LA FRASE

"VOLVÍ PARA OFRECERLE AL PRESIDENTE MI COLABORACIÓN PARA RESOLVER EL PROBLEMA DE LOS CANDIDATOS QUE PROPUSO PARA LA CORTE." (FABIÁN RODRÍGUEZ SIMÓN)

viernes, 10 de febrero de 2023

A SEGURO LO LLEVARON PRESO

 

Cuatro ministros de Seguridad en 38 meses de gestión son un indicativo claro de que el tema se volvió el más conflictivo para la gestión de Perotti. Ni hablemos si en la contabilidad agregamos los jefes de policía provinciales o de las unidades regionales (en especial en Rosario) que se llevó puestos el agravamiento de los índices de inseguridad, y el crecimiento del delito violento, en especial en la ciudad del sur.  

Diagnósticos se han hecho muchos, desde todas las miradas posibles: ortodoxas, heterodoxas; antes de que Perotti asumiera el gobierno, y ya en él. Lo que no cambia es que el problema se agrava, y la solución no aparece la vuelta de la esquina, al menos si por solución entendemos una disminución de los índices, o la percepción de que la situación tiene algún tipo de control. 

Sin caer en alarmismos sensacionalistas ni exigir o pretender soluciones mágicas, la inseguridad en Santa Fe y en especial en Rosario y sus alrededores ha adquirido la gravedad de un fenómeno sin comparación posible en todo el país: ni siquiera el complejo conurbano bonaerense muestra los indicadores rosarinos en materia de delito violento, o la virulencia que allí alcanza el delito organizado en todas sus formas. De allí que acierta Perotti al reclamar mayor cooperación del gobierno nacional para resolver el problema (fuertemente cruzado por el narcotráfico, que es delito federal); del mismo modo que no ha acertado hasta acá en la búsqueda de soluciones en la parte que le toca.

Las quejas de los santafesinos que padecen la inseguridad son válidas y merecen una respuesta porque nadie tiene por que soportar no vivir tranquilo. Otra consideración merecen los reclamos de la política, en especial de aquellos que tuvieron responsabilidades de gestión y tampoco pudieron resolver el problema, porque si lo hubieran hecho seguirían siendo aun gobierno en Santa Fe.

Ayer mismo a la tarde, mientras Perotti definía los cambios, la justicia condenó a un jefe policial rosarino por haber cobrado durante años coimas del narcotráfico para hacer la vista gorda con sus negocios en la seccional a su cargo: el hombre fue ascendido en su carrera dos veces a cargos de mayor jerarquía entre 2017 y 2019, con las firmas de Lifschitz y Pullaro, que ahora parece haber protagonizado -a estar por sus dichos- una gestión ejemplar en la materia cuando fue ministro de Seguridad.

En ésta misma semana y a su turno, el juez de la Corte Suprema provincial Erbetta y la fiscal que lleva el caso del músico asesinado al azar en Rosario para enviar un mensaje mafioso, formularon en los medios fuertes críticas a la Policía, su formación, su organización, su desempeño y su conducción: las críticas son tan certeras, como el hecho de que tampoco el Poder Judicial, y dentro de él el MPA, han hecho demasiado -en la parte que les toca- para mejorar la situación. Lo dicho antes: diagnósticos sobran, lo que faltan son las soluciones.

Otro ejemplo: cuando Saín en su paso por el Ministerio de Seguridad señaló que los altos índices de violencia en especial en Rosario se explicaban por vínculos non sanctos entre el narcotráfico, el lavado de dinero de origen ilícito, estructuras empresariales vinculadas y bolsones de corrupción enquistados en el aparato judicial, la fuerza policial y el sistema político, muchos se enojaron con él; pero nadie pudo desmentirlo. Incluso el tiempo le dio la razón en casos como el de la financiera Oldani o el puerto de Rosario (que aun está en manos de una empresa del grupo Vicentín), más conocido por los cargamentos de droga que de cereales. 

De hecho, al día de hoy nadie tiró de la piola de sus dichos, para comprobar hasta donde eran o no ciertos, y si había algo que hacer al respecto; más allá de la valoración que se haga de su persona y su gestión, para lo que cabe lo mismo que se dijo para los gobiernos del Frente Progresista: si hubiera sido buena, aun estaría en funciones.

La política santafesina está entrampada hace meses en una discusión bizantina sobre la ejecución o no de los fondos asignados en Seguridad (ver en ésta entrada más información al respecto), mientras los proyectos de reforma policial enviados por Perotti y Saín ni siquiera fueron considerados nunca en las comisiones de la Legislatura, aunque más no sea para decir -con los fundamentos del caso- que no sirven para nada. Y mientras los rosarinos son sacudidos por una ola de crímenes organizados, la oposición discute si es o no necesario declarar la emergencia en seguridad, como se hizo tantas veces cuando la situación -según ellos mismos- no era tan grave: o el instrumento no sirvió nunca y debe dejar de usarse, o la solución depende de la cara del cliente, o de quien gobierne.

De la policía santafesina todo lo que se pueda decir a esta altura es poco, pero lo concreto es que a 10 meses de finalizar Perotti su gestión de gobierno, parece poco probable que se encaren allí reformas estructurales para las que no hay ni tiempo ni -sobre todo- consenso político; porque ni siquiera existió nunca la decisión desde la reforma encarada por Obeid entre 2004 y 2006, de cumplir a fondo con el espíritu de las leyes sancionadas entonces; ni en los oficialismos ni en las oposiciones de todo el período: parte de las capitulaciones de la política santafesina frente este grave cuadro de situación ha sido, desde Binner para acá, admitir el autogobierno policial, con la esperanza de que dejarle las manos sueltas a la corporación serviría para mejorar los indicadores del delito. No pudo haber error mayor.   

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1 comentario:

Anónimo dijo...

No me gusta Perotti. Menos los anteriores hoy integrando la Unión Democrátics Santafesina. No me gusta Fernández. Menos MMLPQTP. Podremos los peronistas tanto en Provincia como Nación tener funcionarios peronistas que no sean un refrito de reutemistas o del Frente Renovador y una CGT también peronista ? Roguemos por la paz y que Ella pueda acomodar la carga con dirigentes que no sólo no son kirchneristas sino anticristinistas, tanto políticos como sindicales tal como a Juan Perón se le oponían los neojusticialistas como Serú García o los Vandores. Que Dios la proteja