LA FRASE

"NOSOTROS NO VAMOS A INTERVENIR PARA FIJAR NINGÚN PRECIO DE LA ECONOMÍA, SALVO LAS TARIFAS Y LOS SALARIOS." (LUIS CAPUTO)

martes, 4 de julio de 2023

XENOFOBIA DIRIGIDA


Con apenas unas horas de diferencia, Patricia Bullrich y su compañero de fórmula el radical Luis Petri volvieron sobre dos de los tópicos más trillados (en rigor, uno: la xenofobia) de la derecha no solo acá, sino en muchos lugares del mundo: los extranjeros que vienen al país a estudiar en nuestras universidades, o a atenderse en nuestros hospitales públicos.

Lo cual comprueba que la derecha -acá y en todas partes- es poco más que un compendio de cuatro o cinco brutales lugares comunes, que repiten como un mantra en toda circunstancia, con escasa novedad o actualización: la xenofobia, el racismo (más o menos explícito), la mano dura y el aval (también: más o menos explícito) al gatillo fácil policial, la crítica a los programas de asistencia social y sus beneficiarios, o las quejas por la falta de flexibilidad de las normas laborales. 

No hay mucho más que eso, en términos de discurso político: se esmeran más en fungir de infantería política de intereses concentrados, que en la coherencia o integralidad de su "relato".

Es un programa tosco y primitivo, cuyas banderas centrales son ajustar, reprimir y excluir, pero traficando la idea de la supuesta asunción de la representación del "uomo cualunque", el portador del "sentido común", presuntamente sencillo y fácil de aprehender, pero que es olvidado por la política tradicional, por prejuicios ideológicos: en esa falacia tienen cabida desde el combate de Milei contra la "casta", hasta la apelación hueca de Carolina Losada al "sentido común" como algo sustancialmente opuesto a la política; pasando por los brulotes xenófobos de Bullrich y su compañero de fórmula.

Se denostan las ideologías, en nombre de una ideología mucho más perversa aun, que cabalga sobre los miedos y perjuicios más arraigados de la sociedad, para defender intereses concretos, de los que nunca se habla con todas las letras. Una falsía colosal, que incluso se trasunta en una xenofobia dirigida, con blancos bien concretos: no les molestan todos los extranjeros, sino solo aquellos que vienen a romper con su sueño primermundista, como los que vienen de países limítrofes a atenderse en nuestros hospitales públicos.

No les molestan, en cambio, los extranjeros del FMI que pretenden dirigir nuestras políticas económicas (porque están de acuerdo con las dos cosas: el vasallaje y las políticas económicas), ni la extranjera jefa del Comando Sur del Pentágono que habla de nuestros recursos naturales estratégicos como si fueran suyos: por el contrario, en ese caso alientan con fervor que se los entreguemos, con tal de "pertenecer".

Les preocupa la base china en Neuquén, pero no el radar construido por británicos en Tierra del Fuego, bajo los auspicios de la embajada yanqui. La propia Bullrich (y su esposo) se comportan más como agentes de servicios de inteligencia o agencias militares extranjeras que como políticos o empresarios argentinos, pero guay con que venga algún peruano a estudiar a la UBA, o algún chileno o boliviano se atiendan en un hospital de Santa Cruz o Jujuy.

De más está decir que tampoco les interesa fortalecer esos hospitales y la red de atención de la salud pública, como no les interesa fortalecer nuestras universidades nacionales, a las que no solo han ajustado cuando les tocó gobernar, sino que han dicho que en muchos casos a su entender están lisa y llanamente al pedo, o son demasiadas. 

Con lo que volvemos al principio: hay que desenmascarar estas aparentes incoherencias, unidas entre sí por una profunda coherencia: la de sostener un modelo político, económico y social para pocos, amalgamando con sentido electoral lo peor no solo de nuestra política, sino -lo que lo hace más complejo aún de enfrentar- de nuestra sociedad. 

1 comentario:

Anónimo dijo...

Hay que hacerle test de alcoholemia antes de declarar. Siempre le va a dar màs de 5 grs. Extravío mental.