneficios, el sector aportaba demanda de mano de obra y proveía empleo
calificado y con buenos salarios tomando en cuenta el promedio, pero al mismo
tiempo presionaba fuerte sobre la balanza comercial y la de pagos demandando
divisas para atender las importaciones de autopartes, por la escasa integración
de piezas y partes nacionales en los vehículos terminados.
Desde el punto de
vista del balance de divisas y si bien la industria automotriz tuvo buenos
desempeños exportadores, era claramente demandante de divisas y contribuyó
desde allí a agravar el fenómeno de restricción externa que se agudizó en el
segundo mandato de Cristina.
El generoso apoyo
que el gobierno dio al desarrollo del sector estimulando la demanda por un lado
y favoreciendo fuentes de financiamiento por el otro (es recordado el caso de
GM y su planta de Alvear en el sur de la provincia, con un préstamo del FGS de
Anses) puso más el énfasis en la creación y el sostenimiento de los puestos de
trabajo, que en el avance en un proceso creciente de integración de partes
nacionales (en el que no obstante hubo algunos avances) en el ensamblado de los
vehículos.
Se trata, claro, de
un sector absolutamente extranjerizado porque todas las terminales automotrices
que operan en el país corresponden a empresas multinacionales, cuyas
estrategias de costos, proveedores y desarrollo de cadenas de valor responden a
la lógica globalizada de esos capitales, más que a las exigencias de un
determinado modelo de desarrollo nacional.
Ya en estos tiempos
de “Cambiemos”, avanza en el Congreso nacional un proyecto de ley para el
desarrollo de la industria nacional de autopartes, con importantes beneficios
para el sector de las automotrices para incentivarlas a incorporar
progresivamente mayores piezas y componentes nacionales en las unidades; y
otras herramientas para capear el temporal que se le presenta al sector por la
brutal caída de la demanda de Brasil, destino principal de sus exportaciones.
Mientras la ley se
discutirá en el Senado tras un amplio apoyo en Diputados (incluyendo al
oficialismo y al FPV) y como podemos ver acá las empresas del
sector están produciendo suspensiones de personal en forma masiva; y hay
quienes aventuran que en breve se transformarán en despidos, si la situación no
mejora y cuando hayan agotado los stocks de producción que hoy están tratando
de comercializar en un mercado interno cada día más complicado por la política
económica del gobierno, y en un mercado externo que ofrece pocas perspectivas
alentadoras.
Sin prejuzgar sobre el éxito de una política que
aun no ha comenzado siquiera a aplicarse (la ley está pendiente de aprobación final en el Senado,
como dijimos), no está claro que los beneficios que se le otorgarían al sector
(ya favorecido por Macri con la eliminación de las retenciones a las
exportaciones) tengan como contrapartida dde su parte sostener los planteles de
persona, evitando las suspensiones y los despidos.
Incluso
desconocemos si el proyecto condiciona -como sería deseable- el otorgamiento de
los beneficios impositivos y crediticios que establece para el sector, a que
las empresas de éste no produzcan despidos o suspensiones de personal.
Los antecedentes al
respecto no permiten ser optimistas: recordemos que muchas de las automotrices
firmaron aquél “compromiso” (enlace al post anterior) con el gobierno por el
cual se comprometían a evitar despidos y suspensiones pero solo por 90 días, y
sin ninguna sanción ni consecuencia jurídica en caso de incumplimiento.
Y recordemos también que la ley anti-despidos
vetada por Macri (a propósito: ¿nadie piensa instar en el Congreso el
tratamiento del veto para intentar rechazarlo?) no solo prohibía los despidos,
sino también las suspensiones, como las que están produciendo masivamente las
automotrices.
1 comentario:
Agua y ajo, votaron un cambio por que les jodia ganancias. Todavia pagan ganancias y ya le empiezan a ver la cara al desempleo. A vivir con eso.
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