LA FRASE

"VOLVÍ PARA OFRECERLE AL PRESIDENTE MI COLABORACIÓN PARA RESOLVER EL PROBLEMA DE LOS CANDIDATOS QUE PROPUSO PARA LA CORTE." (FABIÁN RODRÍGUEZ SIMÓN)

lunes, 24 de junio de 2013

DIEZ AÑOS AMASANDO EL FINAL DEL KIRCHNERISMO


En realidad, comenzaron antes, con aquél famoso pliego de Escribano a Néstor; en el que al par que le imponía un programa de gobierno, le auguraba un año como presidente, si no lo cumplía.

Después lo pronosticaron cuando el conflicto del campo, el voto no positivo de Cobos y la derrota en las legislativas del 2009; y lo volvieron a anunciar cuando la muerte de Néstor en octubre del 2010, o cuando estalló el conflicto con Moyano.

En paralelo con esos vaticinios, crecían y se desvanecían -una tras otra- las esperanzas blancas que encarnaban, en su hora, el post kirchnerismo; empezando por el propio Cobos, pasando por Macri (la eterna promesa), otras más fugaces como De La Sota y el siempre anunciado (y esperado) pronunciamiento de Urquiza de Scioli, hoy desechado ante la aparición rutilante de Massa.

En el medio, no repararon en la contradicción de sustentar un plan político para demoler y reemplazar al kirchnerismo desde los más rancios cánones de la anti-política; que hoy encuentran su expresión visual esplendente en Lanata.

Contradicción que corrió -también en paralelo- con la implosión del sistema político nacional tras la mega crisis del 2001; que se llevó puestas bastantes más cosas que el sueño de la convertibilidad. 

En ese cóctel, el radicalismo dejaba de ser (en términos electoralmente competitivos al menos) un partido nacional para convertirse en una federación de partidos distritales, con dispares posibilidades de pelear en las urnas un destino relevante, condenado a ser socio secundario en todas las ententes que conforma: el Acuerdo Cívico del 2009 (detrás de Carrió), la rosca con De Narváez en el 2011, ir al pie de Binner y un FAP menguado ahora.

Un partido que, si pierde las elecciones de gobernador en Corrientes en septiembre (algo bastante probable, si miramos la operación que despliega para sacar de la cancha a "Camau" Espínola) se quedará sin administrar -en todo el país- ninguna provincia (a Santa Fe la perdieron en el 2007, cuando aceptaron ser sodomizados por Binner que les impuso su vice, lo que luego repetiría Bonfatti) o algo más complejo que una municipalidad de tamaño intermedio.

Al mismo tiempo nacía, inflaban y se desinflaba el globo amarillo de Macri; que aspiraba a heredar parte de los aparatos (y los votos) radicales y peronistas, sin tener nunca la convicción política de hacer algo para captarlos, y hoy se enfrenta a la cruel realidad: sin lista propia (colgado de la de Massa) en el distrito que concentra el 38% de los votos de todo el país, y con una perspectiva incerta de retener la CABA hacia el 2015, cuando el propio Macri no podrá volver a ser candidato a Jefe de Gobierno.

Y en todo ese lapso, también nacían y morían (casi sin hiato de tiempo, en términos políticos) las mil y una encarnaciones del "peronismo disidente": Solá, De La Sota, De Narváez, y hasta el que no llegó nunca a nacer, Reutemann.

Hoy del palco de Córdoba de hace semanas dos no corren electoralmente (Moyano y Lavagna), otro se apresta a una nueva y peor derrota en la CABA (De Narváez), y el último parece condenado sin remedio a los límites provinciales (De La Sota).

En conjunto, poco, demasiado poco como para rastrear allí la sucesión de Cristina, y la superación política del kirchnerismo.

Mientras tanto -y como si todo eso no existiese-  ponen el acento en los propios problemas del oficialismo, comenzando por el más obvio: Cristina no puede ser reelecta, y no tiene ningún candidato que reúna siquiera en parte su potencial electoral; y garantice al mismo tiempo la continuidad de las líneas centrales del proyecto iniciado el 25 de mayo del 2003.

Lo cual es indudablemente cierto, pero no oculta un hecho más cierto aun: si las elecciones para presidente fueran hoy y Cristina pudiera volver a postularse, volvería a ganar; y en forma contundente.   

En ese marco hay que entender el fallo de la Corte impidiendo la elección popular de los consejeros de la Magistratura: obstruyó la única categoría electoral que, tomando al país como distrito único, podía patentizar nítidamente en las cifras lo que establece la CN para ganar en primera vuelta: 40 % más uno de los votos válidos emitidos, y más de 10 puntos de ventaja respecto al segundo.

Cifras que no alcanzan para superar la valla jurídica que impone la propia Constitución para impulsar su reforma, pero que hubieran creado el clima de presión política para que se plantee, poniendo incómodas a las oposiciones.

Y en ese marco aparece Massa develando el misterio de su candidatura, que el de lo que representa lo sigue siendo aun, y no parece tener muchas ganas de develarlo: hasta ahora vino creciendo más por lo que calla que por lo que dice; y por lo que se supone de él, que por lo que se sabe efectivamente.

Virtualmente empujado por los medios a la pelea (aunque Pagni trate con astucia de disimularlo hoy, atribuyéndolo a una estrategia del peronismo para perpetuarse en el poder), a horas de lanzarse lo fogonean forzando (o haciendo como que) definiciones suyas que puedan "tranquilizar" a los potenciales votantes.

Pero si se repasan sus respuestas (acá en La Nación y acá en Claríncasi en espejo) quedará poca tela para cortar; porque el hombre hoy por hoy es ambición pura de llegar, en busca de electores, apoyos y proyectos. Incluso si se bucea en algún sentido implícito de sus definiciones, tendrían que preocuparse más por él los opositores, que el propio kirchnerismo. 

Una estrategia que hasta acá le dio buenos resultados, pero que enfrenta ahora la fase más difícil, sin que se pueda aventurar a futuro como administrará un capital político que no se puede pesar ni medir, menos cuando aun no hablaron las urnas. 

De todos el experimento Massa no debiera dejar de admitir (desde el kirchnerismo) una lectura positiva: es el reconocimiento explícito de los que mandan, de que la cosa -si de poder se trata- siempre terminará resolviéndose dentro del peronismo, como lo enseña la experiencia histórica reciente; para bien (el kirchnerismo), o para mal (el menemismo). El propio Néstor lo comprendió así en su hora, cuando abandonó la idea de la transversalidad y advirtió que era un suicidio regalar a otros el dispositivo político del peronismo. 

El resto de las fuerzas políticas (las de tradición centenaria como la UCR, las advenedizas como el PRO, las distritales como el socialismo) son parte del cotillón electoral; nunca de la lucha concreta por el poder.

Y Massa es al mismo tiempo (al menos él se lo plantea así, con astucia, aunque lo van a empujar todos los días para que se corra de ése lugar) la idea de que, para superar al kirchnerismo, hay que partir de reconocerle algunos méritos, al menos en el plano discursivo: algo así como la refutación teórica del cacerolismo, para ganar el voto -entre otros- de al menos parte de los caceroleros reales, más los kirchneristas desencantados; esa especie de criatura mítica que las urnas de éste año demostrarán si tiene existencia real.

Una especie de Sabbatella ucedeísta  que propone "mantener lo bueno y mejorar lo malo", claro que con la suficiente ambigüedad como para eximirse de explicarnos con detalle que pone en cada casillero; la misma ambigüedad que le ha permitido construir amplios acuerdos en su lista multicolor de diputados en Buenos Aires.

Habrá que ver que potencialidad tiene eso a futuro para disputar el lugar del post kirchnerismo  (dado que nada indica que se lo sindique como el heredero) en el marco planteado; con una Cristina que -a diferencia del Menem frustrado por la imposibilidad de su re-reelección en el 99'- no parece dispuesta ni resignada a ocupar el lugar del pato rengo hasta el 2015, y un lugar secundario y decorativo después de entonces.

No sea cosa que -medido en términos de pronósticos apocalítpicos de fin de ciclo- el caso Massa sea otro ejemplo de los que venden la piel del oso, antes de haberlo cazado.

3 comentarios:

Norberto dijo...

Me atrevo a completar el análisis con un comentario que hice ayer y expresa mi opinión
No seremos nosotros los mas intensos en la pelea, la lista que armó compite por el voto de los demás antiKs, muchos de los cuales necesitan renovar para continuar con algo de pantalla para el 2015, y serán ellos la jauría que lo destrozará, porque además si le va bien será el preferido del patrón.
Lo nuestro no depende de él, solo depende de nosotros en un contexto mundial, eso lo puede ayudar o perjudicar, y a la inversa a nosotros, y por supuesto que esa es nuestra pelea, donde el es quien puede arrebatar algunos votos, votos de quienes no son necesariamente K en caso que haya dificultades que se trasladen a nuestras tierras.
Hay cosas que son muy diferentes según sean las alianzas, ¿te parece que es lo mismo +a+CFK o Giustozzi+CFK que +a-CFK o Giustozzi-CFK?, no lo son y allí ambos deberán remar muchísimo, porque además de hace una buena elección, habría dos muertos a futuro, 2015, que son Scioli y Macri y no creo que resignen tan fácilmente.
Del primero, ¿puede ahora jugar disimuladamente a favor del Colo y en contra de CFK?, si lo hace deberá perder toda esperanza en su propio territorio, toda vez que de donde mas votos extrae +a es del Colo, y eso no lo puede revertir, pero si el posible drenaje del FPV.
Y el segundo, si lo apoya decididamente, tiene al 2015 un nuevo y poderoso aspirante, aunque para mi con este armado PRO de hoy está enterrado, así que a pesar de sus partidarios hoy deberá jugar en contra de +a para circúnscribirlo a la pelea provincial.
Además sugiero leer de punta a punta Ámbito de hoy, porque como decimos en ciencias duras "se non e vero, e ben trovato".
Nunca menos y abrazos

Barullo dijo...

Yo estoy contento porque Heller tendrá la oportunidad de volver a ser diputado en CABA.

No vendrá del peronismo, pero la forma de poner la cara para defender a Cristina no se la ve en muchos dirigentes peronistas.

Lástima que lo combatan tanto dentro del peronismo y también que no tenga tanta buena imagen en ciertos círculos, pero nunca entendí por qué lo combaten tanto desde adentro. ¿Algún tip?

La Corriente Kirchnerista de Santa Fe dijo...

No, pero si el peronismo en Capital pusiera en construir la mitad del tiempo que pone en pegarle a los progres, hace rato gobernarían la CABA, o por lo menos le habrían dado un buen susto a Macri.

Aunque ojo, algunos progres se merecen los chirlos, y en la lista de ahí nos hubiera gustado un Taiana pongalé,pero como estamos acá ¿vamos a andar dando consejos a otros?