LA FRASE

"NOSOTROS NO VAMOS A INTERVENIR PARA FIJAR NINGÚN PRECIO DE LA ECONOMÍA, SALVO LAS TARIFAS Y LOS SALARIOS." (LUIS CAPUTO)

sábado, 1 de julio de 2023

PERÓN, NECESIDAD Y VIGENCIA

 

Los 49 años de la muerte de Perón sorprenden al peronismo -tal como entonces, cuando Perón nos dejó físicamente- sumido en la disputa interna, que no es necesariamente el debate para saldar las inocultables diferencias de proyecto que conviven en su seno. Y por supuesto aprendizaje democrático -y dictatorial- mediante, la disputa no se dirime con violencia. 

Hemos dicho otras veces que el peronismo fue -desde sus mismos orígenes- un territorio en disputa, y en la política argentina "el" territorio en disputa por excelencia: dependiendo del rumbo que tome el peronismo, más o menos consecuente con su justificación histórica, será el rumbo que tome la Argentina. Por acción u omisión del peronismo.

Tal es y sigue siendo su gravitación, tanta que hoy mismo el gorilismo en sus distintas encarnaciones se sigue constituyendo a partir de él, y sus candidatos hacen campaña prometiendo terminar para siempre con él. Porque no nos engañemos: cuando prometen terminar con el kirchnerismo, en realidad como decía Néstor, "somos peronistas, nos dicen kirchneristas para bajarnos el precio"; porque lo que molesta del kirchnerismo es que es lo que más se pareció al peronismo original.

En eso el olfato gorila es infalible y no se engaña ni despista, como ciertas patrullas perdidas de la ortodoxia que, a poco que se las analiza, terminan diciendo que fue más peronista Menem que Kirchner.  

Se podrá decir que la Argentina de hoy no es aquella que vio morir a Perón hace 49 años, y mucho menos la que vio alumbrar al peronismo original, aquel 17 de octubre de 1945, y no se faltaría a la verdad. La pregunta es cuan distinto es el país en el punto que tornó necesaria la aparición en la escena política de Perón y el peronismo: la injusticia social, la dependencia económica y la falta de independencia política.

Evita decía "Si el pueblo fuera feliz y la patria grande, ser peronista sería un derecho. En nuestros días, ser peronista es un deber", y su sentencia histórica sigue teniendo tanta vigencia hoy como cuando fue pronunciada. Y afirmar esta conclusión es la mejor forma de sortear la trampa que nos quieren tender, y en la que no pocas veces caemos, como hace poco al definir las candidaturas.

Y la trampa consiste en afirmar que los contextos (ciertamente difíciles) y las correlaciones de fuerzas (que nunca fueron sencillas, ni siquiera en tiempos de Perón) hacen inviable al peronismo como proyecto político, porque además cambió la sociedad en la que emergió. Es decir, saltearse de una la discusión sobre la necesidad histórica del peronismo, mientras se lo intenta mantener vigente como simple liturgia que se activa en tiempo de elecciones, o dispositivo de poder burocrático sin sentido de transformación.

Eso, o comprar (aun sin saberlo) el discurso gorila de que el peronismo fue simplemente el resultado fortuito de una coyuntura feliz, creada por otros; o que los populismos sin plata están destinados a fracasar. En sus tiempos, el propio Perón fue el que se encargó de descalificar esa idea.

Porque  lo que no ha cambiado respecto a 1945 y a aquel 1974 en que Perón murió (antes bien, ha empeorado) -como dijimos- es que el país es socialmente injusto (muy), económicamente dependiente y ha retrocedido en su soberanía interior (el grado de profundidad de su democracia efectiva) y exterior, es decir como se planta frente al mundo, decidiendo por sí mismo su destino, sin tutelajes ni colonialismos de ninguna especie.

Si nos ponemos de acuerdo en eso -como todos los "peronismos" hoy seguramente coincidirán en homenajear a Perón- después podemos discutir como lo revertimos. De lo contrario, si seguimos en la disputa rosqueril de cargos y listas y en un vodevil decadente de egos para no hablar de esas cuestiones porque en realidad no estamos de acuerdo sobre ellas, simplemente -como decía Perón- nos estaremos echando la suerte entre gitanos.

Porque millones de argentinos lo recuerdan a Perón con afecto y cariño y lo lloraron aquel tristísimo 1° de julio de hace 49 años, no precisamente porque fuera un gran rosquero. Tuit relacionado: 

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