Por Raúl Degrossi
El 28 de octubre del 2007 Cristina ganaba las elecciones presidenciales en primera vuelta, con más del 45 % de los votos y casi duplicando a Lilita Carrió, que fue la segunda. Ganó en todo el país, excepto en San Luis, Córdoba y la Capital Federal.
Antes de las elecciones, el kirchnerismo había perdido las elecciones de Jefe de Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires -ganadas por Macri- y de la provincia de Santa Fe, ganadas por Binner.
La fórmula presidencial vencedora fue armada por Néstor Kirchner, eligiendo como vice a Julio Cobos, un gobernador radical que no podía ser reelecto y al que muy pocos conocían en el plano nacional. Los enormes índices de popularidad e imagen positiva que tenía entonces, le posibilitaban hacerlo sin sufrir presiones de nadie, y porque no necesitaba alguien que le aportara votos que le sobraban.
Carrió presentó una candidatura testimonial -sabiendo que no ganaría-, con un discurso apocalíptico, acompañada en la fórmula por un muñeco de torta, y cuando se abrieron las urnas desconoció la legitimidad del resultado y prometió no volver a ser nunca más candidata a presidenta.
El radicalismo no encontraba nadie que quisiera asumir la responsabilidad de ser candidato del partido, y por eso buscó a un ex ministro de Kirchner -Lavagna- prestigiado por su paso por el gobierno. Mala estrategia para una fórmula opositora: terminaron terceros, rozando el 17 % de los votos, pocos más que Massacessi en 1995. Como vice llevaron a Morales, el único que andaba por allí con suficiente cara de nabo, como para aceptar semejante apuesta. Al día siguiente de la elección se pelearon, para no volver a amigarse.
Radicales y socialistas iban en fórmulas y listas nacionales separadas, aunque menos de dos meses antes fueron juntos en Santa Fe, en las elecciones provinciales.
Macri -tras ganar la elección porteña acompañado por una mujer con cara de boluda total -que daba el rostro humano del nazismo- desistió de competir por la presidencia, su partido desapareció en las elecciones nacionales y ni siquiera pudo obtener un senador nacional por la ciudad con la candidatura de Melconián.
Pino Solanas presentó una candidatura que obtuvo poco más del 1,5 % de los votos, quedándose en la promoción y mandando a López Murphy, Sobisch, Vilma Ripoll, Pitrola y Castells al descenso directo. Prometía seguir creciendo porque encarnaba a la nueva fuerza que dejaría atrás al bipartidismo.
El peronismo federal no existía, todos eran kirchneristas y Duhalde no era candidato: decía que estaba retirado de la política. El único que compitió en las elecciones -como en el 2003- fue Rodríguez Saá, saliendo cuarto con menos del 8 % de los votos.
Cristina comenzó el gobierno, y empezaron los quilombos: la valija de Antonini Wilson, el conflicto con el campo por la Resolución 125, los cuatro meses de cortes de ruta y el voto no positivo de Cobos, Grondona y Biolcatti especulaban por televisión con el final anticipado de su mandato, como De La Rúa. Cobos era el héroe nacional, y los radicales -que lo habían expulsado del partido de por vida- lo recibían con los brazos abiertos: habían encontrado el candidato perfecto.
Y hubo más: la estatización de las AFJP, la crisis financiera internacional, la muerte de Alfonsín -que supuestamente fue el punto de partida de la recuperación del radicalismo- y las elecciones legislativas del 2009, donde el kirchnerismo perdió la mayoría en ambas Cámaras, y la oposicion formó el Grupo A para tomar por asalto las comisiones del Congreso.
Soñaban con implantar un gobierno parlamentario, eliminar las retenciones, modificar el Indec, el Consejo de la Magistratura, la publicidad oficial, los superpoderes y los decretos de necesidad y urgencia.
Después vino la discusión por la ley de medios, la asignación universal por hijo y el matrimonio igualitario, en el medio Carrió sumó varias profecías apocalípticas más, incluyendo el anuncio de que el gobierno preparaba bandas armadas.
Ya en el 2010, llegaron los festejos por el Bicentenario y la muerte de Néstor Kirchner, ambos con un enorme protagonismo popular, y la vuelta -contra todas las predicciones de los oráculos, Carrió incluida- del crecimiento económico a tasas chinas.
El Grupo A pudo plasmar una sola ley, la del 82 % móvil, que fue vetada por Cristina; Grondona escribe preocupado porque se reforme la Constitución para que la presidenta pueda ser reelecta indefinidamente.
Todas las encuestas indican que Cristina ganará cómodamente las elecciones en primera vuelta, superando el piso del 45 % que establece la Constitución y a una distancia considerable de cualquier candidato opositor; y está en condiciones de imponer el candidato a vice que se le cante, porque no necesita pedirle a nadie que le sume votos.
Antes de las elecciones presidenciales, serán las de Jefe de Gobierno de la ciudad de Buenos y las de gobernador de Santa Fe; el kirchnerismo tiene posibilidades reales de ganar en las dos con Filmus y Agustín Rossi, Cristina encabeza claramente las encuestas en los dos distritos.
Carrió rompió su propia promesa, vuelve a ser candidata presidencial y consiguió otro muñeco de torta para que la acompañe, esta vez dentro de su propio (y disminuido) partido; sigue haciendo profecías inverosímiles y dijo que al velorio de Kirchner, lo organizó Fuerza Bruta.
El radicalismo perdió en el camino dos candidatos presidenciales que se bajaron, y de uno de ellos -Cobos- ya hace rato que nadie se acuerda, si hasta Cristina volvió a viajar al exterior sin miedo a dejarlo en la Rosada. Duda hoy -como en el 2008 para votar no positivo- y consulta con su hija, para ver si acepta ser candidato a diputado, o a presidente del círculo de ex liceístas.
La UCR volvió a encontrar un candidato a presidente con la suficiente cara de nabo como para encarar el desafío, y con un apellido caro a los afectos, pero todo parecería indicar que el hijo -políticamente hablando- estaría tan vivo como el padre.
Rosqueó con los peronistas federales y eso lo llevó a pelearse con los socialistas, con lo cual unos y otros vuelven a ir por separado en las elecciones presidenciales, aunque vayan juntos en las elecciones provinciales de Santa Fe. El candidato radical buscó un vice alternativo a Binner, que podría haber sido Graciela Ocaña, otra ex funcionaria de Kirchner prestigiada por su paso por el Pami (lo que vino después, fue un continuo derrape), o Lavagna, el mismo que fueron a buscar como candidato a presidente en el 2007. No aceptó, pero les recomendó a González Fraga que es un amigo...de Menem.
Pasa que Paolo Rocca, el CEO de Techint, no se quiere presentar porque la mitad del año no está en el país.
Macri volvió a declinar su candidatura presidencial tras deshojar la margarita durante meses, está por verse si logrará la reelección como Jefe de Gobierno, y tampoco encuentra un candidato presidencial del cual colgar su boleta de legisladores. Vuelve a llevar como compañera de fórmula a una mujer con aspecto de boluda total, en busca de un rostro humano para la ineficacia.
Pasa que Paolo Rocca, el CEO de Techint, no se quiere presentar porque la mitad del año no está en el país.
Macri volvió a declinar su candidatura presidencial tras deshojar la margarita durante meses, está por verse si logrará la reelección como Jefe de Gobierno, y tampoco encuentra un candidato presidencial del cual colgar su boleta de legisladores. Vuelve a llevar como compañera de fórmula a una mujer con aspecto de boluda total, en busca de un rostro humano para la ineficacia.
Pino Solanas declinó su candidatura replegándose a la ciudad, porque si los votos del 2007 lo colocaban al filo de no llegar al piso que establece la reforma política para participar de la elección general, imagínense después de cuatro años de derrape. Sigue discutiendo como armar lo nuevo que supere al bipartidismo, con Juez, Margarita Stolbizer, De Genaro, Lozano, Binner y Libres del Sur. Mientras tanto, elige para la fórmula de la ciudad un viejito de su misma edad, o más.
Vilma Ripoll y Pitrola siguen en zona de descenso directo, con peligro de desafiliación si -justamente- no consiguen afiliados. López Murphy y Castells se rebajaron al Torneo del Interior: una va para Jefe de Gobierno, el otro viene de sacar el 0,52 % como candidato a gobernador de Santa Fe. Sobisch hace rato que está desafiliado.
El peronismo federal ya no existe, la mayoría de los que migraron para ahí quieren volver a ser kirchneristas -si es que ya no lo son-, y sólo siguen en carrera Rodríguez Saá -que no se puede perder ninguna elección, como Mussa- y Duhalde; otro que, al igual que Carrió, tampoco cumplió su promesa de retirarse de la política y no volver a ser candidato. Y lo llevaría de vice a Das Neves, que ganó la elección de Chubut por el canto de una uña...que metió adentro de las urnas.
Es decir entonces que la conclusión es muy sencilla: el gobierno de Cristina fueron cuatro años perdidos.
Perdidos para la oposición.
4 comentarios:
Hablando de perdido, dónde está Felipe Solá? Va a ser candidato?
que buen resumen!!
Muy bueno. Ese Mussa hace como treinta años que se viene presentando; jaja.
Y se vienen cuatro años perdidos más.En éste país no hay futuro.
Conseguir un pasaporte,va a ser una tarea imposible. Hasta antes de Diciembre, a los pasaportes te los dan enseguida. Tienen que aprovechar para irse ahora, después no se quejen.
El Colo
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