Restricción externa. Falta de divisas. Peso de la deuda. Explicaciones económicas sobran. Pero el problema es político, de disputa por el poder. Eso es lo que se viene después de las elecciones. Y ahí se acaban las explicaciones y los modelos. Es conflicto puro y duro.
— La Corriente K (@lacorrientek) November 7, 2021
No alcanza con tener el mejor diagnóstico económico, desde el mejor marco teórico posible. El problema es que no hay plan político de organización popular para enfrentar lo que se viene, que es intentar llevarse puesto al gobierno. Ahí no hay desarrollismo que te salve.
— La Corriente K (@lacorrientek) November 7, 2021
Si el plan es decirle a la gente que aguante dos años más con éste nivel de salarios y esta distribución del ingreso porque así alejamos la restricción externa, no va a funcionar, porque no estamos ante un ejercicio teórico de laboratorio. Esto es la sociedad real.
— La Corriente K (@lacorrientek) November 7, 2021
A veces desde la heterodoxia, y aún con las mejores intenciones, se cae en el mismo error de la ortodoxia: pensar la economía y la política como compartimientos estancos sin comunicación entre sí. Y las cosas funcionan de otro modo en la realidad.
— La Corriente K (@lacorrientek) November 7, 2021
... inflación, la economía volvió a crecer, los salarios aumentaron aun más su participación en la distribución del PBI y en 1954 el peronismo ganó ampliamente las elecciones para vicepresidente que se hicieron por la muerte de Quijano.
— La Corriente K (@lacorrientek) November 7, 2021
... mayoritaria corroída por la obsecuencia y la burocracia. Lo que vino después es conocido: 18 años de proscripción, persecuciones e inestabilidad política. Como para entender que las cosas entre la política y la economía no son siempre lineales.
— La Corriente K (@lacorrientek) November 7, 2021
Acá no manejamos encuestas, y nunca les prestamos atención, haga quien las haga y den como den. De modo que lo que podamos decir del resultado de las elecciones del domingo que viene, es pura apreciación subjetiva nuestra, de como percibimos la realidad. Y a partir de ahí, todo indica que no habrá cambios sustanciales en relación al mapa que arrojaron las PASO del 12 de septiembre.
En todo caso y número más, número menos, hay una certeza: si la composición del Congreso cambia después de las generales, no será precisamente a favor del FDT, conforme a la distribución de bancas que existe hoy. Y lo que es más seguro, es que el día después se inicie un operativo de demolición del gobierno de Alberto Fernández con todo el poder de fuego del que disponen el poder económico y mediático (que son lo mismo), al cual tributa la oposición política con mayores responsabilidades institucionales.
Se pueden oír o leer a diarios cientos de análisis sobre las perspectivas a futuro de la economía, pero el dilema principal de la Argentina es político: derrotada en las urnas de modo claro hace dos años, la derecha se prepara para volver recargada e "ir por todo", y no parece muy preocupada por respetar los tiempos y procedimientos constitucionales; como tampoco por moderar su discurso para captar votos "blandos": en disputa con Milei o Espert, prometer eliminar indemnizaciones, dejar de lado todo "gradualismo" si vuelven al poder y arreglar con el FMI en cinco minutos el pago de la deuda.
Y frente a eso, no está claro el plan político del gobierno y de la coalición que lo sustenta, el "Frente de Todos", para aguantar la embestida. En sus dos mandatos presidenciales, Cristina tuvo que afrontar sendas derrotas en las elecciones legislativas de medio término (2009 y 2013), y en ninguno de los dos casos perdió el comando de la situación: saliendo del laberinto por arriba construyó (en otro contexto económico, cierto) el 54 % del 2011, y en el 2015 aun con derrota del FPV en el balotaje con Macri, la tantas veces crisis terminal de su gobierno jamás se produjo, y la derecha gobernante a partir de diciembre de ése año tuvo que inventarla para justificar sus estropicios.
Es decir entonces que los contextos condicionan, pero no determinan, y las restricciones estructurales de nuestra economía (como la escasez de divisas) ya estaban presentes entonces, tanto que por caso el "cepo" a la compra de dólares para ahorro influyó en ciertos sectores de votantes en las elecciones de ese año. Pero el dilema, hoy y entonces, es más político que económico, y es el dilema político por excelencia: la disputa por el poder.
También es cierto que los liderazgos difieren en sus estilos y en su estatura, pero entonces es cuando cobran interés las estructuras políticas y sociales sobre las que estos se recuestan, y ahí es donde queremos ir con el interrogante: frente a lo que parece una segura ofensiva redoblada de la derecha (incluso en la improbable hipótesis de un triunfo del oficialismo el próximo domingo), ¿cual será la respuesta del presidente y su gobierno, y qué se piensa hacer desde el "Frente de Todos" como coalición política?
Aquella construcción que se reveló eficaz como vehículo electoral para canalizar la insatisfacción social con las políticas del gobierno de Macri hoy parece sumida en un debate interno sobre el futuro (que empezó a despuntar con los pronunciamientos públicos de Cristina, y se asordinó con los cambios en el gabinete), y en un tramo final de la campaña encarado en un contexto adverso, sin medidas contundentes desde el gobierno que permitan percibir que se tomó nota de las causas de la derecha, o abrigar esperanzas de mejorar las chances electorales.
El sindicalismo (en todas sus estructuras y sectores), los movimientos sociales, el empresariado nacional, las fuerzas aliadas al PJ, los que dentro de éste tienen responsabilidades institucionales como los gobernadores o intendentes, están interpelados hoy por la situación, y lo estarán más aun por el resultado electoral, y sus consecuencias. Ni hablar el presidente y su gobierno.
El interrogante es cual será la respuesta, de todos y cada uno, y lo que se ha visto acá dista de ser alentador: algunos parecen más preocupados por empezar a pasar facturas internas, que por ver como se llega al 2023 sin una convulsión política o social. La chance de retomar el cumplimiento del contrato electoral del 2019 como el medio más seguro de recomponer la mayoría social que supimos conseguir entonces sigue estando al alcance de la decisión de hacerlo. Y si nos preguntan a nosotros, no hay otro camino para garantizar la gobernabilidad hasta el final del mandato de Alberto y Cristina.
1 comentario:
En el norte no hay congelamiento de precios. El aumento en salud fue del 8%.
Todo cuesta $1000
Publicar un comentario