LA FRASE

"VOLVÍ PARA OFRECERLE AL PRESIDENTE MI COLABORACIÓN PARA RESOLVER EL PROBLEMA DE LOS CANDIDATOS QUE PROPUSO PARA LA CORTE." (FABIÁN RODRÍGUEZ SIMÓN)

miércoles, 8 de junio de 2022

LADRÓNIMA

 

La Asociación Empresaria Argentina (AEA) que cumple 20 años, no es cualquier entidad patronal, ni surgió en cualquier contexto: nuclea a los empresarios más poderosos de país, que se juntaron en medio de las cenizas del incendio de la convertibilidad (en el marco de la cual prosperaron), para incidir políticamente de un modo más decisivo del que ya lo hacía cada uno de ellos, por sí solos.

De hecho, agrupa a los más poderosos sobrevivientes del naufragio del modelo instrumentado por Menem y Cavallo, como que todos ellos a título personal y sus empresas o grupos económicos figuran entre los principales fugadores de capitales que escaparon a tiempo de "corralitos" y "corralones", mientras el país se incendiaba y quedaba convulsionado por una de las peores crisis de su historia.  

Con solo decir que la cúpula de la entidad la integran tipos como Magnetto (Clarín), Paolo Rocca (Techint), Pagani (Arcor), Madanes Quintanilla (Aluar) o Braun (La Anónima), se advertirá que no se trata de una simple cámara empresaria de un sector, cuyos miembros se agrupan por ejemplo para discutir con su contraparte sindical en las paritarias (el seleccionado de garcas completo, acá). 

Por eso desde su misma fundación, la AEA se convirtió en un tribunal examinador de la política, ante la cual la mayor parte de ésta (con las solitarias excepciones de Néstor y Cristina) se cree en el deber de presentarse para dar cuentas de su actuación. Y ésta oportunidad, en la que cumplen 20 años de su creación, no fue la excepción, porque si bien Alberto Fernández no concurrió en persona, envió un mensaje grabado; en el que como viene pasando en sus dos años y medio de mandato, apeló a la comprensión de los empresarios para que colaboren en la solución de los problemas del país, y no mucho más.

En respuesta, el foro de AEA rechazó de plano el anunciado "impuesto a las rentas inesperadas" que aun no llegó al Congeso, tal como en su momento rechazó el llamado "impuesto a las grandes fortunas" aprobado en plena pandemia a instancias del kirchnerismo. Y previsiblemente también, por boca de Braun, el dueño de la cadena de supermercados "La Anónima", expresó con brutal sinceridad lo que hacen los empresarios más poderosos del país con el problema de la inflación: remarcar los precios todos los días, cosa que sabe cualquiera que vaya al supermercado.

Frente a esto, Cristina primero y Alberto después (como si actuara en respuesta a ella, y no a ellos) se expresaron indignados en las redes sociales, y nada más. Es decir, el presidente opina sobre el tema, como si no le correspondiera tomar cartas en el asunto, o no tuviera nada que hacer al respecto.

El gobierno ya ni siquiera amaga o amenaza con utilizar herramientas legales que tiene a la mano para contener los abusos empresarios en materia de aumentos de precios, como las leyes de abastecimiento o de defensa de la competencia; y todo indica que las cosas seguirán así, sin solución de continuidad: así como colocar a la Secretaría de Energía bajo la esfera del Ministerio de Economía que conduce Martín Guzmán evidencia que el propósito esencial era aumentar las tarifas y reducir los subsidios para que mejoren los números fiscales, el traspaso a la misma área de la Secretaría de Comercio de la cual se terminó alejando Roberto Feletti, tiene por propósito garantizar su más completa y absoluta inutilidad. En ambos casos, no tenemos pruebas, pero tampoco dudas.

Y antes que alguno diga que la inflación no se resuelve con controles de precios o aplicando la ley de abastecimiento porque es un fenómeno multicausal vinculado  la puja distributiva, un par de cuestiones: no estamos hablando de inflación sino de política y poder, en sentido crudo y duro. Y, al menos hasta acá, ciertas precisiones académicas sobre el fenómeno inflacionario si no son una teorización de la derrota a manos de las distintas fracciones del capital o una justificación de la impotencia política, se le parecen bastante.  

Desde los dichos de Braun (que sinceró brutalmente el comportamiento de su clase) a las reacciones del gobierno, nada nuevo bajo el sol: unos siguen haciendo lo que se les place porque pueden y los dejan, y cagándose de risa de todos nosotros, y hacen bien: en su lugar, nosotros también nos reiríamos.

Y los otros siguen comentando la realidad y haciendo como que se indignan o les importa, sin tomar nota que el año pasado se perdieron cuatro millones de votos y una elección -esencialmente- por éstas cuestiones, que por este camino se perderán inexorablemente las del año que viene, y lo más grave, que tampoco parece advertirse: si el poder se expresa en la capacidad de incidir la realidad más que en los roles o jerarquías formales, está claro que hoy, en la Argentina, tiene más poder la AEA que el Poder Ejecutivo Nacional, o que la política en su conjunto.

El poder de cagársenos de risa en la cara, por ejemplo, como hizo Braun. Tuits relacionados:

1 comentario:

Anónimo dijo...

Energía (tarifas) y Comercio Interior(precios) a manos de Guzman. Nafta sobre el fuego inflacionario.
¿Llegará a fin de año vendiendo el acuerdo con el FMI?
El Colo.