Radicales, socialismo y traferristas borrando las pruebas de sus delitos
— La Corriente K (@lacorrientek) November 4, 2021
Echándolo a Saín, no hicieron más que darle la razón, @serdelfino @mxahumada @PelaCastroOk https://t.co/1zDRu49FmO
al poder real. Después, sesudos analistas se preguntan sobre homicidios, narcotráfico, lavado de activos y demás delitos imposibles de sostener sin protección judicial, política y policial, y llaman "inseguridad" a lo que en realidad es una cloaca de la democracia. Así estamos.
— Gustavo Mainardi (@GustavoMainard8) November 4, 2021
Más cantado que Despacito o la marcha peronista, el pacto político-judicial (y mediático, como no) que gobernó Santa Fe los 12 años previos a la llegada de Perotti a la Casa Gris se llevó puesto a Marcelo Saín de su cargo como Director en el Órgano de Investigaciones del MPA, como cinco años antes se había llevado puesto a Gabriel Ganón del cargo de Defensor General, y por las mismas razones: meterse con cosas con las que esa verdadera mafia -que opera con todos los códigos de tal- decidió hace tiempo que no hay que meterse.
Saín dejó de ser ministro de Seguridad de la provincia hace más de siete meses, por lo que si el motivo fuese el fracaso en su gestión, ya estaba resuelto el problema con su salida, lo que por supuesto no supuso mejorar mágicamente los niveles de inseguridad, ni mucho menos. Tampoco lo echaron porque sus ideas sobre como mejorar la seguridad en Santa Fe fueran equivocadas, o su diagnóstico del problema estuviera errado: las leyes que pergeñó y Perotti respaldó enviándolas a la Legislatura están fondeadas en los cajones hace un año, sin siquiera haber sido tratadas en comisión, aunque fuera para rechazarlas por inadecuadas, o inservibles.
Y pensar que podemos darle entidad al argumento de sus definiciones políticas o partidarias que afectarían su independencia como funcionario juridicial es tomarnos el pelo a todos los santafesinos: en 12 años de funcionamiento del sistema acusatorio, si el MPA se ha caracterizado por algo no ha sido precisamente la eficacia en la investigación de los delitos, sino por ser una cueva de ex funcionarios radicales y socialistas de los gobiernos del Frente Progresista, que saltaron sin escalas y sin vergüenza del cargo político, a la función judicial.
Además, como cuentan acá en Santa Fe Plus, quien deberá sucederlo en el cargo tiene un largo registro de comentarios en las redes sociales contra Perotti, Cristina, el kirchnerismo o la Cámpora, que por supuesto nunca les preocuparon; aunque inventaron un conjunto de leyes para que las sanciones a los funcionarios del MPA las aplique la Legislatura. El problema para estos mafiosos no es entonces que un funcionario judicial tenga opiniones políticas, sino que esas opiniones no coincidan con las de ellos o, peor aún, los señale con el dedo y les cuente las costillas.
Lo real y concreto es que radicales (todos, hasta los presuntamente "progres" como Palo Oliver), socialistas, PRO, "celestes" y traferristas lo echaron a Saín porque tenía razón en lo que denunció: el crimen organizado (narcotráfico, lavado de dinero, juego clandestino, trata de personas) no pudo avanzar en todos estos años en la provincia sin complicidades en las estructuras institucionales del Estado como la justicia, la policía y los poderes Ejecutivo y Legislativo. Exactamente lo mismo que denunció en su momento Gabriel Ganón, y que también le costara el cargo en los gobiernos del socialismo, por mano de los mismos verdugos de Saín: causalidades, más que casualidades.
Ninguno de los dos fue desmentido con pruebas, y lejos de eso, confirmaron sus denuncias, rajándolos de sus cargos y dejando todo como estaba cuando ellos denunciaron lo que denunciaron. Los mismos tipos que, cuando estalló el escándalo Tognoli, se indignaron porque el "Cuervo" Larroque habló de "narcosocialismo".
Pero no son solo ellos: hay muchos culos sucios en la política santafesina, demasiados y con tanta mugre como poder; y el sistema de persecución judicial de los delitos que significó pasar de la vieja justicia de instrucción al sistema acusatorio nació podrido desde el principio, y nada se puede esperar de él, salvo el reparto de canonjías, y el prolijo borrado de toda prueba o línea de investigación que pueda comprometer a los que manejan, sobre sus propios delitos: cuando alguien rompe el cristal protector (como han hecho los fiscales que quieren indagar a Traferri), estos tenebrosos personajes quedan expuestos en su miseria, con esos culos sucios al sol, y convirtiendo a la Legislatura en un aguantadero, y el recinto que pretende darle un manto de institucionalidad, a lo que son simples aprietes mafiosos para que nadie se meta con ellos.
Cualquier parecido de la podredumbre institucional que inunda a la Legislatura y la justicia santafesinas con la mesa judicial del macrismo o Comodoro Py, no es pura casualidad: es un sistema pensado no para impartir justicia, sino para garantizarle impunidad al poder, y no solo político: no hay delito organizado en gran escala, sin complicidades en el poder económico, los bancos, las financieras, los fondos de inversión o las "fundaciones" sospechosas.
La enseñanza que debe dejar el episodio Saín (que trasciende largamente a su persona y su actuación como funcionario, cualquiera sea la opinión que se tenga al respecto) es que con la mafia (sí: una mafia que aprieta, amordaza, destierra, persigue, compra voluntades en la prensa y en los juzgados) no se discute ni de política, ni mucho menos de instituciones, ni se hacen alianzas. No les da la talla, están para otra cosa: ir presos, por ejemplo, si estuviéramos en un país y una provincia normales.
3 comentarios:
Por mucho menos intervinieron corrientes varias veces.
Víctor Moloeznik, el subdirector que está calentando para entrar, es una persona muy pero muy honesta y tecnicamente un superdotado. Allá en Rosario tiene un par de amigos que juegan en el equipo Blanco, amigos que le quedaron de la época en que era valijero de Bonfatti.
Mala señal, horrible, sigan votando a los cómplices, pero no sé quejen de las balaceras, Paco, etc
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