LA FRASE

"VOLVÍ PARA OFRECERLE AL PRESIDENTE MI COLABORACIÓN PARA RESOLVER EL PROBLEMA DE LOS CANDIDATOS QUE PROPUSO PARA LA CORTE." (FABIÁN RODRÍGUEZ SIMÓN)

viernes, 4 de octubre de 2019

Y AL QUE NO LE GUSTA, SE JODE


La decisión unánime del congreso de la CTA que conduce Hugo Yasky en sus deliberaciones de ayer en Lanús, de iniciar el proceso para que la central reingrese al seno de la CGT de la que se fue hace casi 30 años es el hecho más importante del movimiento sindical argentino en mucho tiempo, y uno de los acontecimientos políticos más trascendentes de un año electoral, y por ende rico en acontecimientos importantes.

Se inicia un proceso cuyo final no será inmediato ni exento de rispideces, pero el paso anunciado ayer es gigantesco, y se debe en buena medida a la lucidez de la conducción de la CTA, comenzando por el propio Yasky, de lo mejor del sindicalismo argentino en las últimas décadas, por coherencia y trayectoria personal.

En que condiciones se producirá la reincorporación, y como ha de incidir en la futura elección de las autoridades de la CGT es algo que no podemos saber ahora, y que en definitivas les corresponde definir a los trabajadores, y a las organizaciones que los representan; pero el reingreso de los gremios que conforman la CTA (o una de ellas) al seno de la central histórica es, sin dudas, una muy buena noticia.

Se dice que los "gordos" que condujeron la CGT en estos años de macrismo (una conducción de triste memoria, entre las peores de una larga lista de dirigentes claudicantes) resistirían la incorporación, porque suponen (y suponen bien) que los gremios que hasta hoy revistan en la central conducida por Hugo Yasky sumarán fuerzas con los sectores más dinámicos del sindicalismo tradicional, representados por la Corriente Federal de los Trabajadores que conduce Sergio Palazzo, y del Frente Sindical Para el Modelo Nacional, de Hugo y Pablo Moyano.

De ser así, no sería sino la consecuencia en el plano sindical de los realineamientos que se vinieron dando en la política, en la oposición y en el peronismo, como consecuencia de la experiencia macrista; aunque para ser más precisos en el registro histórico, la decisión anunciada en el Congreso de ayer (que contó con la presencia de Alberto Fernández y Máximo Kirchner) es coherente con un proceso de unidad en la lucha y en la calle que se venía dando entre las fracciones más combativas del sindicalismo, que le dio sustento social y organizativo a la arquitectura electoral formada luego como "Frente de Todos", de la cual la candidatura de los Fernández es la expresión de síntesis.

Hemos dicho otras veces acá y lo reiteramos ahora, que las fracciones del movimiento obrero organizado y las organizaciones sociales opositoras a las políticas del macrismo fueron pioneras en el planteo de la necesidad de gestar una unidad opositora lo más amplia posible con expresión electoral, para ponerle punto final al nuevo experimento neoliberal ensayado en el país, por una intuición muy clara: se trataba de reemplazar un gobierno de los patrones, con un marcado sesgo de clase y contrario a los derechos de los trabajadores, por otro que los exprese y represente cabalmente.

De allí que la decisión del Congreso de la CTA, al par que un espaldarazo importante para el futuro gobierno, es también un mensaje claro: los trabajadores y sus organizaciones (en especial aquellas que confrontaron con el macrismo) van a acompañar, en tanto y en cuanto se honre el mandato popular contenido en las urnas de las PASO, y que seguramente se ratificará con contundencia en las elecciones generales del próximo 27.

Si alguno (en el sindicalismo, en la política y en el mundo empresarial) cree ver en este proceso de unidad sindical el intento de armar un sindicalismo manejado a control remoto por un eventual gobierno de AF, para que acepte ser el colchón que amortigüe los reclamos de los trabajadores en caso que deban resignar derechos sin contraprestación alguna en el marco del llamado al pacto social, está leyendo mal no solo la coyuntura, sino lo que pasó en el país estos últimos cuatro años, y sobre todo lo que viene a partir de diciembre. 

Desde que las PASO operaron como una virtual primera vuelta y colocaron a la fórmula del "Frente de Todos" a un paso de llegar al gobierno, los sectores del poder económico que hasta el día antes apoyaban sin reservas la reelección de Macri comenzaron con lo que Horacio Verbitsky llama "la educación presidencial": ejercer todo tipo de presiones sobre Alberto Fernández para que acepte cogobernar con Macri hasta el final del mandato compartiendo los costos del ajuste que juzgan imprescindible; y que lo continúe cuando esté formalmente en el poder, cambiando su hoja de ruta (que es lo que votó la mayoría del pueblo argentino), para reemplazarla por la de ellos, que consideran la única admisible.

No hay que confundir ciertos gestos de amabilidad de circunstancias (fruto más de la necesidad que del convencimiento, porque la pifiaron mal en sus opciones políticas), con una real predisposición a acordar políticas, cediendo a la lógica de sus puros intereses. Ojalá el tiempo nos desmienta, pero somos escépticos al respecto.

El futuro gobierno afrontará una pesadísima herencia en múltiples aspectos, y un contexto internacional desfavorable, en el que los trabajadores intentarán, con razón y justicia, recuperar el terreno perdido en los años macristas en materia de derechos, empleo y salarios. Pero bien saben ellos y sus organizaciones que no fueron los únicos afectados por la devastación macrista: a la par o peor están los jubilados, los beneficiarios de la AUH, los desocupados o empleados informales; que también esperan y merecen respuestas urgentes.

Pero si la política económica del futuro gobierno es la que debe ser para salir de la crisis, y toma medidas que impliquen descargar sus costos sobre los que más tienen y más se beneficiaron con ella, los cimbronazos y las resistencias serán fuertes; y allí el rol del movimiento obrero organizado será crucial, para darle al gobierno músculo social y organizativo, para sumarle a su legitimidad de origen fundada en los votos, y en la amplitud de los acuerdos que terminaron contorneando el "Frente de Todos".

Y en ese contexto, la decisión de la CTA conducida por Hugo Yasky de retornar al seno de la CGT es una excelente noticia, aunque ponga nerviosos a muchos, dentro y fuera del sindicalismo. En todo caso y como dice el cantito popular, "unidad de los trabajadores, y al que no le gusta, se jode, se jode". Tuits relacionados:

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