"Nuestra tarea no consiste solo en responder a cada afirmación absurda que haga Trump. Eso es lo que su entorno quiere que hagamos. Definir los parámetros del debate y que vivamos dentro de su marco. Es una trampa en la que no debemos caer"
— Juan Manuel Karg (@jmkarg) January 25, 2025
Bernie Sandershttps://t.co/mChhFwKsUL
Unos días atrás ejemplificábamos en esta entrada como el gobierno trataba de imponer su agenda y hacernos correr detrás de ella, y como eso obedece a su necesidad de que no se hable de ciertas cosas, que le resultan incómodas. Para que se entienda que no es una originalidad argentina ni un invento genial del aparato comunicacional de Milei, más o menos lo mismo está diciendo en el tuit de apertura Bernie Sanders (senador demócrata de EEUU) respecto de la agenda que trata de imponer Trump, que es en muchos aspectos la misma de Milei, porque responde a consignas y objetivos de la derecha global.
Lo que dice Sanders -y compartimos- es que en los próximos meses (aquí ya vino pasando porque la derecha gobierna hace más de un año) los pondrán a discutir insensateces y estarán lanzando nuevas todo el tiempo, mientras guardan un estruendoso silencio sobre determinados asuntos. Es parte de la estrategia de esta "nueva" derecha para disfrazarse como contracultural, rebelde y cuestionadora del sistema capitalista, cuando en realidad es su más férrea defensora, y la herramienta a la que {este echó mano cuando no encontraba respuestas satisfactorias en la democracia: reducirla al cotillón electoral, vaciándola de sentido en todo lo demás, y servirse de sus éxitos electorales para reconfigurar brutalmente las sociedades, más a favor de sus intereses de lo que ya estaban.
Con Milei y sus dislates cotidianos (los últimos de ellos, en el foro de Davos) pasa exactamente lo mismo: hay que concentrarse más en lo que hace que en lo que dice, y en lo que no dice (o en aquello de lo que no quiere hablar), que en lo que dice. Por supuesto, nada de esto debe ser entendido en el sentido de resignar banderas, abandonar peleas o avenirse a perder derechos: hay que dar todas las luchas que sean necesarias, en todos los frentes y sumarse a las que den todos los que enfrenten a este experimento de crueldad social.
Sin perder de vista nunca lo esencial, que fue dicho más arriba: asistimos a gobiernos de derecha (poco importa si se asumen como "liberales", "nacionalistas" o "populistas") siguiendo una típica agenda de derecha: preeminencia del capital sobre el trabajo en todo (en especial en la distribución del ingreso y los esfuerzos), sociedad regida por las leyes del mercado, debilitamiento de los roles y el poder del Estado (reducido a garantizar los negocios del capital) y dispensar todas las dosis y de autoritarismo y violencia (verbal, física e institucional) que sea necesaria, para conseguir esos objetivos, o aplastar las resistencias. Sin importarles (y por ende tampoco debería importarnos a nosotros) si las víctimas de esas violencias son trabajadores sindicalizados, organizaciones sociales o el colectivo LGBT.
Ese plan se despliega a su vez en una sociedad quebrada, rota, desigual e interferida en sus modos de conocimiento y percepción de la realidad, por los aparatos ideológicos del sistema; lo que nos lleva a las atinadas reflexiones que hacía Ricardo Aronskind en ésta nota en El Cohete a la Luna cuya lectura íntegra recomendamos: "Nadie puede soñar en la Argentina con un cambio progresista, realmente popular, si no se revierte el estado de alienación colectiva de una parte de la sociedad. Esa reversión no será espontánea, por la sencilla razón de que todos los días, 24 horas por día, la desinformación, la deformación y la implantación de ideas descabelladas funciona y deteriora las capacidades de comprensión de la realidad de diversos colectivos en todo el territorio nacional.".
"Desde la política partidaria, parece que sólo se visualiza la instancia electoral, y se busca reagrupar los votos ya disponibles –los votos “realmente existentes”– en base a “ofertas atractivas” adaptadas a las subjetividades existentes en plaza. Parece no comprenderse que ningún proyecto popular podrá avanzar con tanta gente no entendiendo en qué país vive, cuál es su perspectiva de progreso personal en un modelo de concentración salvaje del capital, y a dónde va a terminar su propia existencia si se siguen desmantelando nuestras capacidades colectivas para garantizar condiciones de vida aceptables.".
"Por lo tanto, no se trata sólo de tironear por el electorado realmente existente, buscando cómo atraer a ese público influenciado por los medios y las redes, sino en “producir” nuevo electorado. Producir electorado es crear nuevas subjetividades, promover sensibilidades acordes a un proyecto colectivo de bienestar y fraternidad. Producir electorado es lo que viene haciendo la derecha con bastante éxito, promoviendo el antiperonismo, el clasismo, el racismo, el auto desprecio nacional, el individualismo y el anti estatismo.".
"No nos cabe duda que si hoy existiera lo que en la terminología liberal se llamaba “ciudadanía”, las barbaridades que dicen y hacen las autoridades en nuestro país y en el exterior encontrarían una respuesta mucho más potente, tanto en la calle como en los medios y en las instituciones de la democracia. Para tener votantes lúcidos, tenemos que poder construir ciudadanos involucrados en lo público. Hoy no alcanza con un proyecto político que ofrezca un poco más de consumo a masas pasivas y despolitizadas. La apuesta popular debe ser mucho más alta y ambiciosa.".
Aronskind apunta con agudeza a los modos de desplegar una praxis política para ganar (o recuperar) voluntades sociales (más allá incluso de la dimensión específicamente electoral), pero nos lleva por derivación lógica de su planteo, a otra cuestión esencial: para el campo nacional y popular sería un error garrafal repetir el error cometido en 2015, 2019 y 2023 de aplicar el apotegma "si no puedes vencerlos, únete a ellos"; en modo de perfilar propuestas y candidaturas que los "atraigan" sobre la base de la moderación del discurso y la búsqueda de un ilusorio "centro" que (está demostrado) no existe socialmente.
En todo caso habrá que buscar el modo inteligente de construir un electorado (en las palabras de Aronskind) que pueda sentirse atraído por las banderas históricas (cuya necesidad de concreción está ratificada, y no desmentida, por la realidad) y por propuestas viables que las expresen, acordes a los tiempos que corren. Para lo cual no alcanza con esperar a que lo estragados por las políticas de Milei comprendan que lo son como consecuencia de ellas y por ende no serán ellas -desplegadas en el tiempo- las que mejoren o reparen su situación, y nos vengan a buscar después de haberle perdido la fe, porque eso no sucederá, no al menos mágicamente y sin mediación de la praxis política.
Del mismo modo que no sucederá que el experimento con seres vivos que nos gobierna esta vez tenga éxito en todo lo que no sea garantizar sus negocios e intereses, y derrame en beneficios para la mayoría de la sociedad; cosa que hasta el mismo Milei en su fuero íntimo sabe. Y si no lo sabe él (porque su grado de alienación de la realidad es mayor incluso que el que trasunta en público), lo saben perfectamente sus mandantes reales: ya está visto y dicho que el futuro o la construcción de una sociedad mejor y más justa sean algo que les preocupe demasiado, porque el único futuro que les interesa (el suyo) o tienen asegurado contra toda contingencia, y quieren asegurarse de que siga siendo así.
Tuits relacionados:
Cambiando "Trump" por "Milei" aplica perfectamente acá. https://t.co/BGJ407scWQ
— La Corriente K (@lacorrientek) January 23, 2025
El voto femenino, la universidad gratuita, la igualdad de derechos de los hijos nacidos dentro y fuera del matrimonio, el aguinaldo, las vacaciones pagas, los derechos de la niñez y la ancianidad y el no ingreso al FMI habrán sido considerados la agenda woke del primer peronismo?
— La Corriente K (@lacorrientek) January 28, 2025
Otro cazabobos para tenernos discutiendo todo el tiempo. https://t.co/2XZHx2smyh
— La Corriente K (@lacorrientek) January 27, 2025
2 comentarios:
"La agenda woke del primer peronismo" es también la del peronismo en su versión kirchnerista. Un peronista no entró al FMI y otro salió de ese antro antinacional y popular, con medio siglo de diferencia. Muy buena nota compañeros, así como la generosa cita de un colega de otro medio. Chapeau.
Bullrich y el alambrado. La abuela Bullrich es mamá Cora.
El Colo.
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