LA FRASE

"VOLVÍ PARA OFRECERLE AL PRESIDENTE MI COLABORACIÓN PARA RESOLVER EL PROBLEMA DE LOS CANDIDATOS QUE PROPUSO PARA LA CORTE." (FABIÁN RODRÍGUEZ SIMÓN)

jueves, 3 de octubre de 2019

LA LISTA DE MACRI



La Cámara Nacional Electoral, de quien nada se esperaba en materia de ecuanimidad en la organización del debate presidencial, nada está dando: acaba de designar como “moderadores” a los periodistas oficialistas que figuran en el listado que abre el post.

Inútil es buscar en la lista alguno que en alguna oportunidad haya expresado una mirada crítica del gobierno de Macri y su gestión, o que por el contrario no haya tenido durísimas críticas para el gobierno anterior, el kirchnerismo o Cristina: fueron cuidadosamente elegidos precisamente por eso.

Tan inútil como el debate en sí mismo, un show televisivo que -lo podemos decir ahora, con escaso riesgo de equivocarnos- nada aportará a la calidad del proceso democrático, el intercambio de ideas y el esclarecimiento al ciudadano; aunque la idea instalada desde los medios y que el Congreso nacional compró llave en mano en el 2016, es que hacer un debate televisado entre los candidatos otorga un sello de calidad institucional, que nos convierte en una democracia madura.

La Cámara Nacional Electoral comenzó “privatizando” la organización del debate en “Argentina Debate”, la ONG que organizó el del 2015 previo al balotaje, varios de cuyos miembros saltaron sin escalas desde esa plataforma, a cargos políticos en las administraciones de Macri, Vidal y Rodríguez Larreta; de modo que no debe extrañar el criterio de selección, como tampoco extrañan distintas resoluciones que vino adoptando en el curso del proceso electoral frente a cada cambio amañado de las reglas de juego que, con éste en marcha, instrumentó Macri por decreto.

Lo que no deja de sorprender es que, más allá de que ahora exista una ley que establece la obligatoriedad de esta payasada (sancionada justamente luego del festival de mentiras seriales de Macri en el debate del 2015), las fuerzas políticas opositoras se presten mansamente a la misma, y acepten estas reglas de juego: trascendió que precisamente el punto de mayor discusión en la organización fue la selección de los periodistas moderadores; sin que sepamos que nadie haya cuestionado -ponéle- que los moderadores deban ser necesariamente periodistas, y no académicos, politólogos o algo por el estilo.

Que esos periodistas sean a su vez de los medios hegemónicos, y como tales reflejen invariablemente la línea editorial de esos mismos medios (que en estos cuatro años fue de hostigamiento y persecución al gobierno anterior, y blindaje mediático al actual) no es sino consecuencia del mapa de medios que hay en el país; que este gobierno consolidó derogando de un plumazo por DNU las disposiciones democratizadoras de la ley de medios, y mandando al archivo los planes de desinversión de los multimedios para adecuarse a la misma.

Y es allí donde la decisión de las fuerzas opositoras (en especial del “Frente de Todos”) hace ruido: aceptar un debate con estas reglas de juego, lejos de ser un avance democrático, es un serio retroceso; porque implica admitir que la democracia no es es algo que gestionan los ciudadanos y los partidos políticos, sino los jueces electorales (unos pavos reales que no cumplen el rol para el que fueron designados, y se atribuyen con frecuencia otros que no les corresponden), las ONG de clase media con tiempo libre y necesidades básicas satisfechas, y los medios hegemónicos a los que los único que les interesa es generar ráting en horario prime time, sin costos de producción del material.

Aun cuando el desempeño de Alberto Fernández en los debates sea brillante y logre ridiculizar a Macri (no ponemos en duda eso, ni creemos que sea el punto central de la discusión), y dando por sentado que su influencia en las elecciones será nula, aceptando estas condiciones, pensando en el día después del debate, en términos ahora sí de consolidación democrática, tiene más para perder que para ganar. Él y todos nosotros.

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