Una tiempista del carajo la Flavia Royón. https://t.co/qPUYIWYmwE
— La Corriente K (@lacorrientek) August 5, 2023
Tras las PASO estaremos todos muertos. https://t.co/foHeuEYgZp
— La Corriente K (@lacorrientek) August 5, 2023
Que lo pase a nafta porque faltan 9 días para las PASO que funcionan en la práctica como una primera vuelta.
— La Corriente K (@lacorrientek) August 5, 2023
Gente sorpresa descubriendo que la segmentación de las tarifas no era esa maravilla por la que tiraron postas durante más de una década.
— La Corriente K (@lacorrientek) August 4, 2023
El voto de ellos -contrariamente a lo que nos quieren hacer creer- es el más ideologizado de todos. Tanto, que han demostrado un millón de veces que son capaces de pegarse un tiro en el dedo gordo del pie votando en contra de sus propios intereses, con tal de que no ganemos nosotros.
En cambio el voto nuestro -contra lo que muchos de los nuestros creen- es, en buena medida, un voto que hay que ganárselo, haciendo algo concreto que el votante perciba como favorable para sus intereses. Y está bien que así sea: de eso se trata la política, y te compromete a ser mejor, y ser fiel al mandato. De allí que la adhesión al peronismo (que se suele identificar con lo racional, y ciertamente tiene componentes de ese tipo) es pura y perfectamente racional: la gente que votó y vota al peronismo lo hizo porque -básicamente- les mejoró sus vidas.
Estas elecciones no van a escapar a esa lógica, que está incluso por encima de las "polarizaciones", "terceras vías" y "apariciones sorpresivas" como Milei, porque es la "grieta" real, que divide al país desde 1945. Y es la forma particular que entre nosotros ha asumido la lucha de clases, la puja distributiva, o el nombre de fantasía que le quieran dar.
Por no entender la primera parte, en el 2015 no alcanzó con agitar el fantasma del peligro que entrañaba un gobierno de derecha, aunque ese fantasma se haya corporizado y nos quedáramos cortos. Y por no entender la segunda, en el 2021 nos fue como nos fue, y perdimos cuatro millones y medio de votos, pese a todas las advertencias (comenzando por las de Cristina) en contrario.
De allí que no se entiendan algunas cosas que están pasando, de cara a unas PASO que se vienen en apenas una semana, y que funcionarán en la práctica -como ha sido desde su instauración en 2009- como una virtual primera vuelta. Tanto, que desde el propio gobierno expresan preocupación por la reacción de "los mercados" el día después.
No se entienden por ejemplo -desde esa lógica, estrictamente política y electoral, que al fin de cuentas es la que debería usarse en estas circunstancias- las devaluaciones administradas a pedido de ciertos sectores exportadores (vulgarmente llamadas "dólar soja", "dólar maíz" o similares) que sin un correlato en cambios en el esquema de retenciones, terminan disparando el precio de los alimentos esenciales como la carne, el pan o la leche, a días de una elección.
Como tampoco se entienden -en ése contexto, y en el de una inflación anualizada del 120 % y un retroceso distributivo ostensible de los sectores de ingresos fijos- los aumentos de combustibles, y los nuevos esquemas tarifarios fijados para la luz y el gas, que están derivando en boletas pesadísimas, a pocos días de ir a las urnas.
Y menos que menos se entiende que los anuncios de políticas de ingresos para los sectores populares (los que peor la están pasando, y son la parte fundamental de nuestra base electoral) se pospongan para el día después de las PASO, que según como terminen éstas, es posible que no llegue nunca. Como si -otra vez- para imantar votos alcanzara -simplemente- con agitar el fantasma de "la vuelta de la deecha", y los riesgos que entraña.
Algo nos dice que esa estrategia -que ya falló una vez- podría volver a fallar. Ojalá nos equivoquemos.
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