LA FRASE

"VOLVÍ PARA OFRECERLE AL PRESIDENTE MI COLABORACIÓN PARA RESOLVER EL PROBLEMA DE LOS CANDIDATOS QUE PROPUSO PARA LA CORTE." (FABIÁN RODRÍGUEZ SIMÓN)

jueves, 2 de marzo de 2023

CARROS Y CABALLOS

 

Todo indica que la campaña electoral -que ya arrancó hace rato- transcurrirá en un plano de absoluta chatura y mediocridad, en el que se pone más el acento en las candidaturas, los "lanzamientos", el "fotismo". las alianzas, en definitivas: el cotillón habitual en estos casos, sin demasiado contenido. Porque fuera de los eslogans genéricos de los que pretenden ser candidatos, nadie -ni en el oficialismo ni en l oposición- está hablando claro y concreto sobre los problemas principales que tiene el país, ni que haría para resolverlos. 

Pero aunque esa cuestión álgida se soslaye, no deja de existir, porque quiérase o no, la política es (por acción u omisión) representación de intereses, que en una sociedad son múltiples, y en no pocos casos divergentes o inconciliables; cuestión que se suele disimular bajo eufemismos simplistas como "la grieta". De allí que no baste con agitar fantasmas ("la vuelta de la derecha") para conseguir votos: hay que gobernar para hacerlo, y proponer como se sigue en adelante, para conservarlos o recuperarlos.  

Sobre eso decíamos hace un par de años atrás en ésta entrada: "Pero eso es en lo estrictamente electoral, que es una dimensión de la política, que se salda en las urnas. Para llegar hasta allí hay que construir el camino, con políticas públicas desde la gestión si se es gobierno, y estableciendo coaliciones sociales que luego se expresen electoralmente y sustenten con su apoyo al gobierno, si se logra vencer. Y en ese orden: las políticas públicas dirigidas en un sentido determinado, construyen coaliciones sociales en el mismo sentido, porque reflejan sus intereses. Y allí concordamos en todo con Scaletta, y reside el problema que él plantea para el gobierno del FDT, y sus indefiniciones: el bloque adversario está consolidado como tal más allá del nivel de puterío actual de su expresión dirigencial en sentido político partidario. Y está consolidado porque su conducción real (el poder económico) es inmune a los resultados electorales, y dispone de los medios (de producción y de construcción de sentido) para conducir las cosas a su conveniencia, todo el tiempo que media entre una elección y otra.".

"Frente a eso, nosotros solo tenemos las herramientas del Estado y de la política, y debemos emplearlas con inteligencia, y al mismo tiempo con coherencia: en el sentido para el que fuimos votados, para que la coalición social que se expresó en las urnas en agosto y octubre del 2019 perdure en el tiempo y se solidifique; y para que el bloque de poder que tenemos pierda gravitación y poder de daño, en la medida de lo posible. Si se sabe ver, las medidas que hay que tomar son las mismas, para conseguir ambas cosas. Y allí es donde el gobierno parece acusar su mayor déficit, funcionando a dos velocidades: por un lado una morosidad ostensible en tomar medidas que afecten al poder real aun éstas permitan al mismo tiempo consultar los intereses de su propia base electoral (por ejemplo aumentar retenciones para desacoplar los precios internos de los internacionales, en especial de alimentos), o disminuir el poder de fuego del adversario (reponer la ley de medios, mutilada por DNU de Macri, por caso).".

Vistas las cosas desde esa óptica, en la oposición parecen tener las cosas mucho más claras, aunque por momento la danza de candidaturas se parezca mucho a una discusión farandulera de vedettongas con problemas de cartel, que más tarde o temprano se terminará sintetizando, por decisión propia de los actores involucrados, o por indicación superior, de sus mandantes reales. Lo que tienen claro todos -"halcones" y "palomas", si es que tal división existe- es lo que harán si llegan a ser gobierno, e incluso algunos se animan a decirlo con todas las letras, porque saben -o creen- que hay un público dispuesto a escucharlos.

El problema lo tenemos nosotros: detrás de la discusión por las candidaturas (en sí mismo insólita si se repara en que transcurre con Cristina proscripta), hay otra más de fondo, que tiene que ver con el futuro de las fuerzas que en el 2019 conformaron el "Frente de Todos": ¿se puede decir hoy que todas ellas representan los mismos intereses, aspiran a asumir la representación política de los mismos sectores sociales, buscan proteger los mismos intereses, o intereses distintos pero que se pueden analizar? 

En la respuesta a esos interrogantes está la lectura que se haga de la experiencia del gobierno de Alberto Fernández, la línea política que hay que seguir en el futuro para recomponer el contrato electoral con los que nos votaron en el 2019, el programa de gobierno a proponer y las alianzas (sociales y políticas) que hay que construir para ejecutarlo, si el voto popular nos volviera a dar esa responsabilidad. Y esa discusión debe ser franca, sin buscar el atajo posibilista de la "correlación de fuerzas" (que se construye o no a diario, con decisión política o falta de ella), ni decir -en modo macrista- que "pasaron cosas", como la herencia macrista (porque nos votaron para resolverla), la pandemia o la guerra: la gente volta soluciones, no excusas.

Pedirle a Cristina que reconsidere su decisión sin ser candidata, o plantear una acción política para crear las condiciones en las que su proscripción no sea viable sin resolver antes estos dilemas, es poner el carro por delante de los caballos.   

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