Adquirir desde jóvenes tales o cuales hábitos
no tiene poca importancia: tiene una importancia absoluta
Por Sandra Viñas
Uno de los temas que hoy están presentes en los medios es acerca de las diferentes manifestaciones y movimientos de protesta generados a partir de iniciativas vinculadas a grupos de jóvenes. Podríamos hacer un análisis solo de los hechos pero prefiero agregar un conjunto de herramientas conceptuales para ver a la cuestión demográfica y los cambios que pueden darse en todo grupo social de modo más integral tomando como eje el concepto de joven. En esta última década se ha dado una revitalización del mundo juvenil que puede examinarse desde una perspectiva teórica y metodológica.
Si algo caracteriza a una sociedad antigua, es el formato familiar adoptado: familias muy numerosas, niños y niñas trabajadores en producciones rurales y vidas cortas.
Las familias modernas son pequeñas con una esperanza de vida cada vez mayor y con nuevas formas de relación de parejas: los DINKS[i] (double income, not kids). La posibilidad de formar una familia con hijos es resignada a cambio de mantener un nivel de vida de alto consumo sustentado por el ingreso provisto por los integrantes de la pareja. Amantes de lo premium: Como éste es un grupo de alto nivel de ingresos, se ha convertido en un blanco atractivo para las empresas de consumo masivo. Si bien planifican racionalmente sus gastos e incluso pueden turnarse para financiar las metas de cada uno, están dispuestos a gastar en sí mismos y en todo lo que les genere placer por separado y en conjunto. “Esta tendencia favorece el consumo de productos en categorías más sofisticadas y de mayores precios en edades más tempranas cuando en otras épocas las parejas se enfocaban en satisfacer necesidades básicas familiares”.[ii]
En las sociedades antiguas y modernas estos formatos se identifican claramente. La cuestión se presenta cuando se dan situaciones de cambios, es decir nuevas transiciones demográficas. La primera transición fue producto de la reducción de la mortalidad en niños y adultos y los modos de producción. Del campo a los nuevos centros urbanos, con tasas de mortalidad en caída y a posteriori las de natalidad. Para abreviar el crecimiento de la población se acelera antes de equilibrarse.
El crecimiento se inicia de abajo, en una primera fase aumenta el número de niños, los adolescentes diez años después y consecuentemente los jóvenes adultos. Claramente este grupo etáreo inicia sus actividades laborales, compite por un lugar en el mercado de trabajo y si esta es la variable de ajuste, estamos con las condiciones objetivas y subjetivas para el estallido y la protesta. Si a esto le sumamos represión y parálisis en el grupo gobernante la reacción es previsible.
La categoría juventud puede ser analizada desde diferentes miradas. Autores como Quapper[iii] mencionan cuatro versiones de juventud a saber:
· Etapa de la vida en la que se prepara para el ingreso al mundo adulto.
· Grupo social clasificado como grupo etáreo confundiendo cuestiones demográficas con las de índole sociocultural.
· Juventud asociada al conjunto de actitudes ante la vida, ya sea estado mental, salud vital, espíritu emprendedor.
· Hombres y mujeres que asumirán el papel de adultos necesarios en toda sociedad para mantener y dar continuidad a los ciclos de reproducción social y económica.
Bourdie[iv] define que, “la juventud y la vejez no son datos, sino que se construyen socialmente en la lucha entre jóvenes y viejos. La relación entre la edad social y la edad biológica son muy complejas(…) La edad es un dato manipulable, muestra que el hecho de hablar de los jóvenes como una unidad social, de un grupo constituido, que posee intereses comunes, y referir estos intereses a una edad definida biológicamente, constituye en sí una manipulación evidente.” Es decir que usar la variable edad para determinar quien es joven y quien no lo es, es una manipulación a fin de dar cuenta de una compleja realidad social. Siguiendo al autor, podríamos decir que existe una lucha de poder entre el modelo canonizado de adulto que pretende reproducirse y modelos que contradicen y cuestionan esos parámetros establecidos.
Si se mira a los jóvenes desde una mirada adultocéntrica se corre el riesgo de caer en trampas de generalización. Así escuchamos “todos los jóvenes actúan de igual modo…” “Son todos iguales…”. Estaríamos frente a un modelo homogeneizado de jóvenes sin distinción de clases sociales, géneros, culturas. Juventud en singular y total y no juventudes.
A esto se le agrega el riesgo de la estigmatización que recae sobre grupos con cierta vulnerabilidad, sus prácticas, apariencias, estereotipos y acciones. De ahí a la vinculación con las patologías hay un paso. Con este prejuzgamiento es sencillo caer en la subestimación de las capacidades de los jóvenes y su constitución como blanco hacia donde se direccionan las responsabilidades frente a situaciones de inestabilidad social, conflicto y otros “desordenes” sociales.
La última trampa en la que podemos caer es en la idealización de la juventud como objetivación esencialista, esto es los jóvenes “son los salvadores del mundo”.
Responsabilizarlos y ser portadores de las esperanzas de cambio y transformar la realidad social, solamente por ser jóvenes. En definitiva, la juventud como un fenómeno social empírico o como construcción conceptual, es un producto sociocultural, histórico y relacional. Esto posibilita hablar de juventudes como grupos sociales diferenciados y diversos, con particularidades y especificidades que se van conformando a partir de las palabras, sueños, dolores, esperanzas, culturas históricamente situadas.
Del otro lado del Atlántico….
La realidad de nuestros días nos propone hacer una mirada sobre diferentes escenarios cuyos protagonistas son los jóvenes. Este es un tema que, entiendo se constituye en una variable para analizar y observar de acuerdo a sus movimientos y desempeños sociales.
Por un lado vemos las tradicionales plazas españolas y griegas cuyos ocupantes son en gran mayoría jóvenes. Podríamos decir que hoy es el elemento que está en condiciones de desestabilizar a una gestión o al menos a cuestionar un conjunto de políticas públicas y medidas económicas adoptadas.
Los Gobiernos no se anticipan a estas situaciones de crisis, ni siquiera son creativos a la hora de administrarlas. Las consecuencias están a la vista de todos. En los sistemas democráticos caen los gobiernos, en los autocráticos o dictatoriales cae el régimen.
En Italia, los jóvenes conviven con sus padres al menos hasta los 30 años. En Portugal el ajuste expulsa jóvenes y aceleran el flujo emigrante. La joven Grecia muestra signos de intolerancia frente a la oleada de ajustes y recesión. Sociedad de jóvenes desocupados y dispuestos a la ocupación de plazas y revueltas haciendo frente a la represión violenta por las fuerzas de seguridad.
El Estado de Bienestar europeo cayó en una situación de desequilibrio marcado por la defensa a ultranza de los derechos adquiridos por los adultos mayores y el abandono de los más jóvenes. Con este estado de cosas en este espacio geográfico bien podemos anticipar que, la composición demográfica impactaría directamente en un proceso político determinado. Cuanto más recorremos los diferentes espacios geográficos seguiremos observando organizaciones de manifestantes ubicados en determinados rangos etareos que provocan convulsiones que en cierto modo desestabilizan al poder público de turno. La incertidumbre y la desesperanza alimentan estos agrupamientos colectivos. Lo que claramente está presente es la insatisfacción y una caída en las expectativas sobre determinados tópicos: empleo para mencionar el común denominador de las manifestaciones relevadas.
Por nuestras tierras…
Las situaciones de cambio demográfico impactan de diversos modos en el desarrollo de la política y en este tópico es necesario adentrarse en el universo juvenil con las prácticas desarrolladas y heredadas.
No hace falta irse muy lejos para observar como los espacios políticos protagonizados por jóvenes lograron acceder al poder local. En nuestra ciudad, la Universidad dio lugar a la generación de un grupo de jóvenes, hoy adultos, que ocupan los principales espacios del estado municipal. El partido centenario logra hegemonizar en la ciudad y en la universidad a partir de una generación que se propuso ser parte principal en el escenario político.
En el peronismo también encontramos prácticas y concreciones por parte de sectores de jóvenes militantes dispuestos a ocupar espacios de poder. Los diferentes agrupamientos políticos “rackean” generando fases de juego político en la contienda por los espacios de poder. La novedosa lista joven en el Frente para la Victoria podría constituirse en un ejemplo de este modelo de construcción política.
Esto no intenta juzgar en sentido negativo sino que solo describe situaciones que se dan como prácticas políticas en los partidos políticos mayoritarios preocupados por el futuro mas allá del 2011.
Lo que está claro es que el gobierno nacional fue el estimulo necesario para que en el Peronismo se den ciertas manifestaciones de renovación generacional mientras que en el partido centenario se siguen destacando hombres grises: no se encuentran mujeres ni jóvenes sin corbata, más allá que incorporen nuevas tecnologías de comunicación mediante redes sociales, finalmente siguen siendo del Siglo XIX.
Sería interesante observar los modos de integración de las agrupaciones políticas, esto es, en términos de cursus honorum. En este sentido podríamos anticipar la supervivencia y la perdurabilidad de estos nuevos espacios políticos.
No puedo dejar de pensar y mencionar a Nicolás Maquiavelo en su descripción, acerca de quien ocupa un espacio de poder (al que denomina príncipe) por herencia o por conquista. El autor describe varios tipos de principados y las dificultades o facilidades que éstos tienen para conservarse. Del principado hereditario indica que es el de más fácil acceso. Pero se puede llegar a ser príncipe por otros caminos: por virtud, fortuna, por las armas propias o ajenas, entre otras formas.
El lector pensará que este recorrido histórico es señal de demencia, pero la idea es recurrir a la historia en términos comparados para tratar de reflejar que, en reiteradas oportunidades los espacios políticos son producto de una herencia, de un antecedente familiar y este dato deslegitima al “príncipe”, lo hace vulnerable e impacta directamente en el comportamiento del grupo político. Hagamos un ejercicio de mirar a nuestro alrededor y observar a quienes ocupan espacios políticos por “herencia”. Seguramente algún joven príncipe anda dando vueltas por ahí…
[i] El término "dinky" fue acuñado por el sociológico Millward Brown en el Reino Unido. La sigla en inglés DINK -double income, not kids -doble sueldo, ningún hijo) define a la perfección el concepto de este nuevo segmento.
[ii] ibidem
[iii]DUARTE QUAPPER, K.¿Juventud o juventudes? Acerca de cómo mirar y remirar las juventudes de nuestro continente. En S. DONAS BURAK, Adolescencia y juventud en América Latina. Buenos Aires: LUR. 2001. Pág. 60
[iv] Pierre Bourdieu. “La ‘juventud’ no es más que una palabra”, en Sociología y Cultura, CONACULTA-Grijalbo, Colección Los Noventa, México, 1990, pp. 163-173.
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