"...a la sociedad VICENTIN S.A.I.C. Que asimismo se dispone la ocupación temporánea por SESENTA (60) DÍAS de la sociedad VICENTIN S.A.I.C. en los términos de los artículos 57, 59 y 60 de la Ley N° 21.499, la que se dispone administrativamente en razón de utilidad pública y..."— La Corriente K (@lacorrientek) June 10, 2020
"..con el objeto de asegurar la continuidad de la empresa, la preservación de sus activos y de su patrimonio, y la protección de los puestos de trabajo en peligro,..." (DNU 522 publicado ayer en el Boletín Oficial): https://t.co/gm1ic6vSiE No hay "intervención" sin "expropiación"— La Corriente K (@lacorrientek) June 10, 2020
Aviso antes de entrar: esta no es una entrada sobre cual sea la alternativa más adecuada para aplicar al caso Vicentín, ni plantea discusión alguna al respecto. De hecho, los textos de los tuits de apertura no nos pertenecen, salvo las últimas palabras: son de Alberto Fernández, y están reseñados en los considerandos del DNU 522, por el cual se dispuso la intervención de la empresa (ver el texto completo acá en el Boletín Oficial); y en su artículo 4º se dijo: "Dispónese la ocupación temporánea anormal de la sociedad Vicentín S.A.I.C. en los términos de
los artículos 57, 59 y 60 de la Ley N° 21.499 por el plazo previsto en el artículo 1°".
Esa ley es la ley nacional de expropiaciones, y en otro contexto el presidente (ni siquiera con un DNU) no podría haber dispuesto la intervención de una sociedad. De hecho, en ese contexto podría haberlo hecho mediante un simple decreto (no DNU) bajo esa figura: "ocupación temporánea anormal". Y para los que se asustan con Venezuelas y comunismos, la expropiación está en nuestra liberalísima Constitución Nacional, desde 1853: no la inventó el kirchnerismo, ni siquiera Perón, a partir del 45' o en la Constitución de 1949.
El DNU dice que con la medida adoptada (intervenir para expropiar) "...se pretende asegurar la continuidad de la
empresa, la preservación de sus activos y de su patrimonio, la protección de los puestos de trabajo en peligro
y evitar efectos dañosos sobre el mercado agroexportador y la economía en general...". Cuando se conoció, por boca del propio presidente, hubo quienes sumaron probables beneficios: tener una empresa testigo en el comercio de granos en manos del Estado, intervenir en el acceso a las divisas exportables, en la formación del precio de los alimentos, asegurar la soberanía alimentaria.
Todos propósitos loables que, hayan estado o no en los fundamentos de la decisión acá desde ya apoyamos. Pero, pragmáticos como somos, sin enamorarnos de los medios, sino de los fines: todo lo que sirva y ayude a esos propósitos bienvenido sea. Y si los propósitos son loables, lo mejor es que se concreten.
Usando otro ejemplo: a lo mejor para asestarle un golpe al pulpo Clarín hoy sería más productivo garantizar desde el Estado el acceso universal de la población a Internet de calidad a un precio razonable o incluso gratis en determinados sectores sociales, que insistir con la ley de medios. Reiteramos: el ejemplo vale para la expropiación de Vicentín, y es para remarcar que lo importante son los fines y no los medios, con tal que estos últimos sean lícitos, claro está.
Acá estamos hablando de otra cosa, y son las condiciones de ejercicio del poder y la autoridad: la idea de la expropiación no fue una "fake news", ni una operación de prensa ni un fantasma agitado desde la oposición: está plasmada en un decreto firmado por el presidente de la nación y todos sus ministros, que como DNU debe ser comunicado al Congreso para su aprobación, y que además está inescindiblemente vinculado a un proyecto de ley de expropiación que se anunció por boca del propio presidente, en rueda de prensa pública. Un proyecto que todavía no aterrizó en el Congreso, y que es posible que nunca llegue a ver la luz; o no.
Y allí radica el problema: si la medida anunciada en el DNU se hubiera demorado en espera de reunir un mayor consenso social y político, más allá de lo que cada uno opine sobre el estilo de gestión de Alberto Fernández, nadie podría decir mucho: incluso se podría alegar que se hizo algún aprendizaje luego de la Resolución 125 y el conflicto con las patronales del campo privilegiado. O si se esperaba a contar los porotos en el Congreso para aprobar la expropiación, porque nadie manda un proyecto para que no salga, a menos que la idea sea que directamente no salga, ¿como el impuesto a las grandes fortunas?
Cuando Alberto hizo el anuncio, se festejó en el "campo propio" como un gol largamente esperado, en un contragolpe aislado en medio de un partido en el que nos estaban cagando a pelotazos, y nuestro arquero y los defensores redoblaban esfuerzos para que no nos goleen. Porque para ser sinceros, en los últimos tiempos no había mucho para festejar, salvo que los números de la pandemia en el país no sean tan devastadores como en otros lados, incluso cerca nuestro; y sin que lo dicho implique que salvar vidas sea "poco" en términos políticos y sociales.
Pero lo cierto es que desde los anuncios para acá, no son pocos los "de este lado" que se sienten como los hinchas que se abrazaron festejando un gol hasta quedarse roncos, y ahora les avisan que el árbitro pidió el VAR, y es posible que lo anulen por off side: como pasa con el impuesto a las grandes fortunas, algunos compañeros piensan que la posible expropiación de Vicentín se trata de "fulbito" para entretener a la tribuna, sin concretar los goles. Para colmo en éste caso el "off side" que podría dejarnos sin festejo, son las críticas y las quejas de los que ya sabíamos que iban a criticar y quejarse: los grandes medios, los principales grupos económicos, la oposición, las patronales del campo, hasta Cavallo, resucitado para la ocasión.
Porque más allá de lo que diga el intendente radical de Avellaneda o el tarado de Fernando Iglesias, ni siquiera se puede decir que el anuncio de la expropiación haya desatado una reacción social equivalente a la de la Resolución 125: acá en Santa Fe, donde el problema tiene su epicentro, la inmensa mayoría de la gente lo mira con indiferencia, o directamente no forma parte de sus preocupaciones; e incluso en las ciudades más involucradas en lo que haga Vicentín como Reconquista o Avellaneda, muchos están de acuerdo con la medida, o con que el Estado intervenga para resolver el problema, comenzando por los propios trabajadores cuyos puestos de trabajo están en riesgo.
Una cosa es, como dijimos, demorar una medida o dudar en tomarla pensando en las reacciones que provocaría o las resistencias en su contra; otra muy distinta es anunciarla públicamente y luego nunca concretarla, o peor aun, recular, frente a presiones bien concretas e identificadas: Porque si de algo no se privan los que adversan al gobierno, es de decirlo, sin perder la oportunidad de señalar que estamos poco menos que en una dictadura muy curiosa, en la que puñados de psicóticos pueden ir al obelisco a manifestarse contra la cuarentena -violándola además- sin que les pase nada.
En todos los casos señalados se deteriora la autoridad presidencial, pero en el segundo de un modo mucho más grave y acelerado; y no nos quejemos luego si se instala la percepción de que el gobierno y el presidente son permeables a las presiones, ni le echemos la culpa a los medios. O que tuvo que ceder, porque un grupo de personas salió a cacerolear por Vicentín y su derecho a vaciar una empresa y fugar la plata.
Si Néstor y Cristina fueron lo que fueron, e hicieron lo que hicieron, es porque fueron capaces de recomponer la autoridad presidencial y la primacía de la política, del marasmo en el que las habían dejado el gobierno de la Alianza, la crisis del 2001 y la salida de la convertibilidad. El propio Alberto, con su estilo, iba construyendo su liderazgo sobre esas premisa, cuando sostuvo las medidas contra la pandemia peses a las presiones para "abrir la economía", aunque muriera gente.
Entonces Vicentín aparte, o más allá del caso y como termine, lo central a discutir -en nuestra modesta opinión- es como se construye y sostiene una gobernabilidad democrática sustentada en la legitimidad del mandato popular, frente a las presiones de las lógicas corporativas de los que no votó nadie, ni nunca se someten a la voluntad de las urnas. Las demás cuestiones -incluyendo la expropiación o no de Vicentín- vienen por añadidura, pero algo es seguro: si no traza una línea clara al respecto, lo único que vendrán serán más problemas. Tuits relacionados:
Dejamos este otro tuit de ayer, de recordatorio nomás. Sigan en lo suyo: https://t.co/DamDOiEyCH— La Corriente K (@lacorrientek) June 10, 2020
Dejamos este tuit del sábado por acá. Sigan la línea de puntos que lleva hasta el caso expropiación de Vicentín: https://t.co/nQRGSHpnwX— La Corriente K (@lacorrientek) June 10, 2020
2 comentarios:
Por ai había alguna duda, Fernandez declara hoy: "La expropiación es la herramienta para poder rescatar la empresa, no hay otro modo”.
Fin de las especulaciones.
https://www.infobae.com/politica/2020/06/12/alberto-fernandez-sobre-vicentin-la-expropiacion-es-la-herramienta-no-hay-otro-modo/
El Colo.
Costanagna sigue siendo ministro provincial ?
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