LA FRASE

"CON EL PRETEXTO DE LA EDUCACIÓN SEXUAL, KICILLOF FOMENTA LA PEDOFILIA, SI FUERA EL INCESTO, VAYA Y PASE." (KARINA MILEI)

sábado, 28 de diciembre de 2019

EL MACRISMO, UNA FORMA DE VIDA


Con el cambio de gobierno y el retorno del peronismo al poder -tanto en la nación como acá en Santa Fe, y otras provincias- se ha enriquecido el lenguaje: de repente recuperamos palabras como "impuestazo", "ajuste" y otras similares.

También recuperamos reclamos y sensibilidades: después de años en los que parecía que a nadie le preocupaba (al menos, leyendo la tapa de los diarios) que la gente no llegara a fin de mes, no pudiera comprar los remedios o comiera salteado, ahora hay una preocupación a flor de piel por el pobre chacarero con 2000 hectáreas en la zona núcleo al que le puede llegar un aumento del inmobiliario rural, o el que pensaba viajar al Caribe y tendrá que pagar el recargo del 30 % por la compra de dólares, o los gastos con tarjeta.

Si decimos que en la moderna sociedad capitalista los medios de comunicación son instrumentos de clase, al servicio de los intereses de esa clase, no estamos descubriendo nada nuevo; claro que se trata de una dimensión de su rol que no suele visibilizarse, porque se la oculta ex profeso.

Pero más allá de los medios (o en rigor, junto con ellos), hay respuestas de la política que son consistentes con esa visión de clase; como la singular teoría fiscal del ex diputado nacional del PRO Lipovetzky (famoso en su hora por su militancia "verde" en la discusión por el aborto), según la cual del hecho de que alguien en particular tenga capacidad contributiva suficiente para pagar más impuestos, no se sigue que deba pagarlos, o el Estado pretenda cobrárserlos.

Tampoco el hombre ha inventado nada: es ni más ni menos que el credo fundacional de la clase dominante argentina desde nuestros inicios como país (y aun antes, en tiempos de la colonia), y el sustrato teórico de las revueltas agrogarcas (en 2008 y ahora, cuando están en germen), de la fuga de capitales y de los blanqueos generosos.

Esos sectores han asumido que no les corresponde pagar impuestos, simplemente; y que si desde la política se insiste en financiar al Estado, que miren para otro lado, que busquen en otros bolsillos, pero no en los de ellos. Y si no, que desguacen el Estado, recorten sus funciones, reduzcan su tamaño, hasta el que ellos decidan que pueden sostener con las migajas que están dispuestos a pagar.

Así dicho pareciera difícil entenderse con gente así, y hay que agradecer que por algo se llamen "impuestos". El problema es que también tienen la pretensión (y la praxis, no pocas veces consentida por la política) de que les deben preguntar si los quieren pagar, como y cuanto. Cosa que al resto de los mortales ni se les ocurre nunca preguntarnos: cualquier semejan con la servidumbre de la gleba, el vasallaje o los tributos de la sociedad feudal, no es pura casualidad.

Como dice uno de los tuits de apertura, mientras un aumento sideral e impagable de las tarifas de los servicios públicos esenciales no debe ser siquiera explicado, sino que se nos impuso con la fuerza inexorable de la naturaleza ("créanme que si hubiera otro modo de hacer las cosas, lo hubiera usado", decía Macri), un simple ajuste al proceso inflacionario de la carga tributaria que pesa sobre los que más tienen desde siempre y se forraron de plata en medio de la malaria general, es una exacción inadmisible, o un tributo de sangre cobrado con libras de carne.

Por estos días el nuevo gobierno da sus primeros pasos tratando de marcar un rumbo distinto al desastre macrista, financiando el déficit fiscal con mayores impuestos, pagados por los que más tienen, y destinando la atención prioritaria de los gastos a los que menos tienen. 

En respuesta, trinan la queja y el descontento, de los afectados directos sí, pero sobre todo del coro de paparulos que hablan de un ajuste que no se ve, cuando lo que hasta acá se ve es, por ejemplo, el bono extra para jubilados, pensionados (de las pensiones ordinarias y no contributivas) y beneficiarios de la AUH, publicado en el Boletín Oficial de ayer (el decreto completo acá).    

Está en la inteligencia del gobierno para comunicar y en su firmeza para sostener el núcleo duro de su programa en cuanto al modo de repartir socialmente las cargas del esfuerzo para salir de la crisis, el éxito de la tarea. Mientras tanto el macrismo (por ponerle un nombre actual al modo garca de vivir y entender la vida) seguirá haciendo lo suyo, como si no hubieran tenido nada que ver con el desastre, o tuvieran la receta para resolverlo.  

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