LA FRASE

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domingo, 1 de diciembre de 2019

LA CIENCIA DE LOS NÚMEROS


Cuando trascendió el proyecto de ley de ministerios con el que Omar Perotti piensa armar su estructura de gobierno a partir del 11 de diciembre, una de las cosas que más se cuestionó en primera instancia fue la eliminación del hoy Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva, que pasa a integrarse al Ministerio de la Producción.

Hasta cierto punto es comprensible la crítica, en tiempos en los que el macrismo descargó sobre el país políticas de ajuste a las que la ciencia y la investigación no fueron ajenas, sino que por el contrario fueron blancos privilegiados; y en uno de los tantos cambios del gabinete nacional, desapareció el ministerio que comandaba Baraño, junto con otras áreas críticas como los Ministerios de Salud y de Trabajo.

Sin embargo, es tan cierto que la jerarquía que se le asigna a una determinada área en la estructura del gobierno es indicativa de la importancia que se le otorga, como que ese no es el único criterio, o al menos no debería serlo, desde nuestra perspectiva. En el caso de la ciencia, la tecnología y la investigación, eso se puede comprobar justamente con el caso del gobierno de Macri: las podas brutales a los recursos asignados al área comenzaron cuando aun era Ministerio, y formaba parte del gabinete presidencial, incluso con el mismo titular que tuvo durante el gobierno de Cristina.

Vista las cosas desde esa perspectiva, se puede discutir con argumentos más concretos, como por ejemplo los que desarrolla Pablo Bolcatto (que sabe bastante más que nosotros del tema) en los tuits de apertura), demostrando que en la provincia la elevación del área a la jerarquía ministerial no derivó en que se le asignaran más recursos que cuando era Secretaría de Estado, sino menos.

Con ese enfoque, corresponde entonces analizar la evolución de los recursos que el socialismo le destinó a la ciencia y la tecnología no solo en el actual presupuesto, sino en el que Lifschitz mandó a la Legislatura para el año que viene, en su insólita pretensión de seguir gobernando aunque a partir del 11 de diciembre sea reemplazado en la Casa Gris por Perotti.

En primer lugar, los recursos humanos, es decir el personal con el cual se llevarían adelante los planes y programas de ciencia y tecnología de la provincia, y allí aparece la primera sorpresa: si nos atenemos al proyecto de presupuesto 2020 enviado por Lifschitz a la Legislatura, se sostendría el insólito esquema actual de funcionamiento, con una marcada hipertrofia de la planta política. Como hemos dicho en su momento al analizar el presupuesto para éste año, el Ministerio cuenta con 92 cargos en su planta de personal, de los cuales 27 son políticos (funcionarios y asesores de gabinete), o sea, el 30 %.

Algo así como un cargo político cada dos de planta permanente, que para colmo no son de la carrera de investigador como existe en el CONICET o algo parecido, porque eso no existió nunca en la provincia, y el socialismo tampoco lo creó. Por contaste, la Agencia Santafesina de Ciencia, Tecnología e Innovación creada por la Ley 13.742 no cuenta ni con un solo empleado; pese a que maneja más de la mitad de las partidas del Ministerio, y el 81,56 % de las “Transferencias” destinadas a becas y subsidios para los investigadores y proyectos de investigación.

Otro tanto sucede con los recursos generales asignados al área: mirando el proyecto de presupuesto con media sanción del Senado, el Ministerio que desaparece como tal tendría partidas por $ 444.910.000, lo que supondría un aumento del 85,37 % sobre los 240 millones de pesos asignados para éste año. Sin embargo, hay una trampa: éste año además de esos 240 millones asignados al Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva, se contemplaron otros $ 244.540.000 en la finalidad “Ciencia y Técnica” en “Obligaciones a Cargo del Tesoro”, para reforzar las partidas del Ministerio si era necesario en el transcurso del ejercicio.

De modo que este año la finalidad “Ciencia y Técnica” tenía asignados en realidad $ 484.540.00 millones, que el año que viene serán menos incluso en términos nominales, de acuerdo al proyecto de  presupuesto que mandó Lifschtiz a la Legislatura; y eso obedece a que no hay un centavo con esa finalidad previsto en “Obligaciones a Cargo del Tesoro”, o sea, simplemente juntaron lo que estaba separado, para que pareciera que estaban reforzando las partidas destinadas a la investigación científica y el desarrollo tecnológico.

Por otro lado, vimos acá como 190,5 millones de pesos de esos 244,54 millones de refuerzo fueron finalmente destinados a pagar deudas, y no a “Ciencia y Técnica”. Pero hay más, para ver que no todo pasa por como se llame el área, o cual sea la jerarquía que tenga: más arriba hablamos de la ley 13.742, que aprobó el Plan Estratégico Provincial de Ciencia, Tecnología e Innovación, y estableció un cronograma de asignación creciente de recursos al sector, medido en términos de porcentaje sobre el total del presupuesto provincial.

De acuerdo con ese cronograma original de la ley, para el año próximo los recursos destinados a la finalidad “Ciencia y Técnica” deberían representar al menos el 0,38 % del total del presupuesto provincial. Como veíamos en ésta otra entrada, Lifschitz vetó la ley pese a que era un proyecto presentado en la Cámara de Diputados por Bonfatti, específicamente en la parte de la asignación de los recursos.

Como las Cámaras rechazaron su veto, no le quedó más remedio que promulgar la ley, y esperó más de un año, hasta diciembre del año pasado, para reglamentarla mediante el Decreto 4064, en el que trampeó a la ley: según su texto, el cronograma de asignación creciente de recursos destinados por la provincia a “Ciencia y Técnica” lleva en la actualidad a que en el año 2020 se destinen a ese fin el 0,21 % de los recursos totales del presupuesto provincial, y no el 0,38 % como manda la Ley 13.742.

Pero el proyecto enviado por él mismo a la Legislatura y que el Senado aprobó a tambor batiente no cumple ni siquiera con esa nueva meta más amarreta, decretada por él violando la ley: esos 484 y pico de millones asignados al área que dejaría de ser Ministerio causando tanto revuelo, representan apenas el 0,11 % del total del presupuesto provincial.

Y un 10,6 % de ese exiguo presupuesto se destina a sostener el Acuario de Rosario, que era municipal. Pero eso sí: planteando que siga siendo Ministerio, digamos todo. 

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