Pasó el debate y es difícil medir que impacto tendrá sobre la estructura de preferencias de los electores de cara al próximo domingo: al respecto nunca está de más reiterar todo lo que se dicho y escrito sobre este tipo de eventos, por ejemplo lo que acá puntualizaba Natanson en Página 12 de ayer.
Dentro de la audiencia son amplia mayoría los convencidos de uno y otro lado, y los indecisos que pueden orientar su voto deben tamizarse por las posibilidades que ofrece el formato del debate en general; y el que escogieron los organizadores en particular.
Bastante pobre por cierto en cuanto a los temas a abarcar, y su división o encuadramiento. No nos engañemos; fue un implícito salvavidas de las ONG convocantes (para nada neutrales) para la indefinición hecha estrategia de campaña por "Cambiemos" y su candidato. Pero esas eran las reglas de juego, y se trataba de sacarles el mejor provecho posible.
Y hay que reconocer que Scioli (que arrancó nervioso y se fue soltando, mientras Macri recorría el trayecto inverso) no lo hizo mal: si nos ponemos a repasar mentalmente un debate en el que los dos hablaban en paralelo (más a la audiencia que al interlocutor/contrincante), salta a la vista la diferencia de peso específico de las preguntas que uno lanzaba y el otro no contestaba; en cada caso.
Cuando se diga que Scioli no dijo que piensa respecto a Aníbal Fernández, el INDEC o 678, podrá contestarse -sin faltar a la verdad- que Macri no desmintió de plano (ni siquiera preguntado tres o más veces) que vaya a devaluar, ajustar las tarifas, eliminar los subsidios, o arreglar con los buitres y el FMI.
Un Macri que -sorprendentemente- apareció "coacheado" para hablarle a la tribuna propia y al voto convencido, repitiendo como un mantra los hit del discurso cacerolo: las cadenas nacionales, la falta de conferencias de prensa, la impunidad de los funcionarios corruptos, los derechos humanos en Venezuela.
No habló de salarios, ni de empleo, ni de paritarias, ni jubilaciones, ni de la industria nacional o las importaciones; y ni siquiera escapó (como en los spots de campaña) a la pregunta sobre por qué se opuso a políticas troncales del kirchnerismo (AUH, fin de las AFJP, Aerolíneas, AYSSA, YPF, fondos buitres), con el argumento de que ahora lo pensó mejor, y cambió de opinión.
La idea que quedó flotando en el ambiente es que sigue pensando igual y llegado el caso "lo volvería a hacer" (oponerse), y que el ajuste se viene si él gana, porque ya es una decisión tomada; y no querrían quedar prendidos de una promesa de no hacerlo: a buen entendedor (sobre todo si es votante indeciso), pocas palabras; pero claras, para nuestro gusto.
Scioli -que debía interpelar al voto de los indecisos- fue por él con un combo de preguntas (las que Macri no quiso contestar) y de propuestas, recogiendo el guante de algunas que había lanzado Massa (Ganancias, jubilados, extinción de dominio de los bienes del narcotráfico). Sorprendió que Macri no siguiera el mismo camino, como si diera por hecho que el voto a Massa es furiosamente anti k, y lo capta con el anatema a las cadenas nacionales, 678 o Aníbal.
Un Macri que además tiene un punto ciego en prometer que mantendrá políticas de un gobierno al que él mismo califica como "el peor de nuestra historia" (¿qué podría rescatarse de tamaño desastre?), mientras encarna la garantía de "cambio".
O que promete -en una de sus escasas concreciones de la noche- eximir de aportes a la seguridad social por cinco años al empleo joven, sin explicar como evitará de tal modo la precarización, el desfinanciamiento genuino de la seguridad social; y sin decir que así tira a la baja los futuros aumentos de los jubilados, porque esos recursos inciden en la "formulita" que determina los ajustes semestrales de jubilaciones y pensiones.
Pasando en limpio todo, quedó una pregunta de Scioli flotando en el aire sin respuesta: ¿quiénes van a pagar el ajuste que Macri planea hacer, y que no negó de plano anoche? Todo indica que serán fundamentalmente los trabajadores, esos mismos a los que Scioli les prometió al final defender sus trabajos y sus salarios; y de los que Macri no habló en toda la noche: trabajadores, empleos y salarios.
O que promete -en una de sus escasas concreciones de la noche- eximir de aportes a la seguridad social por cinco años al empleo joven, sin explicar como evitará de tal modo la precarización, el desfinanciamiento genuino de la seguridad social; y sin decir que así tira a la baja los futuros aumentos de los jubilados, porque esos recursos inciden en la "formulita" que determina los ajustes semestrales de jubilaciones y pensiones.
Pasando en limpio todo, quedó una pregunta de Scioli flotando en el aire sin respuesta: ¿quiénes van a pagar el ajuste que Macri planea hacer, y que no negó de plano anoche? Todo indica que serán fundamentalmente los trabajadores, esos mismos a los que Scioli les prometió al final defender sus trabajos y sus salarios; y de los que Macri no habló en toda la noche: trabajadores, empleos y salarios.
El ejemplo de los "trapitos" que puso Scioli y el "Me rindo" de Macri viralizado en otro contexto, dijeron bastante más de lo que literalmente expresan: es sembrar dudas sobre si un intendente (porque eso es Macri al fin y al cabo, y él mismo se reivindica como tal) está a la altura del desafío para gobernar el país (cuyos problemas son de una escala bastante mayor); y si el propio Macri es capaz de soportar las presiones que conlleva ser presidente, de un país como la Argentina.
Lo cierto es que tomando el fallido de Macri como bandera, podemos decir que pasó el debate y la campaña sigue; y -al menos de éste lado- acá no se rinde nadie.
2 comentarios:
Lamentablemente el debate fue una propuesta muy pobre de una ignota ONG, que limitó de una manera tan feroz la posibilidad de explayarse y contestarse, que la sensación no es la mejor.
No obstante, en un mundo dominado por símbolos, donde una foto o un cartelito valen mucho más que una sólida argumentación académica, en el terreno de los símbolos lo de Macri fue un papelón.
1) Dejarle al adversario una consigna de campaña como el imbécil “ME RINDO”, puesto en el contexto que sea, en un mundo que descontextualiza todo (sobre todo ellos), es un error no forzado atroz. Le deja a Scioli un argumento GRATIS : “YO ME RINDO”.
2) Reconoció implícitamente la devaluación que viene al poner el dólar a $ 15.
3) Se comió un golpe al hígado con lo de los “trapitos”.
4) Mudó el Hosp.Elizalde (Casa Cuna), a la 9 de Julio, cuando hasta el más despistado sabe que está sobre Av.Montes de Oca.
5) Donde parecía que metía una mano, con lo de los 180 días de clase, se comió una contra con lo de los 5000 chicos sin vacante.
6) Cuando Scioli le dijo que aumentó la mortalidad infantil en la CABA, argumentó que “sigue igual que antes”
En fin, algunas cosas que tengo en la memoria del “vivo”.
Si antes tenía miedo, ahora tengo PANICO.
Con la devaluación, tus ingresos se reducen a la mitad.
Macri confirmó que devalúa.
Pensalo.
Publicar un comentario