LA FRASE

"EL GOBIERNO IMPROVISA BASTANTE CON LAS DESIGNACIONES, HABEMOS GENTE MUCHO MÁS CAPACITADA QUE FORADORI PARA EMBAJADOR EN GINEBRA. "MARIO BARLETTA)

sábado, 11 de junio de 2011

A VECES ARTEMIO TIENE RAZÓN


Por Raúl Degrossi 

Cualquiera que navegue con frecuencia por la blogósfera más o menos K, ha visto los posteos de Ramble Tamble en los que Artemio López la emprende contra los que el denomina "ladriprogresistas", incluso extremando los planteos al plantear una contradicción "peronismo versus progresismo", que en términos conceptuales no existe. O no  debiera existir, para ser más precisos.

Desde sus mismos orígenes, el peronismo se caracterizó por su capacidad para recoger pluralidad de tradiciones políticas distintas sin sectarismos, y expresar sus demandas.

Amorfismo ideológico y pragmatismo vacío de contenido, dirían sus detractores.

Percepción clara de que, para la gestación de un proyecto nacional y popular de contenido transformador, es necesaria la mayor acumulación de fuerzas convergentes posibles, diremos nosotros.

El kirchnerismo respondió a partir del 25 de mayo del 2003 en ese sentido en la mejor tradición peronista: la intuición de Néstor Kirchner entrevió una lectura para salir de la crisis del 2001, lectura que suponía repolitizar a la sociedad, para así generar una gobernabilidad distinta; en lugar de huir hacia el "que se vayan todos" de los caceroleros.

Y esa estratregia suponía también una lectura de la fragmentación social dejada por la dictadura y el menemismo, con su multiplicación de demandas sectoriales insatisfechas y que se canalizaban por fuera de la política y los partidos.

Demandas a las que Kirchner -y luego Cristina- les pusieron el cuerpo, jugando el peso del Estado y la organización política del peronismo conducido por ellos, para poder hacerlas realidad; aunque no fueran banderas originales del movimiento (como pudo pasar con la ley de medios), o aunque ese mismo peronismo las asumiera muchas veces con reservas por su propio pasado, como pasó con la política de derechos humanos, donde tuvo víctimas, pero también victimarios.

En ese contexto, se potenció la labor del INADI, aprobando el Plan Nacional contra la Discriminación, y se apoyó el martimonio igualitario, durante cuya discusión tuvo una participación gravitante María Rachid, y a partir de lo cual sin dudas, ingresó a la vicepresidencia del organismo por decisión de Cristina.

Pero -siempre hay un pero en todo esto- pareciera que no todos entienden igual el significado del proceso, los alcances de la apertura a la participación que se les abre, y el rol que tienen que jugar, o el aporte que les toca hacer.

El caso de Graciela Ocaña y su paso por el gobierno de Néstor (en el PAMI) y luego en el de Cristina (como ministra de Salud), con resultados de gestión muy diferentes; y su derrotero político posterior es una muestra relevante de los despistes y miserias del autodenominado "progresismo" que abrevó en el kirchnerismo, pero no el único.

Algo de eso hay por estos días, en el medio del escándalo Schoklender, en la obsesión de parte de algunos organismos de derechos humanos por desmarcarse de Hebe de Bonafini y las Madres de Plaza de Mayo, para marcar que son "distintos", sin percibir que para los que están enfrente, son todos iguales, y utilizables.

Y si no que lo diga Estela Carlotto, que después de diez años de trajinar juzgados por los ADN de los hijos de Ernestina y mientras sigue sufriendo las chicanas judiciales del monopolio, ayer fue tapa de Clarín por haber criticado a Hebe.

Pero volvamos a Rachid y al INADI: el escandalete que protagonizaron con Morgado disputándose la conducción del organismo, que terminó en el caso de Rachid en su renuncia al cargo vía Twitter -al mejor estilo macrista- solo se puede calificar con una palabra: impresentable.

No se entiende como alguien capaz de soportar con entereza y sin perder la calma a un primate como Alfredo Olmedo, puede terminar a los gritos con Morgado, con quien seguramente debe tener muchas más cosas en común.

Y no interesa aquí averiguar cual de los dos tiene razón, o si hubo o no denuncias a la policía: en este caso no le podemos echar la culpa a las operaciones de prensa de Clarín, La Nación o Infobae: es una pelotudez propia, que se las dejamos servida.

Por miserias, pequeñeces y quintitas a las que algunos se aferran como si fueran un intendente del conurbano bonaerense, esos mismos a los que a los "progres" les gusta criticar con el dedito levantado desde una supuesta altura moral, con el discurso de la transparencia. Discurso que se queda sin respuestas cuando pasan cosas como las de Schoklender, y hay que salir a bancar a las Madres y a Hebe, o intendentes que -la mayoría de las veces- tienen otros códigos para resolver estas cuestiones.

Ni que decir que son los mismos que se apuran a pegarle a Moyano o al sindicalismo cada vez que pueden, objetando sus métodos o diciendo que perjudican al gobierno.

Cuando María Rachid -alguien que personalmente me caía muy bien- dice que ella "no se acercó a la política para esto", se parece demasiado al discurso de Béliz y sus zapatitos blancos, o al de Torres Del Sel cuando dice que a él la gente le cree, porque no viene desde la política.

¿Empezará ahora a desfilar por los estudios de TN, contando en detalle por qué se fue, y tirando tierra a la gestión de la que participó hasta su renuncia, al mejor estilo Ocaña o Alberto Fernández?

Como no sabemos que es "esto" (aunque intuímos que no se trata de ninguna discusión filosófica ni nada parecido), debemos recordar que los "estos" están incluidos en el combo político que -por caso- posibilitó la aprobación del matrimonio igualitario y otros avances impensados hace apenas algunos años.

Este es el dilema que no alcanzan a entender algunos "progres": ellos hacen su aporte expresando demandas de la sociedad que estuvieron por años impedidas de expresarse, o no encontraron los canales adecuados para ser satisfechas, y sostienen en su búsqueda una militancia activa y comprometida.

Pero si esas demandas se logran concretar es porque la política (que incluye los "estos" que le molestan a Rachid) se hace cargo, no solo de la demanda puntual, sino de generar las condiciones macro para que esas demandas puntuales, pueden insertarse en un contexto favorable, generando la relación de fuerzas que la haga posible; y para eso se necesita de todos los que convergen en el mismo proyecto político, porque es a su vez el reaseguro de que sus demandas sectoriales tendrán un canal adecuado de expresión-

Un gobierno legitimado socialmente por devolverles a los trabajadores las paritarias o por ampliar la cobertura previsional de la población, está en mejores condiciones de plantear discusiones como la reapertura de los juicios por los crímenes de la dictadura.
Y si no imagínenselo a De La Rúa en diciembre del 2001, con un país en llamas, el default a las puertas y el modelo de la convertibilidad estallando en pedazos, planteando como prioridades de su gobierno la ley de medios, o el matrimonio igualitario.

Porque si de algo se trata la política es justamente de eso: evaluar problemas, establecer prioridades, imaginar soluciones y ponerlas en práctica; y entender que "un" problema, por importante que pueda parecer, no es "el" problema; sin caer tampoco en la falsa dicotomía de hacer cloacas o preocuparse por el debate intelectual acerca de la política, como marca acertadísimamente acá Gerardo Fernández.

Parte de ese despiste es también el famoso "apoyo crítico" de algunos, y no porque dentro de una construcción política no deban existir diferentes miradas o el debate interno, todo lo contrario: ese "esto de acuerdo pero yo lo hubiera hecho antes, o de otro modo" parte de un error: lo hizo otro, porque se ganó políticamente el derecho a hacerlo, construyendo políticamente para llegar al lugar donde las cosas se hacen.

El que elige quedarse en el rol de espectador, sin terminar de sentirse parte de algo (y juzgándolo con aire de purista), es porque no quiere reconocer su propia incapacidad para conseguir lo mismo. 
 
No comprender estas cosas, y no percibir que el gobierno nacional está bajo ataque permanente e intenso de la AEA, Clarín, Techint y todos los intereses que representan, en la medida que se aceleran los plazos para las definiciones políticas cruciales de este año electoral; y que todo será usado en su contra en ese marco, es dar demasiada ventaja: es prácticamente no darse cuenta donde está uno parado, y lo que está en juego.

Estas cosas dañan política y electoralmente, no interesa saber cuanto. Sí importa saber que con otro gobierno que no sea la continuación del actual, las muchas Rachid y los muchos Morgado que existen, tendrán pocas posibilidades de seguir concretando sus viejas demandas. 

Por eso en este caso se podría decir que -a veces- Artemio López tiene razón.

2 comentarios:

Lilian dijo...

100% de acuerdo en todo el planteo en su largura y anchura

GISOFANIA dijo...

ya tengo callos en mis manos de tanto aplaudir los artículos del capitán Degrossi