"Estamos a siete diputados de convertirnos en Venezuela", dicen en el macrismo siquiátrico (que es casi todo el macrismo). "Si el kirchnerismo gana bancas vaciará hasta la última gota de democracia", advierten los pensadores de "Tumba Abierta". "En las elecciones Cristina va por todo", dice Willy Kohan con Mongobardi en radio Mitre; repitiendo todos una melodía que escribieron otros, más arriba, tirando la piedra y escondiendo la mano en las reuniones de la AEA, la UIA y el Foro de Convergencia Empresarial.
Le dan así una connotación épica a una elección de renovación de bancas en el Congreso en las que el oficialismo -como cualquier oficialismo del mundo que se precie de tal- intentará mejorar su representación parlamentaria para imponer la agenda legislativa, y hacer avanzar sus proyectos. Cuáles sean esa agenda y esos proyectos es otro tema, discusión que se nos antoja la más interesante; hoy soslayada.
Ojo: la apelación épica es también un modo de disimular el miedo de quedarse afuera de las listas, y de las bancas, y de los beneficios anexos: fueros, becas, contratos, pasajes. Lo que no puede explicar la oposición en estado de emoción violenta (es decir, casi toda) es por qué razón el kirchnerismo ya no "fue por todo" ni nos convirtió en Venezuela allá por el 2011, cuando Cristina superó el 54 % de los votos y más que triplicó a Binner, que fue el segundo en la elección.
Por el contrario, fue la propia Cristina la que cruzó de inmediato aquello de "Cristina eterna" de Diana Conti (¿qué será de su vida, a todo esto?), con el famoso "no se hagan los rulos". Y el kirchnerismo, que ni siquiera entonces pudo concretar una reforma judicial que logró aprobar en el Congreso por la resistencia judicial encabezada por la propia Corte Suprema, debió soportar a los pocos meses de la rotunda victoria los cacerolazos urbanos por las restricciones a la compra de dólares.
Si no "fue por todo" entonces, ¿cómo lo haría ahora, con un presidente que se proclama socialdemócrata y se reconoce más inspirado en Alfonsín, Bob Dylan y Lito Nebbia que en el propio Perón, y que manifiesta ostensibles preferencias por Sergio Massa, el hombre con vínculos fluidos en la madre patria del norte, de cara a su propia sucesión?
No están ciertamente allí los riesgos a futuro para la democracia, no al menos por presuntas tentaciones hegemónicas, ni en mayor medida que como consecuencia del accionar de una oposición en sentido amplio (política, mediática, económica y empresarial) sí acostumbrada a "ir por todo" desde siempre, con o sin elecciones, o contra los resultados de ellas.
¿Alguien puede suponer que, si de Alberto Fernández dependiera, un triunfo electoral que le permita controlar ambas cámaras del Congreso lo convencería de avanzar en reponer una ley de medios en la que no cree, y que podría reponer hoy mismo si quisiera, tumbando por decreto el DNU de Macri que la mutiló? Lo mismo vale para aumentar las retenciones (hoy ni siquiera apela al módico porcentaje de suba que podría hacer por decreto), o tumbar al delincuente Casal de la Procuración.
Serán en todo caso las fracciones más dinámicas del Frente de Todos las que impulsen avanzar en reformas más profundas (como la reforma del sistema de salud, o los controles estatales al comercio exterior) dependiendo más de la correlación de fuerzas al interior de la coalición oficialista, que del circunstancial reparto de bancas en el Congreso entre oficialismo y oposición. Un control de ambas Cámaras tampoco garantizaría -por sí solo- avanzar en una reforma judicial que duerme en los cajones de Diputados, siendo como es mucho menos ambiciosa que la que en su momento logró aprobar Cristina, y sabotearon los jueces.
Lo que sí escala con más visibilidad es la pelea en la oposición, donde todos disputan para ver quien es más gorila: algunos creen ver algo parecido a un post 55', con fracciones del antiperonismo dispuestas a reconocerle entidad política a la bestia negra, y pugnando por tender puentes con ella, después de las elecciones. Desde acá lo que se ve, en cambio, son discusiones estéticas entre apelar a bombardearnos en una plaza como en el 55, o fusilarnos en un basural como en el 56'; metafóricamente hablando, claro (explicación necesaria para los Fernando Iglesias de la vida).
Es posible que a futuro y según como le vaya cada uno (oficialismo y oposición) en la feria, existan en ambos campos sectores "dialoguistas" que vuelvan a pensar en "pactos de la Moncloa" criollos para "ponernos de acuerdo en tres o cuatro políticas de Estado". Sobre todo si en "Juntos por el Cambio" la UCR desplazara al PRO (aprovechando sus peleas internas) de la conducción de la coalición, algo que no parece posible hoy: si Macri sodomizó electoralmente a la UCR (y desde allí lo hizo en todos los sentidos) es simplemente porque interpreta mejor el sentir del promedio de sus votantes, que desde 1945 se definen ante todo por la negativa: se autoperciben antiperonistas, más que radicales.
En tanto ese mismo fenómeno se refleja en el campo peronista con Cristina y el kirchnerismo, la elección volverá a estar dominada por la dinámica de la polarización, y bien harían en el gobierno en tomar nota de ello, a la hora de perfilar la campaña, el armado de las listas y -sobre todo- las prioridades de la gestión de gobierno. Las "terceras vías " (como Randazzo y los requechos varios de experimentos similares anteriores que está imantando cual vacunado con Sputnik) nacen muertas, porque muerden votos del antiperonismo, más con Massa contenido en el interior de la coalición oficial, con el incentivo de coronar en el 2023. Pero ésa es otra historia.
8 comentarios:
Un pacto de silencio y de hambre entre radicales me parece algo lógico.
Vayan haciendo más hueco al cinto muchachos
Encomiable la paciencia de los administradores del blog. Expresan una línea crítica del gobierno, señalando sus errores y se tienen que bancar las pajereadas troscas de una serie de paparulos que van a terminar votando en blanco o al FIT, en el mejor de los casos; que los tratan como si fueran del club de fans de Cafiero.
Empecemos, entonces, a enumerar las razones y logros para volver a votar al Frente de Toddys
No me parece. ¿Al FIT? ¿Ud. lo cree?
En 2015, muchísimos -entre los que yo me encuentro-, votamos por... ¡Scioli! ¿se puede pedir algo más mediocre, pésimo administrador de la PBA (aunque al lado de Vidal quedó como un estadista, es verdad), un tipo que balbucea y a duras penas puede expresarse?
Las críticas siempre son válidas. El tema es el fanatismo, que no es propiedad de los de Cambiemos, sin dudas.
Casi me parece ver que va a pasar lo mismo en 2023: lo vamos a tener que votar a Massita (intimo de los Barrionuevo, por cierto, "verdadera" expresión del peronismo.., jaja), y su "brillante" mujer, que ahora diseña cloacas y cañerías de agua con perspectiva de género. También inaugura banquitos rojos...
Estamos en una película de terror. Imposible saber como termina. Mi esperanza: que se decida entre Massita y Kicillof, y que quede este último, claro.
Y lo cierto es: prefiero votar por Larreta, antes que al FIT. Mire lo que le digo....
Tochi el profe, votante del FIT.
Agustín
Si usted es un afecto a la batraciofagia, que le aproveche
Yo sigo esperando propuestas reales y no "nombrar 100.000 policías" cómo dijo el Sapo Naranja
Si hay gente que sale en moto a poner el lomo con -2°C y llovisna, y hace mandados todo el día para comer, arriesgando su vida, salud y poniendo de su bolsillo todos los costos... Disculpen, pero a los que no quieren laburar, mano dura.
A los amigos de lo ajeno, mano dura.
Es cierto que no hay trabajo, pero basta de zánganos, basta de esto.
O no se que serían propuestas reales. Más planes? La dictadura del proletariado? Ganar 2 bancas y "renunciar" a la dieta?
Después el profe, marxista o cerca, no se que hace dando vueltas por el peronismo. Quiere sentir lo que es pertenecer a un movimiento popular que encolumna obreros, supongo; ya que siendo del Fit solo debe conocer chicos de belgrano con conciencia social; pseudopunkitos.
Y claro, entre Massa y kicilof el kici... Pero, kicilof viene manejando el barco desde 2013 y así nos va...
Estimado Profe:
a menos que haya aterrizado ayer en el planeta, no me diga que nunca se ha tenido que tragar al menos un batracio (y mucho más también) . No es una cuestión de gustos, son imposibles de evitar. A veces no queda otra que tragarse uno grande o tal vez pequeño, como el de 2019 y que ahora gobierna el país. Aunque lo hice por CFK y, en honor a la verdad, lo haría de nuevo. Por CFK, digo.
Anónimo:
¿a qué se refiere con lo de "kicilof viene manejando el barco desde 2013 y así nos va..."? se lo pregunto en serio, realmente captó mi atención.
Publicar un comentario