Cuando se impuso el engendro de la boleta única en la provincia, todos sus impulsores salieron a decir a coro que el nuevo sistema permitiría terminar con el clientelismo político, ese cuco con el que asustan a los votantes de clase media que no quieren tomar la sopa republicana; pero que nunca terminan de explicar claramente en que consiste.
Que el robo de voletas, que el voto cadena, que el reparto de zapatillas y bolsones de comida, que la compra de votos y cuantas otras sandeces más, que parten del preconcepto de que el pueblo liso y llano (los sectores más sumergidos, los que menos posibilidades han tenido) es bruto, ignorante y no sabe votar...porque no los vota a ellos.
Acá vemos en El Litoral una nota sobre los altos porcentajes de votos en blanco y nulos en los diferentes barrios de la ciudad, y en algunos distritos del norte y la costa provinciales.
Lo primero que hay que decir es que si en esos lugares (señalados por el discurso de los promotores de la boleta única como altamente permeable a las prácticas clientelistas) hay muchos votos en blanco (y nulos cuando en realidad querían ser en blanco), eso indicaría que el clientelismo -al menos allí- no habría funcionado; simple evidencia que derrumba buena parte del edificio teórico de estos politógolos a la violeta, que quieren explicar con razonamientos sencillos -del nivel de una Lita de Lázzari- fenómenos que son bastante más complejos.
Pero el informe del diario deja en claro otro aspecto: los promotores de este tipo de "chiches" institucionales -con consecuencias gravísimas para la gobernabilidad de las instituciones- creen en su propio discurso (la inferioridad política de buena parte de la población), pero con un sentido bien distinto: no para "rescatar a nuestros hermanos pobres de la esclavitud del clientelismo", como decía Carrió la noche del 2007 en que se negó a reconocer el triunfo de Cristina, sino para diseñar ingenierías que les permitan capitalizar a su favor esa presunta incapacidad.
Porque cuidado que estos cráneos saben bien que un tipo que se levanta a las cinco de la mañana para salir a changuear (o a trabajar en una fábrica si tiene la suerte de tener empleo digno), para volver a las nueve o diez de la noche o una mina que tiene que criar a sus hijos, atender la casa y al mismo tiempo salir a limpiar otras casa de familia, no tienen mucho tiempo para andar informándose como carajo se vota con la boleta única, ni para mirar los cortos publicitarios del gobierno, y en muchos casos ni siquiera tienen Internet ni computadora.
Lo saben, o lo presumen y actúan en consecuencia; porque también saben que allí (o desde allí) pueden esperar pocos votos, el asunto es neutralizar los que podrían haber ido a parar a otro lado, como el asuntito de las dobles cruces, o la cuestión de las fotitos en la boleta y todos esos arreglos.
Por eso -cuando quieran- algún día nos sentamos a hablar en serio de clientelismo y manipulación electoral, y que cornos tiene que ver la boleta única con todo eso.
Porque cuidado que estos cráneos saben bien que un tipo que se levanta a las cinco de la mañana para salir a changuear (o a trabajar en una fábrica si tiene la suerte de tener empleo digno), para volver a las nueve o diez de la noche o una mina que tiene que criar a sus hijos, atender la casa y al mismo tiempo salir a limpiar otras casa de familia, no tienen mucho tiempo para andar informándose como carajo se vota con la boleta única, ni para mirar los cortos publicitarios del gobierno, y en muchos casos ni siquiera tienen Internet ni computadora.
Lo saben, o lo presumen y actúan en consecuencia; porque también saben que allí (o desde allí) pueden esperar pocos votos, el asunto es neutralizar los que podrían haber ido a parar a otro lado, como el asuntito de las dobles cruces, o la cuestión de las fotitos en la boleta y todos esos arreglos.
Por eso -cuando quieran- algún día nos sentamos a hablar en serio de clientelismo y manipulación electoral, y que cornos tiene que ver la boleta única con todo eso.
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