LA FRASE

"ELCOMITÉ DE CRISIS POR LA GUERRA EN MEDIO ORIENTE LO DISOLVÍ AL DÍA SIGUIENTE DE CREARLO PARA QUE VEAN QUE VOY EN SERIO CON LO DE ACHICAR EL ESTADO." (JAVIER MILEI)

sábado, 16 de enero de 2021

"LA SALIDA EXPORTADORA"

 


Varias veces hemos dicho acá que, más allá del proceso de construcción de la unidad opositora al macrismo que se expresó en el "Frente de Todos" y la decisión de Cristina de no competir por un nuevo mandato y cederle el primer lugar de la fórmula a Alberto Fernández, había -y hay- tensiones al interior de la coalición oficialista respecto al rumbo que debía tener un eventual gobierno que desplazara a la derecha del poder político.

Y esas tensiones expresan diferentes lecturas políticas de la realidad del país que nos dejó Macri, y las posibles salidas de la crisis. Una lectura y una visión la explicitó en público Cristina en La Plata días pasados: apostar a reactivar la economía en base al mercado interno y el consumo, mejorando los ingresos de los sectores populares y desacoplando los precios internacionales (o internacionalizados) de determinados bienes sensibles (como las tarifas o la comida) de los internos.

En cambio Alberto -más por lo que vino haciendo que por lo que explícitamente dice- y los sectores del FDT que, pese a su ostensible menor contribución al triunfo electoral, manejan en los hechos las decisiones del gobierno, tienen otra visión; que bien sintetiza acá Sebastián Fernández (aka @rinconet) en lo político: repetir el "nestorismo" del período 2003-2007 (interpretado en clave propia, claro), sobre la base de la idea de que una sociedad que viene de un desastre reciente (entonces el gobierno de De La Rúa y la implosión de la convertibilidad, hoy el macrismo) está más predispuesta a esperar para satisfacer determinadas reivindicaciones; y en ese contexto es más fácil arribar a ciertos consensos explícitos o implícitos para avanzar en determinadas cuestiones.

En términos económicos esa versión (que pretende actuar como si el "kirchnerismo realmente existente" entre 2008 y 2015 simplemente no hubiese existido) incorpora la tesis "lavagnista" de la "salida exportadora" sobre la base de una economía empujada por aquellos sectores que pueden competir en el mercado mundial, ayudar a superar la restricción externa aportando divisas y traccionar al resto de la estructura productiva que -a diferencia del macrismo- se propicia transformar para abandonar la primarización. 

Claro que los modelos teóricos deben validarse en las experiencias sociales e históricas prácticas, donde juegan los intereses contrapuestos y la puja distributiva, que constituyen límites objetivos a los acuerdos buscados: ayer analizábamos acá la consecuencia del nuevo ciclo de alza de los precios internacionales de los alimentos en la inflación interna, y sus posibles consecuencias sociales y políticas.    

Esa idea de la "salida exportadora" tiene además supuestos teóricos que merecen al menos discutirse: la contribución real de las exportaciones al PBI, su efecto concreto en el empleo, el perfil de las exportaciones, el efectivo aporte en divisas para superar la restricción externa (para lo cual son cruciales las herramientas de las que el Estado dispone para hacerse de esas divisas, y orientar su aplicación) y -sobre todo- el modelo productivo que termina consolidando, con su consecuente organización social, y posibilidades reales de inclusión y mejora en la distribución del ingreso. 

Es decir, una discusión mucho más política que económica, o de modelo de país y sociedad, a propósito del modelo productivo que ese país ejecuta, y como impacta en su sociedad.

Por estos días asistimos remarcaciones casi semanales de los precios de los combustibles, que lógicamente impactarán sobre la inflación, la distribución del ingreso y los niveles de pobreza. Y son la consecuencia del acople pleno de los precios internos a los internacionales, que desde los mínimos que tuvieron en el inicio de la pandemia han venido subiendo en forma sostenida. Precisamente las exportaciones petroleras -con eje en Vaca Muerta- eran una de las patas centrales de la "salida exportadora" imaginada por el núcleo que conduce al gobierno nacional, para salir de la recesión y la crisis heredada del macrismo.

Es claro sin embargo que exportar más depende de un conjunto de factores, entre los cuáles el más importante es la demanda efectiva de algún bien o servicio en un comercio internacional que también está padeciendo los efectos de la pandemia, y en el que la única economía que pese a ello creció fue justamente la china, donde se originó el virus.

Y no se trata tampoco de plantear la clásica disyuntiva entre exportaciones o mercado interno, sino de advertir que detrás de cada uno se alinean sectores sociales, que pugnan por defender sus intereses con diferente grado de poder para conseguirlo: los pocos exportadores de lo que la Argentina vende al exterior son mucho más poderosos que el conjunto de los ciudadanos que viven de ingresos fijos, y que quieren acceder a la comida o los servicios públicos (los precios de los combustibles y la energía suman presión a los reclamos por aumentos de tarifas) a precios razonables.

Es allí entonces donde -al menos desde una visión coherente con las mejores tradiciones políticas nacionales y populares de la Argentina- debe aparecer el rol del Estado para armonizar intereses y conducir el proceso; pues dejarlo puramente librado a las fuerzas del mercado (que solo ven una coyuntura favorable para determinados sectores y tratan de aprovecharla al máximo) con la idea de que las híper ganancias de estos sectores privilegiados por estar en condiciones competitivas para salir a los mercados externos, más tarde o más temprano, "derramarán" internamente en forma de empleos, salarios y bienestar, sería un error funesto, de consecuencias fatales.

Lo dijimos antes: no es éste el discurso explícito de la conducción del gobierno nacional -porque de hecho es el de quienes fueron derrotados en las urnas por el FDT en octubre del 2019-, pero se parece bastante a su praxis concreta, por acción u omisión; y si no se dan además pasos firmes hacia la definición de un nuevo modelo productivo (en el que mercado interno y exportaciones, campo e industria se integren armoniosamente en beneficio del conjunto económico y social), se tensiona no solo la estructura social por la enorme disparidad de esfuerzos que debe hacer cada uno en medio de la crisis, sino la coalición social que llevó al triunfo electoral al actual oficialismo.

Hilo de tuits recontra relacionado: 

3 comentarios:

canalla dijo...

coincido plenamente

Cíborg K dijo...

La derecha (incluyendo a Patronato del Norte) ya sabe que Papá Noel son los padres y no quiere otro "segundo gobierno" de Cristina (El mejor, el de la confrontación).

Le conviene intentar abortar el gobierno de Alberto. Ojo que no necesariamente abortarlo significa voltearlo. Con ecualizarlo en un gobierno conservador, sobra. Más si le tiramos centros a la cabeza todos los días.

Para mi esto condena el diseño "primer kirchnerismo" en 2020+ al fracaso, independientemente de la implementación.

CK

Anónimo dijo...

Me parece que no hay otra salida, o Alberto da un paso al costado o hace caso.
Si no ven que ya perdimos el voto de los que no son núcleo duro, están mal muchachos.