Hace mucho tiempo ya en su célebre "Manual de Zonceras Argentinas" Arturo Jauretche les dedicaba un apartado a lo que denominó "zonceras de autodenigración": una tara cultural de determinados sectores que viven su nacionalidad como un exilio forzado en un país que detestan; y del cual se irían apenas pudieran.
La autodenigración juega siempre en modo de comparación, negativa para el país, sus costumbres, sus habitantes: siempre lo que hacen afuera es mejor, y nosotros somos una verdadera porquería, por más esfuerzos que hagamos para mejorar. Estamos irremediablemente condenados al fracaso, en esa visión.
Con la pandemia, la autodenigración nacional alcanzó niveles de ridículo: frente a un fenómeno imprevisto e impensado que azota a todo el mundo desde hace más de un año, ante el cual los gobiernos ensayan distintas respuestas y vuelven sobre sus pasos, nos quieren hacer creer que la Argentina es el peor país del mundo por como enfrenta la emergencia, aunque las cifras digan otra cosa.
Si compramos vacunas, son veneno, y si luego se comprueba que funcionan (porque lo dice una publicación científica extranjera), llegan pocas, o el flete es muy caro. Si cerramos actividades para restringir circulación, estamos ante una "infectadura" y hacen marchas de protesta; y si se habilitan, es a tontas y a locas y sin tomar los debidos cuidados.
Los "países ejemplos" van cambiando tan rápido, que a menudo olvidan hoy el que propusieron a esos fines ayer: Chile, Uruguay, Brasil, Paraguay, Finlandia o el Congo Belga, para el caso son lo mismo: el punto es dejar sentada nuestra absoluta, perpetua e ilevantable inutilidad. Ahora, por ejemplo, Alemania y Angel Merkel seguramente volverán al tope de las preferencias porque el gobierno dio marcha atrás en una cuarentena estricta ante la suba de contagios, a poco de haberla anunciado.
Y es en vano tratar de hacerles entender que estamos tomando medidas que se toman en todo el mundo, frente a un fenómeno que es mundial; o que la emergencia impone ciertas restricciones a la vida norma, o que las vacunas son escasas y hay una disputa global por obtenerlas.
Pero el problema de los "zonzos" autodenigratorios, es cuando terminan marcando la tónica de las decisiones del gobierno, cuya responsabilidad es velar por los intereses del conjunto. Un ejemplo claro es el retorno de las clases presenciales -medida en la que otros países más desarrollados que nosotros ya han retrocedido-, que fue empujada por el gobierno porteño contra toda lógica epidemiológica, basados en ejemplos de países extranjeros que ya las han cancelado, porque hacen crecer los contagios.
Y lo mismo ocurre hoy, con los viajes al exterior, y los viajeros que deben regresar al país, provinientes de países en colapso sanitario como Brasil. Si se sigue la evolución del tema por los voceros oficiosos del gobierno (como Ámbito e Infobraden), se ve como el gobierno sigue el mismo derrotero de progresivas reculadas al cual -lamentablemente- nos tiene acostumbrados.
Se anuncian medidas inminentes, que se van desdibujando con el paso de los días: que cuarentena obligatoria en hoteles de Ezeiza a su cargo, hasta hisopados y "recomendaciones" de que hagan cuarentena, o "desalentar" los viajes al exterior por turismo, en lugar de lisa y llanamente prohibirlos como aconsejan las circunstancias. Lo mismo para cerrar las fronteras, o cancelar los vuelos al exterior.
Un año después, seguimos rindiendo pleitesía a la anomia social del mismo sector que trajo el virus al país, viajando al exterior, sin cuidados, cuando no era imprescindible. Y lo volvieron a hacer, con la pandemia ya instalada, y produciendo cifras escalofriantes de contagios y muertes en algunos países de destino, de modo que nadie puede aducir que le sobrevino un imprevisto, con el viaje ya contratado.
El afán obsesivo -ya enfermizo- por no malquistarse con sectores que jamás nos votaron ni nos votaron, además de ser una táctica política y electoral equivocada, pone en riesgo los logros que se puedan haber alcanzado en el manejo de la crisis sanitaria. Acaso si se comprendiera que se trata simplemente de una tara cultural y debe ser tratada como tal, nos ahorraríamos muchos problemas.
PD: con protocolos aprobados por Lammens para "viajes de egresados al exterior" no los vamos a evitar, eh.
3 comentarios:
Excelente nota. En todos sus aspectos. Felicitaciones
Es el partido dentro del partido.
Cuando las decisiones se toman desde la óptica de la minoría porteña, el daño es enorme, porque en el Puerto reina la ignorancia y el snobismo. Por eso desde allí irradiaron la pandemia al resto del país. Hace 200 años que tenemos el mismo problema.
Entre Larreta y Lammens ¿ hay mucha diferencia ?
El Colo.
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