LA FRASE

"NO ES TAN DIFÍCIL DE ENTENDER: ESTELA DE CARLOTTO ES GOLPISTA Y EL GENERAL VIDELA LO ÚNICO QUE HIZO FUE COMBATIR AL TERRORISMO." (VICTORIA VILLARRUEL)

martes, 4 de febrero de 2020

QUEDAMOS EN DEUDA


De todo cuanto se ha escrito por estos días sobre la renegociación de la deuda externa, esto de Marcelo Falak en Ámbito de ayer es de lo más interesante, porque vincula el proceso de discusión con los acreedores externos, con las condiciones políticas en las que el gobierno de Alberto Fernández transita sus primeros días, y las medidas que en ellos fue tomando.

Como señala Falak, no han trascendido los términos de la propuesta del gobierno a los bonistas, pero "los mercados" suponen que será dura, porque debe cumplir con al menos dos de tres requisitos previstos en la Ley 24156 de Administración Financiera, conforme lo establece a su vez el proyecto de ley de "sostenibilidad de la deuda" enviado al Congreso, a saber: quita del capital, quita de los intereses, o reprogramación de los vencimientos.

Por otro lado transcurre en paralelo la negociación con el FMI, que apunta a modificar el perfil de los vencimientos de los tramos del préstamo concertado por Macri, que caerían recién en los dos últimos años del mandato de Alberto Fernández. Y todo eso a su vez impacta en los números del Presupuesto nacional 2020, razón por la cual el proyecto de éste no ha sido enviado al Congreso, y se sigue trabajando con el del año pasado reconducido a éste ejercicio.

La cuestión es sencilla: una vez definida la propuesta a los acreedores, y en menor medida, que pasará con los vencimientos con el FMI (que impactan como se dijo en otros años, no en éste) se puede precisar el volumen de recursos que insumirá en éste ejercicio el pago de los servicios de la deuda, o el nivel del superávit primario que debe generarse en el presupuesto, para poder pagar.

Hasta aquí el contexto, que puede dar una pista para entender por que la Ley de emergencia 27541 recompuso ingresos del Estado vía aumentos de impuestos (retenciones, Bienes Personales y Ganancias), pero por otro lado suspendió la aplicación de la ley de movilidad jubilatoria, o por que el gobierno tiene una política moderada de recomposición de ingresos de los jubilados o sectores de ingresos fijos; aun cuando en el caso de los trabajadores registrados, solo impacten en el presupuesto, estrictamente, los salarios de los trabajadores estatales.

El objetivo de hacer "sostenible" el pago de la deuda conecta así con el de contener la inflación, al cual aportan otras medidas contenidas en la ley de emergencia, como el congelamiento de las tarifas. Y acá corresponde hacer un alto: ya son varias las voces que, desde este lado de la grieta, se preguntan si esa estrategia "gradualista" que eligió el gobierno para recomponer ingresos, alcanza para reanimar una economía moribunda heredada del macrismo, y generar los niveles de crecimiento del PBI que permitan hacer sustentable el pago de la deuda, sin exigir mayores sacrificios a los sectores populares: acá Alfredo Zaiat en Página 12 del domingo analiza el tema, con su lucidez habitual.  

Porque está claro que AF ha decidido darle a su gobierno una impronta "kirchnerismo vintage" modo 2003, pero las circunstancias son distintas a las de ese momento, aunque el gobierno intente recrearlas: por entonces los servicios de la deuda no pesaban sobre las cuentas públicas porque el default estaba declarado, el gobierno pudo acumular reservas apelando al superávit del comercio exterior al punto de cancelar "cash" la deuda con el FMI a fines de 2005, y cerrar un canje de deuda agresivo con quita del capital y reprogramación de los vencimientos, aceptado por más del 76 % de los acreedores.

En ese marco, el gobierno de Néstor Kirchner apostó a meter dinero "por abajo" para salir de la crisis, con aumentos por decreto de la jubilación mínima (no había ley de movilidad), y también aumentando por decreto los salarios, a cuenta de las discusiones en paritarias, que rehabilitó tras la hibernación del menemato; lo mismo pasó con el salario mínimo, vital y móvil.

Habrá que ver hasta que punto el camino elegido entonces puede replicarse hoy, con el mismo resultado, no sin antes señalar que, además de las dudas económicas que plantea Zaiat, también existen dudas políticas: acaso como consecuencia de las circunstancias excepcionales en las que se gestó aquel kircherismo original (como respuesta impensada a la mega crisis de la post convertibilidad), se dio el lujo de tener ciertas "audacias" políticas, que hoy no se ven: recomponer la Corte Suprema descabezando la heredada del menemismo, depurar las cúpulas de las Fuerzas Armadas y de Seguridad, impulsar las políticas de memoria, verdad y justicia.

Hoy, por el contrario, desde el momento mismo en el que Cristina decidió que el candidato fuera Alberto y no ella, el signo predominante es el de la moderación, que no pocos conceptualizan como tibieza. Es simplemente otro modo de construir gobernabilidad, claro que no inocuo en términos de consecuencias políticas: el rival también juega, y juega a fondo. El tiempo dirá -como en la economía- si en esa apuesta el gobierno acierta.

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