LA FRASE

"VOLVÍ PARA OFRECERLE AL PRESIDENTE MI COLABORACIÓN PARA RESOLVER EL PROBLEMA DE LOS CANDIDATOS QUE PROPUSO PARA LA CORTE." (FABIÁN RODRÍGUEZ SIMÓN)

jueves, 9 de junio de 2011

LOS FUSILAMIENTOS DE 1956

Hoy se cumple un nuevo aniversario del levantamiento encabezado en 1956 por el General Juan José Valle contra el gobierno de la autodenominada Revolución Libertadora, que en septiembre de 1955 había derrocado a Juan Domingo Perón. 

Como es sabido, el movimiento fracasó y Valle, junto al coronel Cogorno, y otros militares y civiles que participaron de la intentona fueron, víctimas del odio homicida de la por ello denominada por los peronistas, Revolución Fusiladora.

En los basurales de José León Suárez y en la Penitenciaría Nacional de calle Las Heras, 27 argentinos -entre ellos el propio Valle- pagaron con su vida haberse levantado en defensa de la democracia, ahogada por una dictadura represiva que proscribía electoralmente a la mayoría electoral, en nombre de la libertad y las instituciones; mientras remataba a precio vil el patrimonio nacional, enfeudaba a la Argentina al capital extranjero, desmantelaba las conquistas sociales del peronismo y hacía ingresar al país al Fondo Monetario Internacional.

Todo ello con la complicidad de los partidos opositores al peronismo: es de entonces la tristemente célebre frase del dirigente socialista Américo Ghioldi, quien -empujando las manos asesinas de Aramburu y Rojas- proclamaba que "se había acabado la leche de la clemencia".

Complicidad civil con asesinos militares, triste entente que volvería a repetirse en 1976. Desiderio Fernández Suárez -el tenebroso jefe de la policía bonaerense autor de los fusilamientos de José León Suárez- fue así un precursor de Ramón Camps: los mismos métodos, las mismas víctimas.

Los hechos fueron magistralmente historiados por Rodolfo Walsh en "Operación Masacre", obra que daría lugar a una película de Jorge Cedrón años después.

Aquí pueden acceder al texto de la carta que Valle le dirigiera a Aramburu cuando le comunicaron que sería fusilado; un documento estremecedor, que muestra la enorme diferencia entre un soldado con todas las letras, y un vulgar lacayo instrumentado por fuerzas oscuras; que por toda respuesta a los familiares que clamaban su intercesión para detener la matanza, les hizo saber que dormía y no deseaba ser molestado.

Cualquier parecido con las siniestras metáforas de Videla sobre los desaparecidos, no es pura casualidad.

En el video que ven -en el que hay un error en la fecha en los títulos del principio- Julio Troxler, uno de los sobrevivientes de la masacre de José León Suárez, que caería después bajo las balas de los asesinos de la Triple A enviados por López Rega, narra los hechos.

Sea este el modesto homenaje de los compañeros y compañeras que formamos la Corriente Kirchnerista de Santa a la memoria de los caídos, cuyo memoria compromete a redoblar el esfuerzo militante para construir un país donde su sacrificio no haya sido en vano.


  

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Aramuburu y Rojas: dos apellidos asesinos

Lilian dijo...

me sumo al homenaje siempre me conmueve esta fecha

Anónimo dijo...

Para esta fecha cumplo el ritual de releer partes del Megafón o la guerra de Marechal. En una parte se da este diálogo donde el que habla es el Oscuro de Flores:

- Usted aludió recién a las víctimas de José León Suarez -me dijo luego Megafón-. Hace tres días recorrí ese basural amontonado en la llanura de Buenos Aires, y le aseguro que la pampa lloraba.
-¿Lloraba? -inquirí yo con tono circunspecto.
-Lloraba -insistió él-, y no la inmundicia del basural sino el deshonor que le habían inferido los ametrallados inocentes y sus ametrallladores anónimos.

En las palabras del gran poeta vaya tamnbién mi recuerdo.

Anónimo dijo...

Buenísism,o. ASl blog no se le opasa por alto ni una. Hoy en la teleconferencia de la Presidente también ella hizo una aparte para el homenaje.

Anónimo dijo...

Hoy hay que levantar una copa de vino por los compañeros fusilados.
Para construir un país más justo, a algunos les tocó pagar el precio más caro: su vida.
Pagaron ese precio por todos nosotros, y de eso nunca hay que olvidarse. De los que mandaron a tirar, tampoco.
El Colo