LA FRASE

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sábado, 22 de octubre de 2022

LA CHANCHA, LOS VEINTE Y LA MÁQUINA DE HACER CHORIZOS

 

 Leemos acá en La Política Online que, con el trasfondo de la discusión del presupuesto 2023 en el Congreso hay una puja por el mecanismo de reintegro de lo pagado por las empresas en concepto de impuesto a las Ganancias, como consecuencia del ajuste por inflación de los balances. 

Señala el artículo: "En el Presupuesto del 2022 que se cayó por el rechazo de la oposición a votarlo, se prorrogaba el sistema que rigió hasta el 2021 que permitía deducir de ganancias el ajuste por inflación en tres años consecutivos. Esto permitía al Estado morigerar el impacto fiscal de las medidas y a las empresas productoras que toman deuda en el exterior, como las petroleras, les facilitaba la operación.".

"Cuando se cayó el presupuesto el ajuste por inflación pasó a debitarse en una sola cuota. Esta opción beneficia a los bancos y son los que despliegan por estas horas un intenso lobby sobre los diputados para que no incluyan en el Presupuesto la modificación que permita el regreso de las tres cuotas. Fuentes del Ministerio de Economía confirmaron que según sus cálculos mantener el sistema actual de un sólo debito en lugar de prorratearlo en tres años le genera una pérdida al fisco de unos 300 mil millones de pesos.". 

"La diferencia entre los sectores económicos se da porque el impacto del ajuste por inflación tiene efectos diferentes según el tipo de balance que tengan las compañías. Aquellas en la que el activo monetario es mayor al pasivo monetario (como los bancos), están más expuestos en sus balances al impacto de la inflación y esto les genera una pérdida que pueden deducirla del impuesto. Les sirve anticipar el pago y ganarle a la inflación.".

"Las compañías que tienen más pasivos monetarios que activos monetarios y que realizan inversiones intensivas y tomas préstamos en el exterior, como las petroleras, están obteniendo una ganancia producto de la inflación y deberían pagar más. Por eso, prefieren prorratear en tres cuotas el pago porque les gravan las ganancias generadas por efecto de la inflación.".  

Hace muchos años atrás y a propósito del reclamo empresarial por el ajuste por inflación de los balances de las empresas, decíamos en ésta entrada: "Según nos comentaba nuestro amigo Diego Rubinzal (al que consultamos sobre el tema) el ajuste por inflación para las empresas en Ganancias es algo muy complejo porque la ley ya lo contempla para ciertos aspectos que tienen que ver con rubros que componen el patrimonio o activo de las empresas, y el pasivo.Y también nos decía que el ajuste generalizado por inflación terminaría favoreciendo a las empresas que están más "líquidas", es decir que más allá de su situación patrimonial, tienen gran flujo de facturación constante.".

"No hace falta ser Diego Rubinzal para darse cuenta que en esa situación están muchas de las empresas que tienen posición dominante en el mercado, y por ende captan niveles de facturación importante, que se traducen obviamente en utilidades significativas. Y que además en muchos casos son formadoras de precios, y pueden a su vez (como compradores con poder privilegiado de negociación) minimizar sus costos, fijando precios para los insumos que necesitan. Algo que un trabajador no puede hacer con su salario, o sus bienes patrimoniales.".

Como vemos entonces, los causantes y beneficiarios de la inflación quieren provechar sus consecuencias, para seguir obteniendo beneficios, y que el Estado (o sea, todos nosotros) sea el pato de la boda. De éstas cuestiones también se habla (o debiera hablarse) cuando se dice que la inflación es consecuencia o resultado de la puja distributiva; o por lo menos con estas cuestiones algunos podrían tener más en claro quien gana y quien pierde en esa puja: de accederse al lobby de los bancos, el Estado resignaría 300.000 millones de pesos en recaudación, que bien podrían destinarse a mejorar jubilaciones, la AUH o los demás programas sociales, por decir algo.

En el caso de los bancos, son los eternos beneficiarios, con todos los programas económicos, en todos los gobiernos y sin importar las circunstancias de crisis o bonanza por las que atraviese el país. De hecho, en estos tiempos están haciendo pingües ganancias prestándole al Estado a tasas siderales, en un marco macroeconómico en el que las tasas suben como estrategia para intentar -sin éxito hasta acá- frenar la inflación. 

Y ahora además quieren licuar el costo fiscal que les significan esas ganancias, acumuladas en ése contexto, con la excusa de la inflación, y haciéndole perder una masa importante de recursos al Estado, justo cuando todos -el gobierno, la oposición, los empresarios, el FMI-hablan de garantizar el equilibrio fiscal o la reducción del déficit, pero solo atacando los gastos públicos, sin hablar de los ingresos. 

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