LA FRASE

"NO ES TAN DIFÍCIL DE ENTENDER: ESTELA DE CARLOTTO ES GOLPISTA Y EL GENERAL VIDELA LO ÚNICO QUE HIZO FUE COMBATIR AL TERRORISMO." (VICTORIA VILLARRUEL)

domingo, 6 de septiembre de 2020

EL LARRETA ROSARINO


Finalmente Perotti apretó el botón rojo antes que Alberto: desde las cero hora de ayer sábado cinco Departamentos del sur de la provincia (incluyendo Rosario) amanecieron retrocediendo a lo que se podría llamar "fase 1" en las actividades habilitadas en medio de la cuarentena: por dos semanas solo se podrán realizar las actividades esenciales, como era en un principio cuando regía en todo el país y en toda la provincia el "ASPO" (aislamiento social, preventivo y obligatorio).

Las duras medidas (más duras aun que lo esperado por muchos) fueron decididas por el gobernador por el Decreto 944, y precedidas de una visita de Ginés González García a Rosario el viernes, en algo que fue más que una señal de apoyo del gobierno nacional a Perotti: es probable que Santa Fe, que se venía complicando con los casos de COVID las últimas semanas, sea un ensayo a escala provincial (en una de las provincias más grandes u pobladas del país) de un posible "botón rojo" nacional si la cosa no mejora, cuando en unas dos semanas se agote la fase actual de administración de la pandemia en todo el país.

Entre las vacilaciones de intendentes y presidentes comunales para aplicar controles, las presiones de algunos sectores políticos y económicos y la creciente desobediencia social que aflojó la disciplina del comienzo en el cumplimiento de los cuidados, Perotti resolvió cortar por lo sano, aun a sabiendas de que las medidas son antipáticas, y generarán reacción. Y eligió sumarlo al intendente de Rosario Pablo Javkin a la escenografía de los anuncios, de la que éste se había borrado deliberadamente una semana antes, cuando el mismo gobernador había dispuesto restricciones de horarios para las actividades en Rosario y su zona de influencia, y buena parte del sur provincial.

A imagen y semejanza (nunca tan bien aplicado éste término) de la CABA para el resto del país, Rosario se venía convirtiendo hace semanas en el principal foco de contagio desde el que el virus comenzó a irradiarse a todo el territorio de una provincia que hasta no hace mucho estaba entre las que exhibían los mejores números del país (la mejor entre las grandes, sin dudas) en el manejo de la pandemia. También como la CABA, fue el epicentro de las protestas contra las restricciones o el gobierno nacional, claro que con más escasa convocatoria aun que entre los porteños.

Y a imagen y semejanza de Larreta, el intendente rosarino se mostró tan esquivo a la hora de restringir actividades y fortalecer los controles, como presto a aparecer en los medios cuando había que dar buenas noticias, porque la situación permitía flexibilizaciones y aperturas: por entonces hasta prometía decisiones que excedían sus propias facultades porque le correspondían al presidente o al gobernador, y a la inversa, éste debía tomar otras porque el intendente no se animaba, como cerrar los shoppings o aplicar la ley de abastecimiento o los controles de precios.

Oriundo del radicalismo y con paso por la Coalición Cívica de Elisa Carrió, Javkin termina llegando a la intendencia, como lo hicieron los intendentes socialistas que gobernaron por 30 años Rosario antes, enancado en el voto antiperonista, en especial el de las seccionales del centro; esas mismas que no casualmente exhiben los peores números de contagios: en ellas anida la resistencia a todo tipo de restricciones tanto como la reticencia a votar al peronismo, que no gobierna en la ciudad desde 1973.

En Rosario, como en la CABA, se podría hacer casi un cruce perfecto entre preferencias del voto, y resistencias sociales activas a las medidas necesarias para enfrentar la pandemia, provenientes de los gobiernos nacional y provincial, en manos del peronismo. Y Javkin, al igual que Larreta, vino surfeando la ola y administrando políticamente esa base social de maniobra, hasta que los números le estallaron, y no le quedó más remedio el viernes que poner la cara junto a Perotti en el anuncio de las restricciones.

¿Acaso un anticipo de la escenografía que podría repetirse en la nación en unos días y con Larreta, si la tendencia de contagios no se revierte? Si los números de Santa Fe mejoran para entonces como consecuencia de las medidas adoptadas por el gobernador el viernes, quienes abogan por restricciones tendrán un ejemplo para mostrar, y la opción estaría en condiciones reales de ser considerada.

Hace unas semanas atrás, cuando ya los números de Rosario hacían tambalear su situación de apertura total, decíamos acá que Javkin había traficado influencias en algunos estamentos del gobierno nacional, para hacer constar que si la ciudad no entraba en colapso sanitario, era porque contaba con un sistema de salud capaz de dar respuestas, sobre todo el que gestiona la Municipalidad, aunque financia la provincia. 

Pues bien, el mito cayó: en Santa Fe más del 65 % de los casos positivos de corona virus fueron detectados por la línea telefónica que habilitó la provincia de modo que no comprometieron la infraestructura hospitalaria en la detección, y una vez crecidos exponencialmente los contagios, esa misma infraestructura responde pero se encuentra bajo tensión permanente, y de allí las restricciones. Y la ampliación de su capacidad de respuesta en camas críticas fue por medidas del gobierno de Perotti, como los hospitales modulares de Villa Constitución y Granadero Baigorria.

Ya en el último DNU presidencial vigente sobre la pandemia (el 714), el presidente destaca a la política y estructura de salud del gobierno provincial y no la del municipio, para decidir que toda la bota santafesina siguiera en DISPO (distanciamiento social, preventivo y obligatorio), aun con el número de casos en ascenso. Por eso también Ginés vino a Rosario (foco de los contagios), pero a coordinar las medidas con el gobernador: el intendente esquivó hasta donde pudo ese trance amargo.

Como pasó en la CABA, en Rosario la ampliación de la capacidad de respuesta del sistema sanitario no fue obra de la gestión local, a punto tal que la incorporación de más de 1000 camas para internados leves de COVID que permitieran descomprimir los hospitales, fue financiada íntegramente por la provincia para que la ejecute la Municipalidad. Incluso el sector privado de la salud más importante de la ciudad se ha destacado más por los contagios generados en sus efectores por descuidos en los protocolos, que por el aporte hecho a la contención del brote, o a su atención.

La semana pasada, cuando Perotti anunció restricciones horarias para las actividades en Rosario, hubo una manifestación de protesta acicateada por el gremio de los gastronómicos conducido por un ex diputado provincial del PRO, en cambio este fin de semana restricciones aun mayores fueron decididas por el gobernador, sin conatos visibles de resistencia,al menos en Rosario (las protestas se dieron en Venado Tuerto sobre todo); pese a que ese sector simbolizaba -.como en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires- una de las escenografías de mayor descontrol y posible foco de contagios, ante la vista gorda municipal: otra vez, la semejanza entre Javkin y Larreta surge nítida, y un observador inadvertido no podría distinguir entre escenas de descontrol en bares de Palermo, o de Pichincha.

Y al igual que Larreta, Javkin vino usufructuando hasta acá el papel de "opositor racional y responsable, con responsabilidades de gestión": su apoyo más moral que efectivo (influye realmente solo en un diputado, y en ningún senador) a las leyes impulsadas por Perotti en la emergencia, y la necesidad del gobierno provincial de evitar cualquier factor que genere un estallido en Rosario (ciudad que, como dijimos, es el foco de los contagios en la pandemia), le valieron al intendente rosarino ser asistido por el gobierno provincial, permitiéndole refinanciar la cuantiosa deuda acumulada con la provincia por los anticipos de coparticipación generosamente otorgados por Lifschitz, en el año electoral y el tramo final de la gestión de su antecesora Mónica Fein. 

Pero y como diría Ubaldini, entramos en la etapa de los tejidos grasos, y Jakin ya no podrá seguir haciendo equilibrios pensando exclusivamente en no malquistarse con su base electoral, porque al menos en lo que a la pandemia respecta, el horno no está para bollos. Tuits relacionados: 

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